Finalmente, resultó ser que la muchacha no era para nada lenta o poco experta en el arte de la caza, al moverse, era consciente de cada parte de su cuerpo, desde la punta de su nariz hasta el último pelo de su cola, en ese momento observaban con detenimiento un grupo de ciervos jóvenes que se encontraba en el lugar, todos ellos eran machos, que recién comenzaban con el proceso de desenfundar sus astas. Una rama crujió bajo el peso de una de las patas del muchacho, por lo que la joven le dio una corta mirada de desaprobación. Uno de los ciervos levantó su delgado hocico al cielo, intentando oler el peligro, cosa que al parecer logro, ya que al poco de hacerlo se echó a correr alertando al resto del grupo, acto seguido la loba comenzó a correr tras ellos, deseosa de clavar sus colmillos en alguno de los fibrosos músculos de aquellos magníficos ejemplares. Tan ensimismada como estaba en su carrera, no se percató de que Noe había alcanzado a uno de los ciervos y que por ende había detenido su persecución más de un kilómetro atrás, ella ya no corría tras de ellos, sino que corría en medio de estos, sin darse cuenta había fijado un objetivo, el líder.
Como pudo, entre zarpazos y mordiscos, logró alejarlo del grupo, solo era una presa más fácil, aunque por su tamaño, se podría decir que sería algo así como una cacería emocionante. El ciervo corría entre los arboles verdaderamente asustado, desesperado y a esas alturas jadeante de tanto correr y saltar obstáculos. De pronto la loba interrumpió su carrera, se detuvo de forma abrupta, sin importarle ya en lo más mínimo el ciervo, un olor extraño se hacía en el aire, sin duda alguna eran licántropos, pero lo que más llamó su atención fueron los sollozos de una niña, intentó captar de mejor modo el aroma que llegaba hasta sus fosas nasales, pero un pequeño copo de nieve se coló por estas causándole incomodidad al punto que debió estornudar. Miró a su alrededor, se encontraba en un bosque desconocido y a simple vista se veía que no era el mismo territorio donde se asentaba la manada de Noe, sus patas estaban enterradas en la nieve, lo que le decía que esta estaba cayendo hace ya un buen tiempo, fue solo entonces, mientras analizaba todo a su alrededor que se dio cuenta que estaba sola. Ya no había más sollozos, ni nada, por más que agudizó sus sentidos, estos no lograban captar nada, aunque esto pudo deberse también al nerviosismo de no contar con el apoyo de Noe, quizás se conocían hace poco, quizás ni siquiera podían decir que eran amigos, pero era lo único que ella tenía en ese momento. De pronto un grito que más bien parecía un chillido llegó a sus oídos, sin pensarlo dos veces corrió hasta la fuente de sonido. Corrió lo más rápido que sus patas le permitieron hasta que la escena se formó ante sus ojos, una niña de no más de seis años estaba se espalda sobre la nieve, intentando con sus escuálidas fuerzas arrastrarse con sus codos fuera del alcance de dos lobos que mostraban sus dientes hacia ella de forma amenazante. Sin pensarlo se interpuso entre la niña y los lobos gruñendo, si estos no accedían a retroceder por las buenas, ella los obligaría por las malas. Analizó sus probabilidades, el lobo que estaba al frente era grande, aunque no tanto como ella, tenía un pelaje gris un tanto opaco y sus ojos parecían ser rojos, físicamente parecía ser un lobo bastante fuerte, pero sin saber la razón, la muchacha confiaba lo suficiente en sus desconocidas habilidades como para dejarse amedrentar, el lobo que se encontraba a su costado derecho era más pequeño, seguramente de rango menor dentro de la jerarquía de la manada, este tenía una cicatriz en la pata delantera izquierda, de tener que luchar, debía tener claros los puntos débiles de sus oponentes, ese era uno de ellos.
El lobo gris dio un paso hacia adelante, acto ante el cual ella respondió con un gruñido de advertencia aún más fuerte, no sabía si la niña pertenecía a la manada de ese tipo, o si guardaba algún parentesco con ella, pero si la niñata estaba asustada de él por algo habría de ser y la actitud que ellos tenían para con ella en el momento en que apareció no era la más adecuada para tratar a alguien que estimas, así que no daría su brazo a torcer. El lobo ignoró la advertencia y dio otro paso más, paso que esta vez fue recompensado con un fuerte manotazo con las garras desenfundadas en el cuello, este abrió sus fauces y enseño todos sus colmillos, indicando que estaría dispuesto a luchar, ambos tomaron posiciones y saltaron el uno sobre el otro, impactando de lleno en el aire, gruñidos inundaban el lugar mientras que el otro lobo giraba en torno a ellos. Diana logró romper una de las orejas de su adversario, si bien no era un herida de gravedad debió haber dolido por el aullido de dolor que soltó su contrincante, pero de seguro el dolor de él no fue ni mínimamente comparable con el dolor que sintió ella cuando el enterró profundo los colmillos en su hombro, incluso la joven creyó escuchar el sonido que produjo su carne al ser perforada. Aprovechó la cercanía para morder el pecho del lobo y de este modo hacer que soltase el agarre de su hombro, pero en cuanto lo hubo hecho uno de los otros se le abalanzó por la espalda e intentó morder su cuello, afortunadamente logró estrellarlo contra un árbol antes de que este cumpliera su cometido. El lobo gris volvió a atacar, esta vez ella fue más rápida y logró esquivarlo, dio una rápida mirada para ver en qué condiciones se encontraba la niña y se le partió el corazón al verla agazapada junto a una roca mirando con horror la riña, todo eso debía terminar cuanto antes, no era sano para una pequeña ver algo así. Esta vez fue el turno del lobo de la cicatriz saltar sobre ella, en el intento de esquivarlo el lobo gris mordió su lomo, dejándola adolorida y tumbada sobre el frío suelo, cuando este se acercó posiblemente para rematarla, ella aprovecho la oportunidad y mordió una de sus patas, la que hizo un feo sonido al quebrarse, en realidad fue difícil identificar que sonido fue más horroroso, si el del hueso al ser fracturado o el aullido de dolor que profirió el lobo, aunque realmente se lo merecía, ambos salieron corriendo como pudieron, uno cojeando y el otro como perro faldero tras su amo. Aunque debía reconocerse que la escena fue por decir lo menos gratificante.
Cuando intentó ponerse de pie se dio cuenta que realmente la herida de su hombro era más profunda de lo que parecía, sentía la carne abierta y le dolía como el demonio, pero en ese momento lo más importante era devolver a esa tierna niña de grandes y despiertos ojos marrones con su familia, quienes de seguro la estaban buscando. La pequeña se encontraba agazapada con la cabeza escondida entre sus rodillas junto a un árbol, la loba se acercó a ella cojeando y despacio, teniendo especial cuidado en no asustarla más de lo que ya estaba. Una vez estuvo lo suficientemente cerca lamió suavemente la mejilla de la niña, indicándole que ya no tenía por qué temer, en cuanto lo hizo la niña se abrazó a su cuello y hundió su carita en el pelaje de su pecho para llorar, a pesar de que su hombro ardía y tardaría más de lo "común" en sanar, debido a que las heridas habían sido provocadas por otro lycan, no fue capaz de apartar a la niña, en algún momento después de haber despertado en la tienda de Noe ella se había sentido igual de sola y desprotegida, así que podía hacerse una idea de las cosas que pasaban en ese instante por su cabecita. Tenía que tranquilizarla, pero en su forma de lobo ella no entendería una palabra, por lo que decidió hacer algo que lógicamente iba en contra de su instinto, transformarse en humana, eso lógicamente le provocaría un desgaste de energías, pero no podía dejar así a esa pequeña.
En cuanto se hubo transformado la nieve comenzó a quemar sus pies y piernas desnudas, además de que obviamente su herida se hizo visible, era realmente grande y de la carne desgarrada brotaban hilillos de sangre que manchaban su piel, pero eso debía esperar.- Querida, deja de llorar, ahora estas a salvo.- la niña se apartó de ella para mirar su rostro y asentir entre sollozos.- ¿sabes cómo volver a casa?- la niña volvió a asentir.- Haremos algo, me volveré a transformar en lobo, entonces tu subirás a mi lomo y me irás indicando el camino, ¿te parece?.
La niña le dedicó una hermosa sonrisa en la que faltaban algunos dientes y otros, los que ya habían vuelto a crecer, eran visiblemente más grandes que los demás, con sus mejillas y naricita roja se veía realmente adorable.- Si, porque tú eres buena.- fue lo único que respondió la niña.
-Muy bien, entonces, ¿estás lista?- la pequeña volvió a asentir y esta vez Diana no pudo evitar besar una de sus mejillas.- ¿Cuál es tu nombre?
-Susana.- respondió la pequeña de forma tímida.
-Bien Susana, ahora vamos a casa.- la joven tomó su forma de lobo y la niña subió rápidamente a su lomo, tal y como habían acordado, en cuanto lo hizo la muchacha sintió una punzada de dolor, pero la ignoró y comenzó a seguir las indicaciones que la niña decía muy cerca de su oreja, mientras con ambas manitos se abrazaba a su cuello para no caer.
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¡Hola! como se habrán dado cuenta, el hecho de que Diana y Beltrán se conozcan es inminente, es por eso que quería preguntarles algo, ese momento ¿quieren que sea narrado por uno de los dos o que siga siendo narrador omnisciente como en todos los demás capítulos?, les dejo esa preguntilla. Muchas gracias por leer, les deseo una excelente semana y los quiero Lobeznos, bye. :)
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Deber de Alfa
Kurt Adam"-Desde pequeña fui criada para algún día ser el Alfa de la manada de mi padre y el momento ha llegado. Ahora he de hacer cumplir y respetar las leyes de mis antepasados. En especial una, la principal, la lealtad de la manada para con su líder. Cual...