Capítulo 15: Como en un cuento de hadas

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Dos semanas me solían parecer una eternidad cuando estaba en el colegio, pero desde aquella noche en que la gran boda fue anunciada, los días pasaron volando. Aún no había invitado a nadie, y solo faltaban tres días.

Eran las diez de la mañana y todavía no había salido de mi cama, ni tenía planeado hacerlo, hasta que escuché que me llegó un mensaje por Skype. Haciendo un esfuerzo sobrehumano, me arrastré hasta llegar a la computadora.

«¡Hola, Isa! »

Era un mensaje de Ruby. Realmente no quería hablar con ella, y menos recién levantada. Con los ojos a medio abrir aún, traté de contestar.

« Hola, Ruby »

« ¿Te desperté? :) » Sí, de hecho, muchas gracias.

« No, no, me levanté hace un rato ya »

« ¡Genial! Oye, me enteré por mis padres que tu padre y su novia se van a casar este sábado, debes estar super ansiosa. » Para nada.

« Sí, un poco. Estos últimos días han sido una locura. »

« Ya lo creo... pues, si necesitas ayuda no olvides preguntarme, ¿okay? »

« Está bien. » Por favor que termine ya esta conversación, que termine...

« Seguro que Asa estará allí, ¿no es cierto? »

« Um... eso creo. »

« Ya veo. Bueno, nos vemos el sábado, adiós! :) »

¿Nos vemos el sábado? ¿Ruby tomó por asumido que la invitaría? ¿Y además preguntó por Asa?

Estos últimos días mi cabeza no paró de darle vueltas al asunto. Lisa seguro vendría, es decir, es mi mejor amiga, y si la invito a ella también tengo que invitar a Ruby y a Rose. No les había dicho nada aún, pero supongo que se enteraron y asumieron que allí estarían.

Pero, ¿Y Calvin? En esas últimas dos semanas estuvimos hablando sin parar por mensajes, y también quería que asistiera, pero me preocupaba que pudiera resultarle incómodo estando Asa allí.

La situación me tenía un poco harta, así que simplemente empecé a llamarlos a todos y a invitarlos formalmente uno por uno. Les informé la dirección y el horario. Sería mejor que estuvieran todos a que faltara alguno, pensé.

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El jardín en el que se iba a llevar a cabo la ceremonia era enorme. Flores blancas crecían en el pasto y una pérgola cubría el altar. Era una mañana espléndida. Los invitados comenzaron a llegar poco a poco. Desde la puerta de entrada se veían los coches que estacionaban para dejar bajar a sus pasajeros, quienes seguían el camino de piedra y eran recibidos por mi hermanito y yo; los encargados de guiarlos hasta sus asientos. La noche anterior habíamos repasado juntos la lista de invitados para no equivocarnos.

La tía Miriam y el tío Horace fueron los primeros a quienes tuve que acompañar, llenándome de halagos por mi vestido blanco con puntilla, y expresándome lo felices que estaban de ver a mi padre así de feliz de nuevo. "No lo veía con una sonrisa tan grande desde que nos presentó por primera vez a tu madre", comentó mi tío.

Pasó un rato hasta que empezó a llegar la gente que de verdad deseaba que estuviera ahí. Asa fue el primero de ellos. Esperaba poder saludarlo y decirle lo elegante que se veía con ese traje, pero mi hermano Pedro corrió hacia él apenas lo divisó y lo atacó con un abrazo. Luego se dispuso a tomarle la mano y arrastrarlo hasta su asiento. Asa se dio vuelta para mirarme con una sonrisa, frunciendo sus hombros, y me saludó con la mano, con sus padres siguiéndolo por detrás.

Cosas del destino (Asa Butterfield fan ficción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora