Capítulo 60

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Han pasado dos caídas de sol desde el ataque del gato gris. Siento que mis heridas están sanando, pero me cuesta bastante moverme o incluso comer.

Pero eso no es lo único que ha cambiado. Últimamente he sentido que la gata atigrada me esta tratando distinto, como distante. He intentado acercarme un poco a ella para que me haga cariño en la cabeza o actue un poco más normal; pero hasta ahora lo único y máximo que ha hecho es dedicarme una diminuta sonrisa. No se realmente que le pasa...

Pocas veces me he asomado de la guarida en la que descanso, y cuando lo hago, he visto a muchos gatos dedicándome miradas extrañas y molestas, lo cual hace que me sienta algo extraño.

El olor de la gata atigrada anaranjada entra por mi nariz. Una vez pasa por el túnel de aulagas, se acerca a mí, con los bonitos ojos azul hielo ahora ensombrecidos, mostrando cansancio y tristeza. Sin ni siquiera mirarme a los ojos, se echa en su lecho. Yo pensé que se iba a dormir, pero en realidad solo se queda mirando hacia el vacío, con la cabeza sobre las patas. Se queda así un tiempo, hasta que de repente, se levanta y camina hacia la guarida trasera, que es el lugar donde guarda unas hierbas. Parece que tienen cualidades curativas, ya que la he visto sacando bayas y hojas de allí para ponerlas en las heridas de algunos gatos, para que después elos regresen con los daños ya sanados. De echo, creo que he aprendido la función de algunas...

Al poco tiempo, aparece de nuevo, sacudiendo la cabeza entristecida. Esta vez, se dirige al túnel de aulagas de la salida, artastrando la cola por el suelo de roca. Una vez que ya no desaparece por completo de la salida, me levanto, estirando las patas rígidas de tanto descansar, y arqueo mi espalda, lanzándole un bostezo al aire. Una vez que me estiro, camino lentamente hacia la salida, y me asomo por el túnel de aulagas, sintiendo el roce de las plantas sobre mi cabeza. La gata atigrada atravesó el claro de la cueva, y desapareció por la salida.

***

-¿Alguna señal de Estrella Sombría? -maulló algo esperanzada Pluma de Colibrí.

-Ni una, -gruñó Cola de Polvo, azotando su característica cola de color gris contra la tierra.

-Hemos ido a las Cascadas Cortantes; pero no hay ni una señal de Estrella Sombría, -añadió Flor de Agua, lamiénsose una pata para después pasársela por la cabeza.

La joven Curandera resopló.

-Bueno, pero por lo menos tenemos otro sector cubierto; quedan pocos en donde Estrella Sombría se haya escondido, y no pudo haber ido muy lejos.

-Esperemos, -resopló Cola de Polvo, entrando junto con su patrulla de búsqueda en el campamento.

Pluma de Colibrí dejó que sus patas la guiaran por el bosque. Cada paso le provocaba un terrible dolor en las zarpas. No podía dejar de pensar en Estrella Sombría y Copito de Nieve. Semilludo se resignaría a recibir su nombre de Líder hasta que hubieran encontrado el cuerpo de su padre. Y como si fuera poco, el gato de la profecía que tanta esperanza había puesto en el futuro del Clan, era sordo. ¿Como se supone que cumpliría el presagio? Pluma de Colibrí sacudió su cabeza. No. Si ese cachorro sordo había sido escogido por el Clan Estelar, no podía ser una broma. Había un motivo por el cual había sido seleccionado.

De la nada, la joven atigrada se encontró frente al río. Tras olfatear el aire, sintió el olor de la fárfara. Siguiendo su olfato, se encontró con la hierba curativa. Tenía algunas partes marrones, producto de las heladas, pero el centro estaba fresco. Rápidamente, sacó todos los pedazos vivos de la planta, y sacó una larga hoja para meter todos los brotes dentro, y así, facilitar el transporte hacia el campamento. De pronto, escuchó unos chilliditos por detrás de ella.

Volteándose, vió al otro lado de la corriente una pequeña familia de conejos. Dos crías jugueteaban en en la orilla del río, y la madre permanecía un poco más lejos, masticando la hierba. Una vez terminó su comida, llamó a sus cachorros con otro chillido. Pluma de Colibrí, observó impactada, como solo uno venía. El otro seguía quieto. La coneja volvió a llamar, pero no paso nada. Entonces, la madre golpeteó una pata trasera contra el suelo, y por fín, la cría vino, y la familia desapareció entre los helechos.

Por fín, la curandera comprendió. Así como la coneja logró comunicarse con su cría sorda, ella debía encontrar una forma de comunicarse con Copito de Nieve.

Copito de Nieve: La vida cambia rápido (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora