Capítulo 1

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Un lobo rojizo y de vibrantes ojos verdes corre por el bosque, saltando todos los obstáculos que se cruzan en su camino, sin dar tregua a su rápida huida. Tras de él, una loba bastante grande para ser hembra, pero no tan grande como un macho y menos como este que sobresale entre los de su género por su tamaño. Le persigue, el pelaje negro azabache de ella se mueve por el viento y sus ojos rojos, irradian vida mientras corre decidida a alcanzarle, hasta que finalmente, después de correr más de un kilómetro, en un descuido del primero ella se abalanza sobre él, logra derribarlo y se posiciona sobre este.

-¡Que lento Dante!-rio la loba mediante la comunicación mental que une a miembros de una misma manada.- Creí que tardaría más en atraparte.

-No es eso Diana, creo que me lastimé una pata.- mintió el lobo mientras enseñaba una de sus patas delanteras, aun bajo el peso del cuerpo de la loba.

-¿De verdad?- preguntó ella realmente preocupada, al tiempo que intentaba quitarse de encima de él lo más delicadamente posible. Pero Dante aprovechó la oportunidad y la redujo invirtiendo la situación.- ¡Eres un tramposo!- le reprochó Diana entre risas.- quítate de encima Dante.-intento quitarlo, aunque no precisamente porque quisiera, sino más bien porque lo veía como un nuevo juego.

-No lo haré.- respondió Dante con tono seguro e incluso un poco seductor.

-¿Se podría saber el por qué?- replicó ella con una voz que indicaba, que de haber estado en su forma humana tendría una sonrisa pícara plasmada en el rostro.

-Porque me encantaría estar sobre ti en mi forma humana y ya que no me dejas, debo aprovechar que puedo hacerlo en mi forma de lobo.- le respondió aún de forma mental el lobo, continuando con el tono seductor que había comenzado a utilizar hace un rato, ahora mirándola de un modo penetrante.

Diana sintió que de haber estado en su forma humana sus mejillas estarían totalmente enrojecidas, por lo que respondió en un tono bastante tímido, algo muy raro en ella, en especial si estaba hablando con Dante, con quien la mayoría de las veces, estando en privado obviamente, utilizaba un tono que dejaba al descubierto cuan cercanos eran.- Lo siento, pero sabes que no...

-Tranquila.- le interrumpió él.- Sé que no estás lista y te esperaré todo el tiempo que sea necesario, era solo una broma.

-Gracias.- dijo ella antes de frotar su cabeza en el cuello de Dante y ponerse de pie.- Ahora volvamos a la aldea ¿sí?-añadió antes de adoptar una actitud juguetona y salir corriendo a la espera de que el joven corriese tras ella, cosa que no tardó mucho en ocurrir.

Si había algo que le gustase a Diana de pertenecer a la manada Draco era que el territorio de esta era bastante extenso, consistía en un pueblo en el que habían casas bastante amplias, en donde vivían los integrantes de la manada y grandes extensiones de bosque alrededor de estas, por donde podía correr sintiéndose libre y lejos del peligro que muchas veces suponían para ellos los humanos.

De pronto, mientras recorrían el camino a casa Diana sintió un olor, no, más bien un hedor bastante peculiar y que con los años había aprendido a identificar a la perfección, nada bueno podía significar.

-Vampiros.- advirtió a Dante mediante el vínculo.

-¿Crees que anden en busca de problemas?-respondió este con evidente preocupación.

- Qué otra cosa sino Dante.

El joven no logró responder, ya que debieron frenar la carrera de modo abrupto, debido a que frente a ellos, impidiéndoles es paso habían al menos tres de esos seres que ella consideraba tan despreciables, aunque esta opinión se debía más que nada a la influencia de su padre, quien desde muy pequeña le había hablado de como esos adefesios habían asesinado a su tío Salomón, el padre de Dante y mejor amigo de este. Diana al tenerlos en frente no pudo más que erguirse, aparentando ser un lobo de tamaño aún mayor, aunque más que por esa razón lo hacía a modo de mostrar el orgullo y la arrogancia tan típicos de ella frente al enemigo. Jamás se le vería con la frente o mirada baja frente a quienes considerase una amenaza.

Deber de AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora