Capítulo #2

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Doy un vistazo a la tienda, podría estar haciendo algo mejor ahora, tener una carrera.

¿Estoy haciéndolo todo mal?¿Me estoy perdiendo a mí misma?

Y en ese momento, esa campanita que indica que alguien ha entrado a la tienda suena y me alegra la vida.

Alguien se ha dignado a venir.

-Una caja de cigarillos por favor.

Siento como mi barbilla se descoloca de su lugar al ver quién está parado frente a mí y no puedo hacer más que sentir rabia en mi interior, es el demente de al lado, el que despreció mi torta.

-Vete a otro lugar a comprarla, porque no te venderé nada.
-No bromees, no hay ninguna otra tienda en ocho kilómetros, hazme un favor y pásame ya una caja de cigarillos.
-¿Cómo te sentirías si te la diera, la tirara al suelo y la escupiera?
-¡Diablos! -grita, lo que me hace pegar un respingo- ¿es tan difícil darme una maldita caja de cigarrilos?

En eso, Raquel, mi jefa, sale de la parte de atrás y me mira con reprobación.

-¿Puedo ayudarlo en algo?
-Sí, quiero una caja de cigarrillos
-Aquí tiene -se la entrega- disculpe las molestias.
-Sus empleados son una mierda -dice y se larga del lugar.
-¿Puedes decirme qué diablos ha pasado aquí? -se dirije a mí.
-Lo siento...
-¿Tienes algún problema con este chico? Porque si te recuerdo mi ex-esposo tiene un negocio al lado y se la pasa viniendo a comprar cosas que odia solo para recordarme lo miserable que soy ¡pero tengo que venderle! Así que no quiero mas inmadureces de tu parte, o ya sabes lo que tendré que hacer -se marcha.

Suelto una bocanada de aire y apoyo mi codo en el mostrador de la tienda. Qué idiota el tipo ese, al menos los cigarrillos explican su demacrado estilo y su desorden en el cabello, pero no explican lo mierda que es su actitud.

(...)

Llego al apartamento, consciente de que mi madre no estaría en casa, pues se encontraba en clases de arte hasta altas horas de la noche, a esa hora era la única tanda gratis.

Al entrar al apartamento todo está oscuro, al parecer ha habido un daño eléctrico.

-Perfecto -digo sarcásticamente.

Entro a mi apartamento y alumbro con mi pequeña linterna de pila, siempre la cargo en mi bolso para una de estas situaciones, con ayuda de ella llego hasta el polvorieno mueble y me siento en él, comienzo a mirar al techo, aunque esté todo oscuro, esperando recibir alguna señal o algo que deba hacer para cambiar mi vida, para arriesgarme, para dar un giro de ciento ochenta grados.

Toc toc.

-Vaya, sí que eres rápido destino -digo para mí misma.

Voy a hablar la puerta con la linterna y veo su odioso rostro de nuevo.

-¿Qué qu...
-¿Tienes velas? -interrumpe.

Su rostro se ve aún más triste que cualquier día y sus ojos...Dios...sus ojos están hecho un asco, sus globos oculares parecen dos tomates.

¿Qué le pasa a este chico?

Señalo con mi mano el interior de la casa en señal de que puede pasar, no sé qué estoy haciendo al invitar a un completo desconocido a entrar a mi casa, pero estoy segura de que nada bueno.

Entra y se sienta en los muebles, es lo que alcanzo escuchar debido a que no veo nada, solo escucho el crujir del mueble cuando se sienta. Me dirijo a la cocina y pongo agua a hervir para hacer té, él está ahí, en la sala, perdido en sus propios pensamientos, eso imagino, ya que no lo escucho hablar, solo escucho su forzada respiración.

Dios, hasta respira como animal.

-Quiero...pedirte disculpas -por fin se dedica a hablar- por lo de hoy.
-Tranquilo, no es como si no me hubieras odiado antes -pongo la taza de té en su mano y me siento al lado suyo en el mueble ya que no tenemos más muebles en la sala.
-No es eso...estoy...pasando una mala racha.
-¿Una mala racha? No tratas así a la gente por una mala racha Hardin.
-Harry.
-¡Como sea! No te conozco pero, no puedes andar por ahí tratando mal a las personas solo porque estas "pasando por una mala racha" -hago comillas con los dedos de la mano libre, aunque no pueda verme, luego doy otro sorbo a mi té.
-Estoy haciendo todo mal, apesto, es decir, pude haber ido a la universidad o algo por el estilo pero, en vez de eso solo me dediqué a ser un bueno para nada.

¿Por qué esta hablando esto conmigo?¿Por qué está hablando casualmente con la persona más buena para nada en todo el mundo? Y lo peor de todo, ni siquiera me conoce ¿por qué de repente me habla como si me conociera de toda la vida? En este caso solo se puede hacer una cosa.

Seguirle la corriente.

-Entiendo como te sientes porque yo también estoy exactamente en la misma situación.
-Tu por lo menos tienes un trabajo y una familia, yo vivo en un apartamento que se cae en pedazos, hace años que no tengo un trabajo y cada día tengo menos dinero -siento como se cubre la cara con las manos.

Esto de hablar a oscuras es muy incómodo.

-Iré a traer unas velas -anuncio.

No sé si asiente o si hace algún otro gesto, simplemente me dirijo a la cocina y busco velas entre los gabinetes, consigo un par y las enciendo para luego llevarlas a la sala y ponerlas sobre la pequeña mesa de madera que está frente al mueble.

-Así está mejor.

Por fin puedo ver su rostro, como brilla con la escasa luz de las velas, sus ojos, aunque gastados, tienen ese profundo esmeralda que ilumina más su rostro.

-¿Por qué tiraste mi pastel al suelo aquel día? -digo de repente.

Él da un largo suspiro y esconde su cara entre sus manos de nuevo, pasan unos minutos hasta que por fin decide responder.

-Porque ese día estaba a punto de suicidarme antes de que tocaras la puerta.


Demente (h.s.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora