cap. 42

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Una semana después.

La luz de la luna se cola por las ranuras del techo viejo del galpón. Rodeados por la policía intento pensar como escaparemos, ellos esperan una respuesta de mí. No estoy con Zac ni con Raúl. Ellos me ayudarían pero no están y la señal esta mala, así que no puedo llamar. Estoy atrapada, estamos atrapados.

– Ríndanse, los tenemos rodeados – la voz de mi padre aterriza en mis oídos y un odio hacia el fluye como el agua. Tan rápido y suave. Suspiro y vuelvo a pensar, ¿Qué haría Raúl o Zac?...

Y es ahí donde esa loca idea vuelve a mí. Ellos quieren la droga y también a nosotros, entonces se la daremos.

– Chicos. Vengan, tengo una idea – los chicos se acercan a mí y me observan. – tenemos las mochilas llenas de droga, ¿no? – todos asienten – bien. Tenemos como mínimo diez a quince minutos para salir, sino lo hacemos, ellos entraran a la fuerza y nos mataran cada uno de nosotros si nos oponemos. Tenemos que cavar un agujero, esto es tierra así que será fácil, pero tiene que tener por lo menos cinco metros de profundidad, tenemos que meter la droga ahí, llenamos los bolsos de tierra, de la que cavaremos. ¿Entienden? – los miro esperando que estén de acuerdo con el plan pero se miran entre sí.

– No lo haremos a tiempo – ruedo los ojos.

– Somos veinte, diez que cavemos y nueve que metan la tierra en los bolso y uno que vigile. – siseo.

– Bien. ¿Pero que pasara con nosotros? – pregunta otro.

– tenemos una bomba lacrimógena, ¿no? – asiente todos viendo mi idea. – bien. Después que la tiremos, vamos a disparar, nos protegeremos con los propios bolsos, estarán llenos así puede que el porcentaje que nos protejan de las balas, sean altas. Saldremos todos corriendo a la camioneta. Para despistar de la mercancía busquemos algo, debe de haber pintura u otro químico. – asiente. – empecemos. – todos nos esparcimos para hacer la labor.

– Señores tiene diez minutos para salir, sino lo hacen por las buenas entraremos a la fuerza – el compañero de mi padre es el que habla por el megáfono.

– señores ya tenemos el minutero, es mejor que lo hagamos rápido – imito la voz del hombre y los chicos se ríen.

Camino en busca de algo que huela y despiste el olfato del sabueso. Hay una caja bien cerrada, puedo ser que hay algo que me ayude. Tomo la navaja y la abro, me encuentro bolsas de basura. La bajo y abro la otra, tiene periódico viejo, ¡no!

Hay otras en la esquina, corro ya que el tiempo está en nuestra contra. Las abro y las dos tienen, ¿cloro? Esto servirá, lo echaremos todo.

– Chicos, tenemos cloro – digo. Me llego al hueco que está haciendo Marco con Louis. Los demás llenan los bolsos con tierra mientras que algunos vigilan. Ayudo a los chicos a cavar.

– Listo – dice Marco. Se seca el sudor de la frente y empieza a meter la droga al hueco. Toda la mercancía para al hueco.

– Cinco minutos – anuncian. Me doy cuenta que todos unidos terminamos rápido. ¿Por qué no lo hacemos para hacer cosas buenas? Tengo reconocer que el mundo está mal, muy mal. Intoxicado de la maldad.

Se termina de tapar el agujero con tierra, echamos el cloro, el resto ponemos la caja con cloro derramado. Terminamos con los bolsos, pesan pero es un riesgo que vamos a tomar, esto nos dificultara para correr pero es necesario.

– ¿todos listos? – Pregunto tapándome la cara con la máscara.

– Listo – unen sus voces en solo grito. Asiento. Marco saca la bomba lacrimógena. Hará una cortina de humo y nos ayudara a escapar.

Avanzamos con nuestras armas en las manos y los bolsos montados encima de cada uno de nosotros. Tiro la puerta con una patada y tiro la bomba. La cortina de humo se hace presenta y es la señal para empezar a disparar.

Disparo al piso, visualizo algunos zapatos correr para allá y acá. Disparo en diagonal para no arriesgarme en disparar hacia arriba y esperar que las balas caigan a nosotros, eso es un riesgo que no tomare. Un dolor en mi pierna izquierda me hace caer, pero de pensar en que me pueden agarrar, me aterra. Así que me levanto y vuelvo a correr. Llego al auto, no sé quiénes están montados en esta pero logramos escapar, el plan funciono.

El auto está en movimiento a gran velocidad por la autopista, dejando todo atrás. A quienes herimos, no lo sé. Lo importante fue que escapamos, le burlamos a la muerte y a la policía de nuevo. Pero, el dolor en la pierna me hace volver a lugar. La observo y está sangrando, me dispararon.

¡Maldición!

– Acelera. Estoy herida – le digo a Louis. Me mira por el retrovisor y asiente. Me quito la máscara.

– Vamos a detener la sangre, mientras tanto – dice el copiloto. Se pasa a la parte de atrás, se saca la camisa y su abdomen está a mi vista, aunque este dolor me hace ver el demonio y todo lo demás, es inevitable sonreír al ver semejante hombre. – ¿te gusta lo que ves? – sonríe con arrogancia. Ruedo los ojos.

– Calla y has tu trabajo – gruño. Imbécil, es como todos. Me cubre la pierna con su camisa y la amarra con fuerza, haciendo que me ahogue en un grito.

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Hola mis gasparines! Como están? Espero que bien. Aquí les dejo este capitulo y que lo disfruten. Se les quiere!




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