CAPÍTULO 29

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Joe

Me despierto con la imagen aún grabada en mi mente: el chico sosteniendo a Sarah en el aire, su risa, y la forma en que parecía tan cómoda en sus brazos. No pude verle la cara, y eso me come por dentro. Así que, sin pensarlo mucho, decido escribirle.

—Sarah, te vi, con otro chico.

La respuesta tarda en llegar, y el tiempo se convierte en una tortura que no parece tener fin. Finalmente, el teléfono vibra.

—Sea lo que fuera que vieras, seguramente no es lo que te puedas estar imaginando.

Siento un nudo de frustración en el estómago.

—¿Entonces quién era?

Su próxima respuesta me golpea más fuerte de lo que debería.

—¿En serio, Joe? ¿No confías en mí?

La leo varias veces antes de responder.

—Sarah, ¿Quién era?

Pero esta vez, el silencio dura más de lo esperado. Minutos después, aparece su respuesta.

—Necesito un poco de tiempo, Joe.

Mi respiración se queda atrapada. Tiempo. Esa palabra siempre significa algo peor de lo que parece, y antes de pensarlo, ya le estoy escribiendo de vuelta.

—¿Tiempo? ¿Cómo?

El mensaje se queda en visto. Dejo el teléfono sobre mi pecho, incapaz de moverme, de sacarme de encima la ansiedad que me atenaza.

Decido dejar de lado mis dudas y centrarme en la carrera que gané ayer. Fue un buen día, y tengo derecho a estar orgulloso de mi victoria. Me esfuerzo por apartar cualquier sensación de culpa o remordimiento por los otros corredores. Después de todo, es lo que tiene una competición, y los demás sabían a lo que iban.

De repente, mi teléfono suena. Respondo sin siquiera mirar quién es.

—¡Tío! Mañana hago una fiesta en mi casa, estás invitado. Puedes traer a algunos amigos.

Es Mike, y me sorprendo al sentirme aliviado de escuchar su voz.

—No sé, mis padres ya están hartos de que no esté en casa —río, aún que ya tengo la decisión tomada.

—No te hagas el difícil, Joe. Te esperamos.

Corto la llamada y lanzo la camiseta al suelo antes de ir al baño. Bajo a la cocina para desayunar, pero la atmósfera en la mesa es extraña. Mi madre y mi padre están más callados de lo normal, intercambiando miradas que me resultan difíciles de descifrar. Intento romper el silencio.

—Mike organiza una fiesta mañana —digo, sin saber qué más agregar.

Ellos asienten con indiferencia y me dan permiso, pero el silencio incómodo persiste, y me siento más que aliviado cuando, después de comer, mi padre se marcha y me quedo solo con mi madre. Aún así, ella no tarda en abrir la puerta cuando suena el timbre. Es Carlos, con su inconfundible sonrisa, acompañado de Mike y algunos otros chicos del grupo.

—¿Te vienes o no? —me pregunta Carlos, mientras Alice me lanza una mirada rápida desde la moto detrás de él.

Subo las escaleras corriendo para ponerme los vaqueros y recoger el casco antes de unirme a ellos. Pronto, el rugido de las motos llena el aire mientras nos dirigimos a un bar de carretera que conocemos bien, uno donde a veces vamos para hablar de todo y de nada. Donde no hay clientes fijos, y la gente de la ciudad apenas conoce.

Ya en el bar, me levanto para pedir algo de beber, pero entonces lo veo.

En la barra, con la cabeza inclinada sobre una cerveza, está mi padre. Nunca lo había visto aquí antes, y ciertamente no con ese aire perdido, como si tratara de ocultarse de algo o de alguien. Me acerco despacio, sin saber muy bien qué hacer o decir, hasta que finalmente murmuro:

—¿Papá?

Mi padre se gira lentamente, con la misma expresión de sorpresa que debo tener yo al verlo aquí, en este lugar perdido de la ciudad. No es un sitio donde esperaría encontrarlo, y desde luego, no a esta hora. Nuestras miradas se encuentran, y aunque intenta poner cara de indiferencia, alcanzo a ver un rastro de incomodidad en su rostro.

—Joe, ¿Qué haces aquí? —su tono es serio, casi a la defensiva.

—Esa misma pregunta te hago yo a ti. —Intento sonar relajado, pero hay una tensión palpable en el ambiente.

Él deja su cerveza en la barra y me observa, como si intentara decidir qué decirme. Finalmente, después de un momento de silencio, solo suspira.

—¿Qué coño te pasa últimamente? ¿Te vienes aquí a beber antes que estar con mamá? —pregunto, sintiendo la frustración brotar en mí mientras miro de reojo a mis amigos, que afortunadamente están inmersos en su propia conversación.

—¿Me tengo que ir acostumbrando, no? —continúa, como si estuviera tratando de encontrar las palabras adecuadas. —Tú prácticamente ya nunca estás en casa, y últimamente es  muy complicado lidiar con tu madre-

—¿Os vais a divorciar? —la pregunta sale de mis labios antes de que pueda detenerla.

Su reacción es un estallido de risas nerviosas. Nunca había visto a mi padre así, y no sé si es la bebida, el lugar, o algo más profundo, pero la situación me pone nervioso.

Me doy la vuelta, dispuesto a volver a la mesa con mis amigos. Algo me hace sentir que es mejor no quedarme mucho más aquí.

Sin embargo, cuando estoy a punto de irme, escucho que me llama.

—Joe. —Me detengo, pero no me giro.

—Quizás no soy perfecto, pero espero que sepas que siempre he intentado hacer lo mejor para ti y para tu madre—La frase me deja helado, con una mezcla de resentimiento y tristeza. Intento no mostrar nada en mi rostro y regreso a la mesa, donde Carlos y los demás están demasiado ocupados en sus propias conversaciones para notar el cambio en mi ánimo.

—¿Todo bien, tío? —me pregunta Mike al notar mi expresión.

—Sí, sí, nada... —Murmuro mientras bajo la mirada, buscando distraerme en el vaso frente a mí. Pero el encuentro con mi padre sigue rondando por mi cabeza.

El ambiente del bar se vuelve un eco lejano mientras me pierdo en mis pensamientos. No puedo evitar pensar en la brecha que se ha creado entre mi padre y yo, y en lo que realmente está sucediendo en casa. Cada trago de cerveza que tomo me parece un intento fallido de ahogar a mis pensamientos.

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Arriba os dejo con Lauren, en este capitulo no aparece, pero como ya dije ire poniendo un personaje por capitulo.Yo me imagino a Lauren parecida a Madison Beer, ¿como os la imaginabais vosotros?

¿POR QUÉ YO? // REESCRIBIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora