Capítulo 21

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Esa noche fue totalmente un caos, la joven despertaba continuamente y él solo podía consolarla y arroparla hasta que se volvía a dormir. Durmió junto a ella para velar su sueño, pero realmente no supo cómo reaccionar cuando ella aún dormida se acurrucó junto a él y pasó uno de sus brazos por sobre su cintura para abrazarlo, solo se quedó allí, quieto, temiendo que ante el más mínimo movimiento ella despertase. Pero ahora se había dado cuenta que posiblemente había sido un error, Zaida había entrado en su tienda y los había visto así, durmiendo abrazados, sin delicadeza alguna tiro la jarra que llevaba en sus manos haciendo que tanto Noe como la joven de la cual aún ellos desconocían el nombre despertarán dando un brinco del susto, quedando de inmediato sentados mirando en dirección a la recién llegada, la joven de unos 18 años llevaba su largo y oscuro cabello recogido en una trenza que caía por el costado izquierdo de su pecho, llegando hasta casi su cintura a diferencia del cabello de Noe, el cual lucia y era sedoso al tacto, el de ella parecía tosco. Sus ojos eran verde oliva y su piel morena, llevaba un vestido hecho de pieles que le llegaba a la rodilla y que en la parte superior tenía un sencillo cuello cuadrado, una gruesa tira de cuero ajustaba el vestido a su cintura, para marcar su figura.

-Ten cuidado Zaida.- le reprendió Noe por haber tirado la jarra, aunque sabía de antemano que no se había tratado de un descuido, solo esperaba que no dijese nada al respecto.

Diana se alejó un poco más de él cuando notó la mirada asesina de la muchacha sobre ella y su brazo aún puesto sobre la piel desnuda del joven, no se explicaba cómo había llegado ahí, pero estaba completamente segura que no había sido intencional, no porque el chico no hubiese estado "bueno" (no lo digo yo, lo piensa Diana), sino porque ella era demasiado vergonzosa y recatada como para hacer algo así a solo horas de conocer a un chico, además no lo recordaba, como muchas cosas últimamente. Zaida dio un paso más en dirección a ellos, pisando los trozos de la jarra mencionada.- ten cuidado con los...- Diana no terminó su frase porque la muchacha esta vez la fulminó con la mirada.

-¿Así es cómo te haces cargo de una persona enferma?- preguntó ahora mirando a Noe, aunque lo que sus ojos expresaban había cambiado considerablemente, ahora estaban al borde de las lágrimas.- ¿Encamándote con ella?- ¡¿qué?! Gritó mentalmente Diana, ella sabía que nada de eso había pasado, pero realmente le horrorizaba que alguien pudiese tener una idea tan errónea de ella.- ¿No tenías otro modo de sanarla?

No pudo contenerse más y abrió la boca, pobre chico, estaba siendo juzgado sin haber hecho nada más que cuidarla durante toda la noche.- Oye, oye, oye. Alto ahí.- habló encontrando por primera vez su propio tono de voz, el cual era bastante mandón para su propio gusto, ya que las palabras habían sonado un tanto rudas.- Las cosas no son como las estás diciendo.- continuó, pero tan pronto como lo hizo se dio cuenta que la joven había malinterpretado sus palabras, intentó explicarse, pero un grito de la morena se lo impidió.

-¡Zorra! ¡¿Acaso andas yayün?!- por alguna razón agradeció no haber entendido a que mierda se refería con eso, porque estaba segura que no era nada lindo.- ¡Eres una...!- gritó antes de intentar abalanzarse sobre ella, pero Noe logró afirmarla en el aire, justo antes de que aterrizase sobre ella, bueno, mejor dicho logró atrapar a un lobo que se veía bastante furioso, su pelaje era gris y sus ojos seguían siendo los mismos y se retorcía intentado escapar del agarre del joven.

Diana se puso de pie y notó como su pulso se aceleraba, su sangre parecía hervir, su respiración se volvió trabajosa, jadeante y sus sentidos se agudizaron considerablemente, su lobo se había sentido amenazado y por más que intentaba controlarse no lo lograba, de pronto, solo lo dejó fluir.

Su loba tomó el control y adoptó una posición que ella no recordaba muy bien, solo actuó por instinto, se irguió mostrando los dientes de modo amenazante, era notoriamente más grande que su adversaria, la cual ya estaba libre el agarré de Noe, pero lo que más llamó su atención, aunque no lo demostrase, fue la actitud que tomó esta, lo primero fue dejar de mirarle directamente, después agachar las orejas, luego sus patas comenzaron a doblarse como en contra de su voluntad, para quedar finalmente con el pecho pegado al suelo. Se había rendido demasiado fácil para lo molesta que estaba, cuando Diana ya se hubo relajado un poco Zaida, esta salió corriendo aún en su forma lobuna.

Deber de AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora