Capítulo 9: Una cita ideal

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Le mandé un mensaje a Asa ese mismo día preguntándole si se encontraba bien, pero no contestó. Los días siguieron pasando y Asa todavía no volvía al colegio, lo que me estaba empezando a preocupar. No había avisado nada a nadie. Mis llamadas sólo me conectaban con su buzón de voz. 

En el ínterin, Calvin me invitó a salir con él. Quedamos en que no iba a ser una cita oficial ni nada de eso, simplemente sería una excusa para saber un poco más del otro antes del baile.

Calvin mencionó un festival de cine clásico, y dijo que luego de eso podríamos ir a comer algo. Pasó a buscarme por mi casa en su Citroën 2CV color azul. Tocó bocina un par de veces al llegar. Me subí en el asiento del acompañante. Durante el viaje hablamos de las cosas básicas de cada uno, porque para ser honesta sentía como si un completo extraño me estuviera llevando de paseo. De hecho, lo era. Me dijo que su nombre completo era Calvin Carter. Su familia era de Kansas, pero sus padres prefirieron criarlo en California. Era un año más grande que yo, y prácticamente escuchamos el mismo tipo de música. También le conté cosas de mí, y así, un viaje de alrededor de veinte minutos pareció volverse relativamente corto.

Estábamos llegando tarde y la película iba a empezar. Compramos las entradas, y en cuanto entramos a la sala, lo primero que notamos fue la poca gente que había. "Hacía mucho que quería ver esta película" mencionó una vez sentados en las butacas. Duró alrededor de dos horas. No creí que me fuera a gustar, según lo que Calvin me había contado, pero era mejor de lo que pensé. Trataba de un veterano de guerra que comienza a trabajar como taxista en Nueva York y se enfrenta a unos proxenetas. Calvin salió maravillado de la sala, comentándome lo bien planteado que estaba el guión y lo bella que era la fotografía. Sabía mucho más de cine que yo.

Él me agradaba, y mucho. El hecho de que fuéramos parecidos hacía que quisiese ser su amiga. Había algo en su persona que era reconfortante y familiar.

Al salir, nos subimos de nuevo a su auto y entonces me llevó a comer a un restaurante en la avenida principal. Para ese entonces eran las tres de la tarde. Al parecer ya había reservado una mesa, lo que me reveló que era una persona muy organizada. Nos sentamos en una mesa en el fondo. Todo el lugar estaba decorado muy elegantemente; quizá demasiado refinado para alguien como yo. Ni siquiera podía imaginarme lo que iba a costar este almuerzo.

El mozo llegó con los menús. Quise pedir lo más barato posible. No iba a dejar que él pagara todo; definitivamente yo iba a pagar mi parte. Esto era mucho más de lo que yo esperaba.

- Apuesto a que debes tener a todas las chicas de cuarto detrás tuyo. - Le comenté pícaramente mientras daba mi primer bocado a la ensalada que había ordenado.

- No lo sé. No me importa demasiado, tampoco.

- ¿Cómo es eso?

- Todas parecen tan sosas y superficiales. Se la pasan chismorreando y hablando de tonterías. Las escucho cuando están a mi lado en clase y me dan ganas de morir.

- No puede ser. Tiene que haber al menos alguien interesante.

- Bueno, sí, hay gente interesante, pero no como para invitar al baile. No planeaba ir realmente, hasta que te pregunté a ti.

- Yo tampoco, en realidad.

- Supongo que tuvimos suerte de cruzarnos en los pasillos, entonces.

Nos pasamos todo el almuerzo charlando y riéndonos. Teníamos el mismo sentido del humor. Era extremadamente sencillo hablar con él, y cualquier conversación que tuviéramos podía durar horas. Me sentí un poco mal porque en ese par de horas olvidé completamente al mundo que me rodeaba, incluyendo a Asa.

El mozo trajo la cuenta, y lo obligué a dejarme pagar la mitad. Con un poco de esfuerzo, logré que accediera.

Para el final de la salida, ya sabía tanto de Calvin que parecía que lo hubiera conocido hacía un largo tiempo. Nos subimos al auto y me llevó hasta mi casa.

-       De verdad, no hacía falta que te tomaras tantas molestias. - Le dije, una vez estacionados frente a la puerta.

-       ¡Ey! No pasa nada. Quería conocerte mejor antes de que fuéramos juntos al baile. Eso sigue en pie, ¿verdad?

-       Claro que sí. – Le sonreí, lo besé en la mejilla y me bajé del auto.

Ya comenzaba a oscurecer cuando sonó mi celular.

-       ¿Hola?

-       Hola, Isa.  – Su voz parecía cansada.

-       ¡Asa! ¡Hola!

-       ¿Qué tal estás? - Me preguntó.

-       Yo estoy bien, preocupada hasta morir pero bien, ¿dónde te habías metido?

-       Perdón, sólo... estuve haciendo algunas cosas.

-       ¿No piensas contarme nada acerca de eso?

-       Sí... ¿puedo ir a tu casa más tarde? – Dijo él.

-       Ni lo preguntes, puedes venir cuando quieras. Mi padre hará pasta.

-       Genial, nos vemos.

Cosas del destino (Asa Butterfield fan ficción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora