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Tenemos dos malditas y asquerosas semanas para hacer cada uno, los dos dibujos. Primero, se me da muy bien acordarme de cada detalle de alguna obra... ¡¿pero pintar en acuarelas?! Imposible... ¿Que hago? ¿Que hago? ¿Que hago?

- ¿Y por qué no comienzas con el tuyo? ¿No crees que sería más fácil? A parte, ya tendrías la mitad del trabajo terminado.

- No Alfonso. Quiero hacer primero el de ella porque así me podría demostrar a mi mismo que soy capaz de hacer cualquier cosa.

- suspirando. - Tienes que estudiar más.

- Ay Alfonso, no sé como podemos ser mejores amigos si somos todo lo contrario...

- Eso me preguntoyo, cada día de mi vida.

Aveces me da un poco de pena mi amigo jejeje. Aún me acuerdo de aquella noche, cuando sus pobres ojitos color avellana estaban llorosos por culpa del imbecil de Pablo, un chico un año mayor que nosotros, lo estaba insultando por llevar lentes y ese aparato en los dientes, ¿cómo se llamaba...? Y ahora imaginensé como es. ¡Detrás de esa fachada de prendas con bueno... ropa con algo de estilo, tiene mejor cuerpo que yo y una sonrisa casi igual de radiante que la mia!

- En que tanto piensas?

- ¿Yo? En nada. Solo en el estúpido concurso ese...

- ¿Estúpido? Te recuerdo que fuiste tú quien quería hacerlo.

- Sí pero... ¡Yo quería ganar! ¡Ser el único el todo el mundo! JAJAJAJAJA

- Anda, vete a dormir ya, que es tarde y te está afectando el cerebro. Ni siquiera sé porque estoy aquí.

Porque te preocupas por mi.

- Alfonso... - lo miré con ojitos de bebé.

- Dime. - me miró sin expresión alguna.

¿Cuando habitará algún brillo en tus ojos?

- Gracias por ser mi amigo.

¿A que diablos viene eso? ¿Por qué acabo de decir eso?

- ¿A que viene eso? ¿Te ocurre algo? -se comenzó a acercar hacia mi.

- Yo... no sé.

Me odio a mi mismo.

- Alfonso. ¿Existe alguien en tu pequeño mundo en el que estés enamorado?

¡Pero no te quedes callado por media hora!
Que incomodo...

- No lo sé. Adiós.

¿?

- E-Espe-Espera.

- No llegues tarde mañana. Pensar todo el fin de semana, e incluso faltar a dos fiestas, es demasiado para ti.

- Está bien... nos vemos mañana.

Y sin más que decir, salió por la puerta blanca de mi habitación, haciendo un pequeño ruido al cerrar. Escuché sus pasos y eran más lentos de lo normal.

¿Enamorado de alguien? No... no creo. Aunque, está raro... Ay Alfonso, Alfonso, mi querido Alfonso...

Decidí echarme para no hacer enojar a Alfonso mañana, e intenté dormir con el móvil debajo de mi almohada.

**********

- ¡Alfonso, no te enfades conmigo por favor! - dije gritando fuerte, delante de toda la clase al entrar.

Alfonso, Alfonso, Alfonso... ¿Dónde coño está?

- Le parecerá gracioso, ¿verdad?

- ¿Y Alfonso?

- ¡Hagame caso cuando le hablo!

- Y tu contestame cuando te pregunto.

Error

Todos nos estaban mirando a la maestra y a mi.

- ¡Váyase inmediatamente de mi clase! ¡Está castigado, a la sala de castigados!

- ¡Amargada!

Y salí dejando un portazo bien alto, transmitiendo mi odio hacia la maestra y a su estúpida clase.

- ¿Qué hago? Tengo que ir pero...

Mierda, mierda, mierda y más mierda.

- ¿Con quien cojones hablas?

Mierda, que susto.

- A ti que te importa.

- Tranqui, tranqui.

- Callate la boca Miguel. ¿Tu sabes por qué no ha venido el Alfonso?

- ¿No ha venido? - dijo mientras una enorme sonrisa diabólica salía de su tremenda boca.

- Por algo te lo pregunto.

- Yo qué sé. Ahora sí podré hacer lo que quiera en el patio, jajaja.

Que idiota...

- Por cierto, ¿de que hablabas antes?

- Me han expulsado de clase y quería hacer campana para visitar a Alfonso.

- ¡Te acompaño! A mi también me han expulsado.

- ¿Has llegado tarde?

- No.

- ¿Le has gritado a la maestra?

- No.

- ¿No has hecho las tareas?

- No

- ¿Te has portado mal y has comenzado a gritar por todas partes?

- Joder, eres malo adivinando.

- Cierra la boca. ¿Por qué te han expulsado?

- Después de que te vayas, la maestra se sentó en la silla de ruedas y se cayó de culo. - dijo encogiendose de hombros, como si fuera lo más normal del mundo.

- Y supongo que fuiste tú el que le hizo algo a la silla.

- Sí, pero después de caerse, gritó mi nombre. ¿Cómo diablos supo que era yo?

Este bromista... ¿La hiperactividad tendrá un límite de tiempo? Porque a este idiota de cabello marrón, ojos negros y piel bronceada, no se le acaba ni con drogas.

- Será que ya se acostumbró a decir tu nombre cada dos por tres y automáticamente dijo el tuyo y acertó a la primera.

- Puede... Bueno, ¿vas a ir?

¿Voy o no voy?

- Sí, paso de estar encerrado en este odioso lugar, ya que mi día comenzó mal.  -dije rodando los ojos.

- Uiuiui, mejor no me acerco demasiado. - dijo dando pasos lentos hacia atrás.

- Callate. No quiero que me acompañes, quiero ir solo. ¿Por qué no vas a molestar a Carol?

- Mmm... Ok, tampoco pensaba ir a la sala de castigados, y como no quieres que te acompañe... me voy a molestar a esa morena tonta.

- Adiós.

Y me fui. Caminé por los pasillos como si nada, ya estaba acostumbrado porque si me preguntaban, decía que iba al baño. Salí por la puerta del patio de atrás, caminé unos 15m más y salté las rejas blancas que envolvían el instituto.

Bien, salí una vez más.


Quisiera ConocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora