Capítulo 10: Impotencia

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Media hora más tarde, Asa tocó timbre. Aún estaba con la ropa que había usado en la cita, así que no vi necesario cambiarme. Ally, la novia de mi padre, había hecho pasta, como le prometí. 

Abrí la puerta y lo primero que noté fue que tenía apariencia cansada y ojeras. Verlo así me hizo sentí mal, sin siquiera saber qué era exactamente lo que le provocaba semejante aspecto.

- Hola. - Me saludó, sonriendo.

- Pero miren quién volvió del más allá.

- Sí... hace mucho que no hablamos. Lo siento. - Dijo, mirándose las manos.

Me acerqué y le di un fuerte abrazo, poniendo mis brazos alrededor de su cuello. Él también me abrazó. Sentí su tibia respiración en mi espalda, y cómo me apretaba con fuerza.

- Me parece que me tienes que contar un par de cosas. - Le dije mientras entrábamos a casa.

La cena ya estaba servida en el comedor. Comimos todos juntos: Mi padre, Ally, mi hermanito, Asa y yo. Papá y Ally no pararon de hacerle preguntas a Asa, pero en ningún momento se tornó incómodo. Todos estábamos riendo. Les causó una buena impresión general. No habíamos tenido una cena seria todos juntos nunca, así que era una de las primeras veces que ellos de verdad tenían una charla con él.

Ambos juntamos los platos un rato más tarde y nos fuimos a mi dormitorio. Yo me senté en mi cama y Asa, en la silla de mi escritorio. Mi computadora estaba prendida, así que su primera reacción fue ver la pantalla.

- Puedes usarla si quieres. No tengo nada que ocultar. - Dije, riendo, a la vez que me ponía boca abajo y dejaba caer la cabeza sobre mis manos.

- ¿Eso no sería espiar? - Contestó, con mirada traviesa.

- No si te doy permiso.

Lo único que hizo fue abrir mi carpeta de canciones y escrutarla de arriba a abajo, prestando suma atención a todos los archivos. Iba seleccionando una canción tras otra, haciendo que sonaran en el estéreo. Yo cantaba a la par de lo que ponía. Él reía y también tarareaba las que conocía.

Finalmente tomé coraje y fui al grano con lo que de verdad me preocupaba.

- ¿Y? ¿No era que tenías algo super importante que contarme, como por qué faltas a clases?

Dejó de mirar la pantalla y se volteó hacia mí. Su sonrisa de a poco se fue borrando. Fluorescent Adolescent sonaba de fondo.

- Es... complicado.

- Tengo tiempo - Solté, sentándome derecha para dejarle espacio.

Asa se levantó y se sentó a mi lado.

- Bueno, de hecho nunca te dije por qué vine aquí. Sé que te dije que me gusta este lugar porque nadie me conocía, pero ese no es el motivo. - Hizo una pausa - En realidad, el hecho de que este pequeño pueblo quede cerca de Los Ángeles fue el motivo. Estoy filmando una película.

- ¡Oh, eso es genial Asa! No tiene nada de malo.

- Yo sé que no. Es más, pedí un permiso en la escuela por esta razón, así que no va a haber ningún problema en que me saltee algunas cuantas clases. Lo único que me preocupa es que alguien se entere de esto mientras me quede aquí.

- No te preocupes, inventaremos alguna excusa. Podemos decir que tienes colon irritable y por eso hay veces que no vas a la escuela por una semana.

- Preferiría que no. - Rió Asa.

Nuestras voces se apagaron y el silencio reinó en la habitación.

- O sea... que no te quedarás cuando termines de filmar. - Concluí.

Asa suspiró.

- No lo sé. Puede que no, aunque quizás me necesiten en alguna otra producción de por aquí y me quede.

- O no.

- Mira, prefiero disfrutar de lo que tengo ahora aquí que desperdiciarlo pensando en lo que venga después. - Apoyó suavemente su mano en mi hombro, tratando de reconfortarme.

- ¡Asa, esa es sólo una excusa para no contestarme! - Me levanté de la cama, liberándome. - Sé que no te quedarás. Piensas que no entiendo cómo viven los famosos, pero la gente normal no es tonta. Luego de esta película vendrán más en algún otro lado y de una forma u otra te irás. - Mi tono de voz se elevó.

- ¡Eso no lo sé! ¡No sé lo que pueda llegar a pasar! - El de él también.

- ¿Y por qué te quedarías? No rechazarías una oferta sólo para quedarte en este apestoso lugar. Nadie lo haría, ¡sólo dilo!

- ¿Crees que no quiero quedarme? ¿Crees que no quiero vivir como alguien normal de vez en cuando? ¡Esto no depende de mí, Isa, compréndelo!

- ¡Pues no parece que fuera así! - Ambos estábamos gritando.

A estas alturas, Asa simplemente se quedó callado. Los dos estábamos mirándonos a los ojos, sin decir absolutamente nada. Mis ojos llorosos hacían que viera borroso su rostro enfadado.

No le quería gritar a Asa, era lo que menos quería hacer, pero no lo pude evitar. El miedo de perderle me estaba consumiendo. Era una de las pocas veces en las que llegué a sentirme cómoda con alguien, y de un momento a otro el destino me lo arrebataba. Sentía impotencia. Impotencia al saber que no podría hacer nada para evitarlo. Él sabía que yo decía la verdad, pero no quería admitirlo. Sabía que de cualquier forma se iría y ya nada sería lo mismo. Por más que habláramos por teléfono, por más que nos escribiéramos todos los días, en algún punto eso se acabaría. Un día nos olvidaríamos de llamar, el otro de escribir, y tarde o temprano dejaríamos de hablar ¿Cuánto tiempo pasaría hasta que terminara de rodar la película? ¿Un mes, dos?

Pronto la canción terminó, como también nuestra charla. Asa me sostuvo la mirada lo más que pudo hasta que finalmente la apartó y miró hacia abajo.

- Quizá ya deba irme. - Dijo, mientras se levantaba hacia la puerta. Yo no contesté.

Tomó el picaporte, y antes de abrir la puerta, sin girarse para verme, pronunció dos palabras que me harían sentir culpable de lo que dije por siempre.

"Lo siento".

Y salió.

Cosas del destino (Asa Butterfield fan ficción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora