Capítulo #4

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Su cara está pálida y sus manos aprietan con más fuerza el volante.

—No quería...
—No, te prometí una respuesta, te la daré —aclara y se suena la nariz.

¿Acaso está evitando llorar?

—Mi madre murió el día que llegué al apartamento, murió por una sobredosis, antes de que preguntes, y no, no tienes que darme el largo discurso del "lo siento mucho". No iba a mudarme realmente al apartamento, solo iba a rentarlo para suicidarme en un mes, pero la muerte de esa mujer lo adelantó, solo me quede ahí por tí, como sea que te llames.
—Charlotte...—digo con los ojos como platos— Charlotte Scavo.
—En fin, me quedé ahí por tí Charlotte, supe que el hecho de que llegaras a mi puerta el mismo instante en el que estaba pensando suicidarme fue una señal, pero me molesté porque interrumpiste mi felicidad, creí que...de algún modo sería feliz si lo hacía, porque no sufriría más, pero tu llegaste en ese momento con tu sonrisa perfecta y tu torta a arruinarme los planes, y fui un idiota contigo, lo admito, pero de algún modo debo agradecerte.

Se detiene frente a la tienda donde trabajo y no puedo decir cosa alguna, siento un nudo en mi garganta.

—El...el asiento —digo refiriéndome a que el asiento en el que me senté estará mojado.
—Tranquila, son asientos de vinil, lo secaré con mi ropa —se quita la camiseta.

En ese momento me fijo en todos esos tatuajes que decoran su cuerpo, son incontables, él sostiene su camiseta en las manos esperando que me vaya para secar mi asiento, pero continúo mirando todos esos dibujos en su cuerpo y noto que tiene cuatro pezones.

—Gracias —pronuncio más bajo de lo que creí.

Salgo del auto y siento la brisa sobre mi cuerpo, la lluvia ha parado, entro a la tienda y no hay nadie, lo que me permite ir a la parte de atrás a buscar a Raquel.

—Estás tarde Charl...¿qué diablos? —pregunta cuando ve mi ropa mojada.
—No pude pagar el bus e intenté venir caminando...
—¿¡Viniste caminando!? —grita.
—¡No! Alguien me trajo
—Bueno, mi hija dejó un vestido en la parte de atrás, iré a traértelo para que te lo pongas y no parezcas cavernícola.

(...)

Lleno la tina con algo de agua caliente y algo de jabón y shampoo para que haga espuma, entro a la tina y dejo que mi cuerpo disfrute del agua caliente mientras recuesto mi nuca en la pared.

"Solo me quedé por tí."
"Supe que el hecho de que llegaras cuando estaba a punto de suicidarme era una señal."
"Luego llegaste tu con tu sonrisa perfecta y arruinaste mis planes."

¿Por qué no puedo sacarme esas frases de la mente? Y más importante aún ¿por qué no puedo encontrarle el sentido apropiado a cada una? Cuando dice que "arruiné sus planes", ¿a qué plan se refiere? Es decir, suicidarse no es un plan, es una locura.

Pero este no es el momento para pensar nada de eso, tardo unos minutos hasta que salgo de la tina y me visto, mi madre se encuentra pintando en la sala, un cuadro exótico de muchos colores que de inmediato llama mi atención.

—¿Qué pintas mamá?
—Lo llamo Shungi-Oh (se pronuncia shunguiyo) verás, existen tres facetas en el éxito, 1) Riesgo: si no te arriesgas, muchas veces no consigues nada 2) Confianza: Para tener éxito necesitas confiar en tí 3) Perseverancia: Necesitas perseverar para ganar, en la pintura cada una representa un muñeca, no tienen cabeza porque como dice el proverbio chino "la cabeza te hace perder la perspectiva de algunas cosas".
—Wow es...genial
—Lo es

Salgo y me siento en la puerta de mi apartamento, aquí siento alguna clase de...¿paz? Para pensar en algunas cosas en las que tal vez no pueda pensar durante el día.

Estoy haciendo mi rutina de relajamiento con veo esos ojos esmeralda mirándome, al parecer acaba de llegar del supermercado y lleva miles de bolsas en las manos, lo que le hace difícil poder abrir la puera, y es cuando pienso.

"Si me ves con muchas bolsas del supermercado, no me ayudes."

Sé que estableció esas reglas antes de que pasara lo de ayer, pero no quiero problemas, menos con él.

Pero es que yo no soy esa clase de persona.

Para cuando vuelvo al planeta tierra me encuentro tomando una de sus bolsas del supermercado.

¿Qué diablos estoy haciendo?

—Gracias —dice— ¿vienes adentro a tomar una soda?
—Claro

Lo veo entrando a su apartamento y la imagen de su abdomen desnudo llega a mi mente ¡diablos!¿qué me pasa?

—Ya te he hablado mucho de mí —dice pasándome el vaso de soda— es hora de que me digas algo de tí.

Me siento en el mueble de la sala y él se sienta en un pequeño mueble de en frente.

—Bueno ¿qué puedo decirte? Mi padre murió hace diez años de tuberculosis, era mi mejor amigo, sin duda me dolió mucho, pero mi madre nunca ha podido superarlo ¿y qué más? Bueno estoy sentada con un extraño tomando soda mientras mi madre hace un cuadro de historias chinas, uno más del montón —ríe.

Ésta es la primera vez que lo he visto reír en semanas, sus hoyuelos aparecen en sus mejillas y sus ojos se vuelven más pequeños, su sonrisa es de las más contagiosas del mundo.

—Deberías sonreír más seguido —sugiero con una sonrisa imborrable pintada en mi rostro.
—Entonces deberías hacerme reír más seguido —sonríe y me mira.

No puedo evitar sonrojarme ante su comentario, él se encuentra sentado en el mueble con los codos sobre sus rodillas y las manos entrelazadas sosteniendo su cabeza.

Éste no es el chico que conocí el primer día.

—¿Cómo fue tu infancia con tu madre? —pregunto y luego me arrepiento, pues la radiante sonrisa que dibujaban sus labios ahora desaparece y es sustituida por una expresión seria pero que muestra dolor al mismo tiempo. Sus ojos ya no brillan, su mirada se vuelve oscura y su rostro está palido.

¿Qué clase atrocidades pudo haberle hecho su madre a cambio de dinero?

Demente (h.s.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora