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Está enamorada de mí, ¿y me trata así? No, no, no niñita, esto no funciona así.

- ¿Qué quieres? Me haces daño el brazo.

No pienso contestarte.

- ¡Me duele!

Mierda, mamá...

FLASHBACK

- ¡Déjame en paz!

- ¡¿Cómo me has podido engañar de esta manera?!

- ¡No he sido la única imbecil!

- Almenos no lo hice delante de tu puta cara.

Y... mi madre cayó al suelo, con la mano en su mejilla, dolida...

- ¡¿Qué haces?!

- ¡Ven aquí estúpida!

Le cogió el brazo y le apretaba tan fuerte que hasta yo pude sentir su dolor...

- ¡Déjame, déjame! ¡Me duele!

FIN DEL FLASHBACK

Mi respiración... la siento pesada, no puedo dejar de respirar alteradamente, ¿qué diablos me pasa?

Cuando al fin llegamos, que es detrás del almacen, que justamente queda en el patio posterior del instituto, la miré fijamente a los ojos.
Sus ojos expresaban confusión y un poco de terror.

Las chicas enamoradas, ¿no se supone que tienen que estar emocionadas por que el chico las traiga a un lugar desalojado? Aunque no la he traído aquí para confesarme ni nada de esas chorradas...

- Qué es lo que quieres. - dijo fría.

Ahora le tendría que pedir perdón, pero ella me ignoró, mierda, ¡ella me ha ignorado!

- ¡Qué es lo que quieres!

- Mierda, ¡callate!

- ¡¿Que me calle?! ¡Tú eres el estúpido quien me trajo hasta aquí a la fuerza, imbecil!

Tiene razón...

- ¡Cállate!

Mierda, te estaba buscando para pedirte perdón...

- ¿Por qué mierda me has ignorado hace un rato?

- Porque no tengo nada de qué hablar contigo.

Mira que tiene respuesta para todo... y sin embargo nunca habla.

- Ok, mira. Tanto tú como yo, parece ser que no queremos amistad alguna con el otro, así que, quiero que... que me ayudes. Necesito tu ayuda. Ala, ya lo he dicho.

Ella me miraba de una forma bastante extraña. No podía descifrar de qué forma, pero estaba seguro de que no era de odio.

- Supongo que yo también... necesito ayuda tuya... - dijo y sus ojos se clavaron en el suelo.

Así que también eh...

- Pero, quisiera que respondieras a una pregunta.

- Bien, dime.

- Lo del otro día... era algún tipo de broma?

¿Sigues pensando eso? ¡Ostia, el perdón!

- ¡No! De verdad necesitaba tu ayuda y luego... bueno, supongo que lo... lo si-siento...

No me atrevía a mirarle a los ojos, pero algo me decía que ella estaba sonriendo.

- No pasa nada.

Quisiera ConocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora