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Al día siguiente decidí no ir a clases. Solo iría a la salida, para buscar a la niñita esa.

¿Por qué tarda tanto?

Esperé un poco más, y la vi. Venía con la estúpida de la Cristina. Esa chica me odiaba, y yo sin saber por qué me odiaba tanto, decidí odiarla también.

- ¡Ei!

Ella se giró, pero estaba seria.

¿Qué coño le pasa ahora?

- Qué.

¿Eso es una pregunta?

- ¿Hoy puedes?

No me di cuenta hasta que ella miró a su alrededor, yo seguí su mirada y, todos nos estaban mirando.

¿Que mierda les pasa a esos? ¿Esque nunca han visto hablar a un chico y una chica acompañada de su amiga?

- Que se vayan a la mierda. Respondeme.

- Oye, si no quiere ir, no la obligues.

- Cris...

- Escuchame bien nena, ella no ha contestado aún, así que cierra tu estupida boquita, ¿ok? - dije acercándome a ella para intimidarla.

- ¿Te crees que me asustarás acercándote así?

- ¿Por qué? ¿Quieres que me acerque más para que de verdad te asustes de lo bien que beso? -le dije serio, pero ella se ruborizó.

- Ca-callate...

La ignoré por completo y me giré en posición donde se encontraba Mar.

- ¿Vendrás hoy? - dije más calmado.

- Supongo.

Cogió del brazo a su tonta amiga y se fue.

Bien, eso espero. Espero que vengas para que me ayudes.

Eran como las cuatro y media y decidí llamar a Alfonso, me debía una buena explicación.

- ¿Por qué no has venido a clase?

- Eso no te importa. Ven a mi casa ahora mismo, y si no estás en máximo diez minutos, iré a buscarte.

Cuando terminé de decirle todo eso, colgué de inmediato, no quería discutir con el por teléfono.

Luego de esperar unos minutos, sonó el timbre. Rápidamente fui hacia la puerta, la abrí de golpe y sin decir nada, me dirigí hacia la sala, con él destrás mio.

- Bien, ¿querías algo? - dijo serio.

- Oye, somo amigos desde ya ni me acuerdo. ¿Por qué no me contaste que tenías novia?

- ¿Novia?

- Sí. Ayer te vi con la niñata esa.

- Mar no es una niñata, y no es mi novia.

- Lo que tú digas pero, ¿por qué no me dijiste que habías quedado con ella? No tenías que haberme mentido...

- No te mentí. Te dije que tenía cosas que hacer.

Me estoy cansando...

- ¡Pero por qué mierda no me dijiste nada de ella!

- Ángel, calmate. ¿Sabes una cosa? Es mi vida, y no tengo por que pedirte permiso si puedo quedar con ella o no, y tampoco tengo por qué contarte todo lo que hago.

Me siento raro... mi cuerpo se ha tensado y no puedo dejar de apretar mis puños.

- Tienes razón. -dije al fin. - Pero no tenías por qué ocultarmelo.

Quisiera ConocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora