Capítulo #7

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El lago se ve oscuro y en él solo se visualizan los cisnes que nadan felices en él, las ráfagas de viento frío azotan contra mi piel mientras veo el hermoso paisaje, el agua crea un reflejo perfecto de la luna haciéndola ver aún mas grande.

Cuando vienes a lugares como este, simplemente te olvidas de todos tus problemas súbitamente.

La imagen del demente y la chica de la tienda llega a mi mente, es imposible tratar de digerir una imagen como esa cuando ni siquiera se lo que pienso sobre él, cuando lo veo, simplemente no se si sonreírle o salir corriendo. En mi teoría, existen dos Harrys, Harry el imbécil, aquel que lanzó mi torta al piso el primer día, y el Harry alegre, aquel que me invitó a su casa, aquel que se mostró preocupado cuando lo llamé para que fuera por mí, no sé qué haré la próxima vez que lo vea, preguntarle por su nueva novia sería algo muy obvio, pero siquiera hablarle también lo sería.

Siento un calor intenso recorrer mi cuerpo, mas no hago cuenta de ello, los pensamientos se acumulan en mi cabeza, causando un punzante dolor en mi cráneo, pero esos pensamientos no escapan de mi cabeza, la imagen de Harry y su novia, lo que puedan estar haciendo en este momento mientras yo estoy aquí sentada, es espeluznante, y lo peor es que no puedo hacer nada al respecto, ¿por qué me afecta tanto que tenga novia?¿por qué me molesta que sea feliz con ella?

Tal vez yo debería tratar de ser feliz también, tal vez deba arriesgarme también, tal vez deba vengarme.

Para cuando salgo de mi ensimismamiento me encuentro tomando un taxi, mi corazón late a mil por hora y en serio no sé que hacer.

—Rosewood calle cuatro, por favor —indico.
—Es algo lejos, tomaremos un atajo.

Siempre he tenido miedo a los taxis cuando hablan de "atajos" ¿qué diablos les pasa? Les estoy pagando para que me lleven al sitio, no para que tomen atajos que en realidad son caminos más largos para aumentar el taxímetro y que yo tenga que pagar más, qué mierda.

Marco su número en mi teléfono, esperando impacientemente a que conteste.

—Al...
—Ve a mi casa, te necesito, por favor —interrumpo y cuelgo.

Tardamos unos diez minutos en llegar a mi casa, pago el total y salgo en un santiamén, me encuentro ante la puerta de mi apartamento, esperando impaciente cuando aparece frente a mí.

Su cabello luce más rubio de lo usual y sus ojos azules se iluminan y me miran con impaciencia.

—Vine en cuanto me llamaste, ¿qué pa...

Sus palabras se ven interrumpidas por mis labios, que lo besan intesamente mientras mi lengua viaja por su boca, luego de unos segundos, Bart se aparta de mí.

—Charlotte...¿qué estás haciendo?

Me encuentro paralizada, no sé qué decir o qué hacer, siento como si hubiera hecho todo de repente, como si no hubiera sido yo la que acaba de besar a mi mejor amigo para evadir un sentimiento que no quiero sentir por un idiota al que ni siquiera conozco bien.

—Yo...

Trato de articular alguna palabra, pero miro hacia la puerta de al lado y veo a Harry parado en ésta, visualizo como aprieta los puños con fuerza y como vuelve su boca una fina línea.

No luce demacrado, ni está despeinado, está...arreglado.

Nuestras miradas de conectan mientras Bart frunce el ceño tratando de entender lo que está pasando. En menos de lo que realizo, Harry se acerca a Bart y le pega en la cara, haciendo que éste caiga al piso, Harry me mira con recelo, mientras sus ojos verdes se oscurecen, siento que han pasado años desde que ha estado mirándome y hay un terrible silencio, yo no hablo porque no encuentro palabras que decir, él no habla porque está muy ocupado mirándome con furia y Bart no habla porque debe estar adolorido.

¡Bart!

Me pongo de rodillas en el piso tratando de ayudarlo.

—¿Estás loco?¿qué diablos has hecho? —grito a Harry.

Éste me ignora completamente y desaparece por el pasillo, yo trato de hacer que Bart se levante mientras recuerdo lo que acabo de pasar y cómo todo pasó en frente de mí sin que pudiera hacer nada al respecto.

¿Qué le pasa?¿por qué de repente se enfurece?¿por qué quiere tener el maldito control sobre todo?¿Por qué me mira de tal manera que no puedo pronunciar ninguna palabra, aunque tenga miles de cosas que decir?

Harry es sin duda la persona más impredecible que he conocido en mi vida.

—Lo siento mucho, vamos adentro, te ayudaré a curarte —ruego a mi mejor amigo, quien ahora se encuentra indefenso tirado en el piso.

Y todo por un solo golpe.

Lo ayudo a entrar y nos sentamos en el sofá de la sala, busco hielo y el maletín de primeros auxilios, tratando de buscar una explicación lógica para que Harry lo golpee de tal forma, es decir, hace meses no quería ni siquiera que le hablara y ahora de repente golpea al primero que vea.

—¿Puedes explicarme por favor qué demonios está pasando? —pregunta.
—No lo entenderías.
—Charlotte, mira mi cara, creo que merezco una explicación —se defiende.

Suelto una bocanada de aire y me siento en el sofá junto a él, sosteniendo el malentín en mis manos, estoy a punto de contarle todo lo que ha pasado cuando ni siquiera yo puedo explicarlo a plenitud, la imagen de su rostro regresa a mi mente, sus dedos apretando la palma de su mano con tanta fuerza que podría jurar que sus uñas estaban enterradas en ella, las venas que sobresalían de su frente, su mirada amenzante, ¿todo eso porque besé un chico?¿por qué el puede hacerlo y yo no?

(...)

Estoy sentada en las escaleras del apartamento, apreciando el polvo que conservan éstas y lo viejas que están cuando de repente esa mirada esmeralda se planta sobre mí, trato de ignorarlo pero no piensa moverse hasta que lo mire o diga algo.

—¿Te debo algo? —pregunto con indiferencia,
—Me debes una explicación —responde.
—No te debo una explicación de nada ¿quién te crees? Tu estableciste tus estupidas reglas, yo solo las seguí, tu no tienes nada que ver con lo haga en mi vida.
—Yo no ando besándome en los pasillos del edificio —responde lo más calmado posible.

Y en ese momento siento como hierve la sangre dentro de mi cuerpo.

—¿¡Que no qué!? Ay por favor Harry, si lo único que haces es besuquiarte con tu tonta noviecita donde sea.

Y en ese momento me doy cuenta de lo que he dicho, antes de que siquiera lo hubiera pensado en mi mente.

Metí la pata.

Demente (h.s.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora