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- Tu mochila, damela. Te pesa, ¿no es verdad?

- Mmm, ¿seguro?

- Por algo te lo digo. - dije sonriendole.

- Bueno... gracias.

Cogí su mochila negra, con cositas rosadas, y me la puse en el hombro. No pesaba tanto pero, su cuerpo era más pequeño que el mío, por lo tanto, su fuerza era menor que la mía.

- ¿Puedo hacerte una pregunta? - dijo tímida.

- Pregunta.

- ¿Por qué estabas enfadado?

- Digamos que mis amigos me sacan de quicio aveces. - mentí.

- No te creo.

- Pues no te puedo obligar a creerme.

- No lograrás convencerme, pero supongo que no es problema mío.

- Tienes razón. ¿Quieres venir a mi casa?

- ¿A tu casa?

La cara que puso me dio risa pero me la aguanté. Esa cara... quiero volverla a ver...

- Tengo un nuevo juego en la Play Station, aunque no sé si te gustará.

- Nunca he jugado a la Play pero, por una vez que juego supongo que no me hará nada. - dijo sonriente.

Fuimos en dirección a mi casa y al llegar, vi allí parada a mi... madre.

- Esperate aquí. - dije, mi voz cambió radicalmente.

No dejé que respondiera por que ya estaba encaminandome hacia la entrada, donde se encontraba ella.

- Qué haces aquí. - dije serio.

- Tu maestra me ha llamado.

- Tengo muchas.

- Una señora, creo que la de Matemáticas.

Mierda... la puta.

- Y por qué has venido.

- Como madre, tengo que vigilar a mis hijos y...

- No me vengas ahora con el papel de madre perfecta, no lo eres, ni siquiera te considero mi madre. Yo no tengo padres.

Mierda, ¿qué estoy diciendo?

- Por favor Ángel, no lo hagas más dificil.

Su voz se rompía más con cada palabra que iba diciendo, y sus ojos poco a poco se comenzaron a humedecer, haciendo que se tiñeran de rojo.

- Vete, tengo compañía.

Vi mover su rostro hacia un lado y cuando localizó a Mar, su rostro se tornó alegre.

- Al fin encontraste novia. - dijo mientras se secaba las lágrimas.

- No digas estupideces. Ella solo me siguió y le dije que volviera a clase, pero no me hizo caso. Luego la dejé estar conmigo, y se me ocurrió invitarla a casa para jugar a la Play.

¿Por qué se lo cuento todo?

- ¿Lleva mi ropa?

- Eh... sí. La verdad es que ella... bueno, se quedó a hacer un trabajo, se durmió, y al día siguiente se la presté.

- Me encanta, le queda realmente bien.

- Espero que no te moleste...

- No, para nada. Me hubiera encantado que tu hermana se vistiera así... - dijo sonriendo. - ¿Y la mochila?

Mierda.

-Vi que le pesaba y me ofrecí en llevarsela. Ahora vete.

-Siento molestar.

-No molestas...

-Hijo...

-Vete ya.

No me atreví a mirarle a la cara y mucho menos a los ojos, ella me lastimaba. Cada vez que la veía, me acordaba de todo...
Hice una señal a Mar para que viniera. Sus ojos me miraban fijamente, esa mirada no me gustaba, y encima, comenzó con sus preguntas..

-¿Ella es tú mamá?

-Sí.

-¿Por qué se ha ido?

-Tenía cosas que hacer.

¿Qué? No puede ser... ella me está a-abra-abrazando... pero, ¿por qué me siento mejor?

Estaba en shock. Realmente, sin darme cuenta, extrañaba ese calor. Su abrazo fue lo mejor que me pudo pasar aquel día de rabia y confusión. El calor que transmitía me relajó, y su aroma... su suave aroma olor a cereza, hizo en mí, no querer dejarla de abrazar nunca. Me gustaba.

- Si no quieres hablar de ello, no lo hagas Ángel, nadie te obliga. Sé que no soy tu mejor amiga, ni siquiera se si somos amigos, - dijo riendo un poco. - pero si necesitas hablar con alguien y no lo encuentras, aquí estoy yo para escucharte.

¿Por qué? ¿Por qué estoy llorando...?

- Tú... no sé como decirlo pero, gracias. - dije separandone de ella, pero sin soltar su cintura.

Ya me sentía mucho mejor. Nunca había conocido a una chica como ella, supongo que habrán muchas igual de dóciles y amables como ella pero, Mar tenía y tiene esa sonrisa y ese brillo en los ojos que muy poca gente tiene.

El resto de las horas estuvimos jugando a la Play. La muy cabezota me ganó. A pesar de ser su primer juego con la Play Statition, fue la primera chica en ganarme, ya que a casi ninguna chica le gustan ese tipo de juego, y con las que estaba, odiaban la Play.

-¿Qué hora es?

Saqué mi móvil y lo encendí.

Las 14:45pm.

- Un cuarto para las tres... - no me dejó terminar.

- ¡Oh no! ¡Vamos, llegamos tarde!

- ¿Tarde?Por si no te acuerdas, no tenemos clase hasta mañana.

- ¿No te acuerdas? - hice un gesto de confución con mis cejas. - La señora Rocío quería hablar con nosotros cuando las clases acabaran!

Mierda, se me olvidó.

- No pasa nada, ya hablaremos con ella mañana.

- No, no, no, no, no, me niego. ¡Vamos por favor! Pensé que era tan importante para tí como a mi.

Ash...

- Ok, ok... vamos...

Mira que es cabezota...

Quisiera ConocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora