Capítulo 3

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Las palabras de Froilán dejaron a la muchacha sin habla, petrificada y con la mirada clavada en aquellos verdes ojos que no le permitían apartar la vista. Parecían tan sinceras sus palabras, pero provenían de un ser que pertenecía a una de las peores razas existentes, jamás se debe confiar en ellos, porque jamás sus intenciones son puras.
-No creo que alguna vez hayas experimentado ese tipo de sufrimiento Froilán.- respondió ella fría como una roca, aunque con una sinceridad impresionante, hasta un tanto abrumadora.

-¿Por qué lo dudas?- logró preguntar él a la vez que dejaba a una sonrisa melancólica estamparse en sus labios.- también somos capaces de amar.
-No creo nada que venga de tus palabras vampiro, lo siento, pero esa es la realidad.- dijo ella sin separar aún su mirada de la de él.

-Sé que no crees en mis palabras Diana.- afirmó él con tono resignado.- pero crees en mi mirada y sabes que digo la verdad, que puedes confiar en mí.

Las palabras del joven no hicieron más que desorientar la muchacha, quien desvió su mirada y volvió a dirigirla a la cascada, como podía él saber lo que ella sentía, eso era imposible, inimaginable. Pero la situación entera ya lo era, ella sentada y charlando tranquilamente con un adefesio, con uno de los que tanto daño le había causado a su padre, porque si bien cuando Salomón falleció ella era una niña, lógicamente Froilán no lo era, su cuerpo era joven, pero sus ojos no mentían y dejaban ver la vejez de su alma, si es que aún quedaba algo o de ella, quizás lo que sus ojos reflejaban era simplemente la ausencia de esta.- Tus años de experiencia parecen no haberte servido de mucho, no tienes idea de lo que estás diciendo, jamás confiaría en alguien como tú.

-Esta vez la equivocada eres tú.- dijo el con total seguridad, cosa que no hizo más que molestar a Diana, si ya era molesto que le dijesen que estaba equivocada, que lo hiciesen con tal seguridad causo casi furia en ella.- Si no confiases en mí no estarías sentada a mi lado.

-Nunca has oído el dicho "Mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más", pues eso es lo que intento contigo.- atacó ella mirándolo a la cara. Cosa que causó un efecto contrario al que ella esperaba, de verdad ansiaba poder sacar de sus casillas a aquel vampiro, sin embargo este no hacía más que sonreír, parecía tener una paciencia de hierro, inquebrantable.- ¿He dicho algo que te cause gracia?- dijo intentando mantener la calma, ya que había terminado siendo ella la que estaba fuera de sus cabales.

-No has dicho nada gracioso, es solo que...- suspiró antes de continuar.- Es divertido que estés siempre tan a la defensiva, ¿nunca te relajas?

-No cuando estoy en frente de un vampiro.- respondió ella de un modo brusco, antes de ponerse de pie dispuesta a irse, pero el vampiro la tomó del brazo y prácticamente la obligó a mantenerse de pie en ese lugar al tiempo que él se incorporaba para quedar frente a ella, esta respondió con un gruñido que brotó desde el fondo de su garganta.- ¡¿Qué demonios te pasa?!- gritó furiosa.

-¡No soy una puta amenaza Diana! No para ti, preferiría matarme antes de lastimarte.- si, por fin lo había conseguido, había logrado sacar a Froilán de sus casillas.- ¡Mírame!- dijo tomando su rostro con ambas manos y obligándola a mirarlo.- Jamás te lastimaría.

-¿Por qué?- preguntó Diana con voz temblorosa por el nerviosismo que le causaba la cercanía de sus rostros.

-Porque desde que te vi hace días por primera vez, mientras venías al lago, mi vida volvió a cobrar sentido.- dijo el con absoluta seriedad y convicción, aunque hablaba casi en un susurro, como si tuviese un nudo en la garganta y este le impidiese hablar.

-No puedes estar hablando en serio.- replicó ella.- me conociste hoy.-añadió un tanto desconcertada.

-Te equivocas.- sentenció sin aun soltar su rostro.- estas congelada.- dijo ahora acariciando sus rosadas mejillas rojas por el frio de la noche que había llegado en su totalidad.- toma.- añadió mientras se quitaba la cazadora para luego pasarla por sobre los hombros de la muchacha. Esta no se inmutó, es más, estaba tan absorta en sus pensamientos, intentando recordar si había visto el rostro de Froilán en otro lugar antes o si es que había percibido su aroma en otra ocasión que apenas noto este gesto amable por parte del vampiro, que quedó frente a ella con el torso completamente descubierto. De pronto algo brilló en el pecho del vampiro producto del reflejo de la luna en el objeto, la loba acercó lentamente su mano para ver de qué se trataba y se sorprendió al descubrir de qué se trataba. Un medallón de forma circular, pero no era cualquier medallón, en la parte frontal tenía grabada la pata de un lobo, los integrantes más importantes, es decir alfas, betas y terceros al mando, de las principales manadas del sector, en efecto, las manadas Draco, Centaurus, Corvus, Orión, Scorpius e incluso la manada Andrómeda, a pesar de ser nómade, tenían esos medallones. La muchacha dudó a la hora de girar o no el medallón para ver a que manada pertenecía, pero se armó de valor y lo hizo, casi se fue de espalda cuando vio la constelación Draco grabada en el reverso del medallón.

Deber de AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora