Capítulo 15

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Desde el incidente con Amalia, Diana se había estado quedando en casa de Dante, de eso ya hacían tres días. Las cosas con el joven iban de bien a mejor, no había motivo alguno como para decir que algo entre ambos fallase, aunque claro, no habían intentado nada nuevamente, el recuerdo de aquella noche y todo lo ocurrido aún estaban latentes en la mente de la muchacha y no quería hacer pasar a ese desconocido por lo mismo nuevamente.

El único incidente ocurrido durante esos días había sido otro lobo silvestre aparecido muerto, bajo las mismas circunstancias que el anterior. Debido a la amenaza inminente se había llegado a la conclusión de que Dante, viajaría junto a otros lobos de la manada, para encontrarse personalmente con Light D'Rame, el actual Juez del Gran Consejo de los Lobos e informar sobre lo ocurrido. Era la única forma de evitar problemas en caso de que una batalla debiese llevarse a cabo, el consejo ya estaría informado de quienes fueron los primeros en atacar

-Amor, no encuentro leche blanca en el refrigerador.- dijo Diana hablándole a Dante, era de mañana y quería tomar desayuno, pero por más que buscaba no podía encontrar la dichosa leche, aunque examinado todo el contenido del refrigerador.

-Diana, tienes la caja justo en frente de tus narices.- respondió este mientras se acercaba a ella y tomaba la caja.- pero, para tu mala suerte está vacía.- una media sonrisa se formó en los labios del joven mientras observaba a la muchacha rodar los ojos.

Ella tomo un suéter delgado que había dejado colgado cerca de la puerta el día anterior.- voy a la tienda, no voy a demorar. ¿Necesitas algo?

Él sonrió ampliamente antes de caminar hasta ella.- ¿En serio tienes que ir? Podríamos quedarnos en la cama un rato más, recuerda que mañana tengo que partir, por favor.- dijo mientras la abrazaba.

-¿Podríamos?- rio coqueta.- pero te aseguro que sí, es necesario que vaya, lo siento.- dijo antes de dar un beso tierno al muchacho.-Te aseguro que volveré dentro de poco.- le aseguró, para después abrir la puerta y enfrentarse a una fría mañana en el pueblo de la manada Draco. No había querido decirle las verdaderas razones de su "necesidad" por beber leche, lo que pasaba es que andaba en esos días en que muchas mujeres comienzan a sufrir antojos, aunque claro, es producto de sus cambios hormonales.

Caminó por lo que fueron alrededor de diez minutos hasta que llegó a la tienda, pero en ella había algo extraño, una estática diferente inundaba todo el lugar y no tardó mucho en encontrar la causa de esto, desde el fondo de uno de los pasillos se escuchaban gritos. Diana corrió a ver de qué se trataba, ya que reconoció la voz de inmediato.- ¡Nunca vuelvas a olvidar tu lugar! No eres más que una simple vendedora y debes hablarle con respeto a la hija del Alfa.- gritaba Amalia con verdadera furia para con lucia, a quien tenía tomada por los cabellos, mientras que no hacía nada por intentar defenderse.

Diana apenas había llegado, sin embargo ya había visto suficiente.- Te hablarían con respeto si merecieses respeto alguno.- dijo refiriéndose a su hermana, quien de inmediato se volvió para mirarla como recién percatándose de su presencia.- ¡Suéltala!- ordenó. En cuanto Amalia lo hizo Lucia corrió a refugiarse tras su Alfa, realmente aterrorizada.- jamás vuelvas a tocar a uno de los miembros de mi manada Amalia, recuerda que en estas tierras eres solo una visita.

La muchacha rio con frivolidad al responder.-Te equivocas, al igual que tu soy hija del alfa. No lo olvides hermanita, estas también son mis tierras.

Diana afirmó a su hermana de un brazo, clavando en este sus uñas, acto ante el cual la chica hizo una mueca de dolor.- No hermana, eres tú la que debe recordar. No eres hija del Alfa, eres la HERMANA del Alfa.- dijo haciendo énfasis en la palabra.- y por cierto, la Alfa soy yo. Así que aprende a respetarme o te obligaré a hacerlo.- esas fueron sus últimas palabras antes de soltar con fuerza el brazo de su hermana, donde sus uñas habían quedado marcadas en medialunas rojas y de seguro quedaría un moretón. Entonces comenzó a caminar, dándole la espalda a esta y tomando de los hombros delicadamente a una asustada Lucia, aun incapaz de pronunciar palabra alguna.

Deber de AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora