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Muy bien, llevo aquí 10min, pero no porque ella llegue tarde, sinó porque yo estoy desde las 17:45. Faltan 5min, cinco malditos minutos.

- Qué puedo hacer... ¿Y si compro dos helados? Mierda, que idiota soy, es invierno... Da igual.

Cuando llegué a la heladería que quedaba cerca, que no sé porque estaba abierta en pleno invierno, el idiota del chico ese que atendía, tardó más que una abuelita pasando por la calle. Cuando salí, eran ya las 18:07.

¿Dónde está?

No la veía por ningún lado hasta que... la vi.
Llevaba puesto unos tejanos apretados color azul claro, junto con unas botas negras y un abrigo largo hasta los muslo, negro también. Su cabello largo del color de la noche, lucía perfecto, pero un poco alborotado por la culpa del viento, pero eso le daba un aire encantador.

- ¡Hey! ¡¿Dónde vas?!

Vamos, girate.

Se giró, y nuestros ojos volvieron a encontrarse.

- Pensé que no vendrías.

- No-no-no, fui a comprar un par de helados...

¿Se pensaba que era una broma?

- Gracias.

Le di el suyo, los dos eran de cereza, nata y chocolate.

¿Le gustará?

- Guau, escogiste bien, es mi combinación favorita. - dijo sonriendo.

Relamente poseía una bella sonrrisa.

- ¡No te creo! ¡La mía también!

Ella solo me sonrió.

- Bueno, vamos a mi casa, está a 3min.

Y ella solo asintió.

El camino fue largo, o al menos para mi. Ninguno hablaba, pero tampoco quería entablar una conversación con ella, solo era una pequeña ayuda y ya está.

- Llegamos. No hay nadie en casa así que nadie nos molestará.

¿Asentir es tu vida?

Le hice una seña para que me siguiera hacia mi habitación, y cuando entramos, la miré y su expresión era muy graciosa. Sus carnosos labios formaban un pequeño aro entreabierto, sus oscuros ojos estaban agrandados, aunque estaba intentando disimularlo fallidamente.

- ¿Nunca has visto una habitación?

- No pensé que la tuya fuera tan... ¿ordenada?

¿Perdona? Bueno... puede que antes sí, antes de que Alfonso me obligara a ordenarla toda enterita hasta que me acostumbrara, y mírame ahora.

- No me conoces. Tu seguro la tienes perfectamente ordenada por color, tamaño, etcétera.

- Lo mismo digo, no me conoces.

- Quién sabe. Con solo verte, puedo saber que eres la niñita perfecta de mamá y papá. Les hace caso hasta la muerte. Seguro que hasta nunca te han castigado.

Qué mierda estoy diciendo.

- ¿Sabes? Si me has traído aquí para comenzar a decirme estupideces, mejor ahorrate tu lindo tiempo. Seguro que todo esto esta siendo gravado, ¿verdad? Odio a las personas como tu. Adiós, no necesito tu inútil ayuda superficial.

Sin palabras... la primera vez que no tengo nada que decir...

- Oye espera, esto no es ninguna broma. ¡Te enfadas por cualquier cosa!

Quisiera ConocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora