Capítulo 18

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Mi cabeza chocó fuertemente contra el duro suelo cubierto de tierra. Tenía muy pocas energías para poder levantarme. Mi vista se nubló y cerré los ojos, vencido.

Aparecí en un lugar muy extraño, todo estaba muy brillante, repleto de árboles y hierba fresca. Sorprendido, miré el cielo. Estaba repleto de millones de estrellas que brillaban con una terrible intensidad. Esto no puede ser verdad...¡Estoy en el Clan Estelar! ¿Me he muerto? ¡Aún no puedo morir!

Desesperado, comenzé a buscar alguna salida. ¡No! Pero de la nada, una estella que se movía bajó del estrellado cielo. Cuando cayó en la tierra, unos gatos bajaron de ella. Todos parecían muy sanos y jóvenes. Tenían el pelaje repleto de brillos tal y como el cielo, y sus ojos resplandecían con una enorme variedad de diferentes y bonitos colores. ¿Seran gatos del Clan Estelar?

Una hermosa gata atigrada plateada se acercó a mi. Sus bellos ojos azulados me miraban muy amigables, y me sonreía feliz.

Pronto otros gatos se acercaron ¿De verdad había muerto y me estaban recibiendo? Confundido, retrocedí un paso. La gata se me acercó y me miró comprensiva.

De la nada, abrí mis ojos. Estaba en el suelo atrapado entre las paredes de tierra. Cansado, me sacudí el polvo que tenía encima. Todo seguía igual que cuando me caí al ver ese insecto. ¡Que suerte! ¡No he muerto!

Pero...¿A donde fuí en mi sueño? ¿Al Clan Estelar? Tenía muchas dudas en mi cabeza, pero tengo que resorverlas después. Ahora lo único que tengo que hacer es salir de aquí. Tengo miedo, pero es lo único que puedo hacer.

Me acerqué a una pared de tierra. Tenía suficientes raíces para poder subir sin mayores problemas, pero a pesar de eso, sentía pánico. Con mucho cuidado, me agarré de una raíz resistente. Una vez que tuve todas las patas agarradas en las pequeñas ramas que surgían de la tierra, suspiré. Es el momento, lo haré.

Entonces, comencé a trepar lento, pero seguro. Me sujetaba con mucha fuerza, esforzando al máximo mis pequeñas garras. Tenía la barriga pegada a la tierra. No se cuanto tiempo paso, pero por fín, ví que la pared no seguía y desde el suelo surgían troncos de firmes árboles. ¡Por fín! Sin embargo, aún no podía alegrarme, siempre existía la probabilidad de caerme. Tranquilo, toqué el pasto del suelo con mis patas delanteras, jamás en mi vida me había sentido tan feliz de poner mis patas en la hierba. Con cuidado, posé mis patas traseras en el suelo.

Miré hacia atras. El hoyo estaba ya lejos de mí. ¡Siiiiiiiiiiiiii! ¡Soy libre! Pero entonces, mi estómago rugió haciendome recordar que necesitaba comida, entonces, sentí un delicioso olor. Y ante mis ojos, apareció un rollizo ratón.

Copito de Nieve: La vida cambia rápido (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora