Types of Anime Boys (One-Shots Lemon)

Nadeshiko-kun (3)

Tercera parte.

- ¿Por qué no intentas acercarte más a Taichi?- Sugirió Nadeshiko con el mentón apoyado en la palma de su mano, observando a su novia con una sonrisa soñadora y los ojos brillantes. Ella, sentada en frente de él, hizo un sonido desaprobatorio con la garganta y de la sorpresa, casi escupe el té que tenía en la boca. Tosiendo luego de tragar esforzadamente, tomó con fuerza el haza de su taza para coger una servilleta y limpiarse la comisura de los labios con una mueca incómoda, pensando en qué le iba a inventar a Nadeshiko para evadir esa sugerencia.

- ¿Por qué me dices eso?- Contestó con otra pregunta mirando en cualquier otra dirección que no fuese el rostro de su novio. Él no dejaba de escudriñarla con una insistencia silenciosa para sacarle todo. La puerta de entrada del café sonó cuando la puerta se abrió y chocó con una campanita dorada.

- No lo sé.- Dijo con sinceridad, sin dejar de mirarla con el borde de los ojos cristalizados. Cuando tenía la oportunidad para admirarla de esa manera, no podía desaprovecharlo, y una vez que iniciaba ya no podía parar. Inclinó la cabeza a un lado y se dedicó a analizar la rojez de las mejillas de la chica. Sus pómulos suaves daban paso a un rosa delicado, puede que por la temperatura del local, o simplemente la vergüenza la estaba superando.- Tengo la sensación de que hablando con él las cosas para ti luego serán más fáciles. Además, Taichi estará encantado.

- N-no estés tan seguro de eso.- Llevó nuevamente la taza a sus labios y sorbió una cantidad mínima de líquido, haciendo ruido para evitar hacer una mueca por el dolor de haberse quemado. Frunció el ceño ligeramente y rebuscó en su mente alguna excusa, pero estaba tan distraída por los ojos de Nadeshiko sobre ella que no podía pensar con claridad. Siempre era de esa manera. Tan concentrada en su presencia, en hacer que todos sus sentidos estén dirigidos sólo a ella. Era egoísta cuando estaba cerca de él, pero en ello había un placer misterioso y perverso. Algo que solo salía a flote con Nadeshiko.- Además, no quiero molestarlo. No le gustará.

- ¿Es una broma?- Dijo, ensanchando aún más su sonrisa, dejando su brazo sobre la mesa al inclinarse, su rostro estaba más cerca que antes, y (T/n) pudo distinguir unas pequeñas y casi invisibles pecas repartidas por su nariz. Era el ángulo perfecto para revelarlo todo; antes habría creído que eran producto de su imaginación. Eran tan claras que no se verían en ningún otro momento. Maravillada, deseó volver a verlas.- Desde que llegaste lo único de lo que habla es de ti y de lo mucho que le gustaría conocerte.

Había un matiz receloso en su tono de voz. Podía saberlo por como arrugaba suavemente la nariz, como titubeaba al hablar y cómo mordió su labio inferior al terminar la frase. Sin dejar de sonreír. Muchas veces no podía llegar a entender el propósito de las sugerencias que Nadeshiko solía hacerle. No llegaba a saber si eran una prueba, si debía contestar algo que él esperaba, o eran para que contestase algo que verdaderamente pensaba. Expectante, intentó encontrar en su expresión un indicio que le dijera qué esperaba de ella. Pero era tan impredecible que le fue muy complicado llegar a una conclusión.

- Bueno...- No podía encontrar nada que responderle. No sabía si lo que tenía en mente lo haría enfadar. Pero negó con la cabeza y bajó la taza, dejándola descansar sobre el plato de la mesa. Lo miró directamente a aquellos verdes y complicados ojos, y le sonrió esperando haber acertado.- Está bien. Intentaré hablar más con Taichi. Pero no te prometo nada.

El resultado no fue para nada esperado. Él volvió a apoyar la espalda en el respaldo de su asiento y llevó la cuchara que tenía dentro de la taza a la boca, donde ya no estaba la sonrisa que tanto había mantenido. Sus cejas alzadas le dijeron que estaba más que sorprendido, atónito por la respuesta de su novia, quien nerviosa esperó a que dijera algo más. Pero solo se quedó callado asintiendo con la cabeza un par de veces. No sabía si eso había iniciado. No estaba seguro si con eso iba a arruinar todo. Sus sugerencias casi nunca eran acertadas, y siendo la primera vez que (T/n) aceptaba una, no estaba preparado para afrontar el desastre que había producido él mismo. Pero más adelante, no iba a aceptar que fue su error.