Cap. 50 Parte 2

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Creo que lo he logrado pero, ¿Por qué esta incertidumbre? Creo que no esperaba nada de esto, espera su ira absoluta, no un chico sentimental. Suspiro y me quedo sentada observando todo, esta tirado por todas partes, todo está partido, tirado, destruido... Igual que mi mente, un desastre. A veces pensamos que todo está bien, que haces bien porque cuando estas dañado buscas alternativas para ser feliz o hacerte más daño y sin darte de cuenta que arrastras a otras personas. Creo que lo hecho mal, ¿Por qué no elegí en dejarlo y no verlo más? ¿Por qué elegí estar en grupo de esta índole? He cambiado lo sé, o he sacado de mi remoto ser la verdadera persona que soy. Me enamore y cometí un error, pero no puedo arrepentirme de nada. Tengo que seguir con el plan.

Me levanto, camino por el lugar, todo está en silencio. Esta mansión no me gusta, se siente cosas malas, no es que crea en estas cosas de fantasmas y espíritus pero el cuerpo sabe cuándo no quiere estar en un lugar, la energía es negativa. Justin debe seguir odiándome o si no estará más perdido que yo, yo por lo menos ya no tengo salvación. Soy la reencarnación del propio demonio. Suspiro y salgo del lugar.

Voy a la salida y le pido a Marcos que me lleve a casa. Me monto en la camioneta y miro por la ventana, Justin está en una de las ventanas. Cierro los ojos y pego la cabeza al vidrio.

– ¿Cansada? – pregunta Marcos. Asiento sin mirar.

– Sí, fue un día largo – que fácil se me hizo mentir.

– Largo pero lo logramos – dice aquello con tanta felicidad. Sonrío débilmente.

– Sí. Arranca – ordeno. El carro acelera y sale del lugar.

Llegamos y salgo del auto con más cansancio que antes. Entro y la casa esta oscura, sola. ¿Por qué me vine? Los chicos aun no llegan ya que, algunos están tomando la casa y otros recogiendo alguna que otra mercancía. Suspiro y prendo la luz, pego un brinco al ver Raúl sentado en uno de los sofás.

– Me asustaste – me dirijo a sentarme al frente de él. – ¿Qué haces aquí? – pregunto.

– Vivo aquí, ¿no? – responde seco.

– ¿Te sucede algo? – tanteo el terreno.

– Es lo mismo te pregunto yo a ti – vuelve a responder seco. Alzo una ceja sin entender.

– Explícame, porque no te entiendo – me echo hacia atrás esperando su respuesta.

– Mataste a ese muchacho y a ese hombre, en vida – toma aire. Como si se fuera liberado de algo que le pesaba.

– ¿Y? – me encojo de hombros.

– ¿Cómo que "y"? – frunce el ceño -. Eres descarada. Lo que te sucedió a ti en daño menor al que ocasionaste allá. – se apoya sus codos en sus piernas y se inclina hacia delante, me mira como si fuera su presa. – Diana entiende, de que te enamoraste de alguien que no te iba a dar una estabilidad emocional, ni económica. Pero tampoco se escusas de aquellos momentos eras ilusa. – enarco una ceja incrédula. – No me mires así, que es verdad. –

– Touche – siseo.

– Y te engañaron y te dolió pero, debes de saber que eso sucede con muchas chicas más – aprieta sus labios -. Que sucede a diario, en ciudades diferentes. De que te entregaste a un hombre con amor y pensaste como muchas que, él iba hacer el hombre de tu vida. – suspira – pero lo que hiciste en ese lugar, no tiene precio alguna que puedas pagar, destruiste a esos dos hombres. –

Lo miro con incredulidad, no sabía esta que esta parte de Raúl existía. Miro a otro lugar para pensar con claridad y no insultar. Lo vuelvo a mirar y sonrío.

– Yo no destruí a nadie – me excuso.

– ¿Qué? – logra articular y su rostro lleno de sorpresa me hace proseguir.

– Si mi querido Raúl – cruzo la pierna y muevo el pie de arriba abajo. – Yo no destruí a nadie, yo solo dije la verdad. La mentira fue que destruyo a esos dos seres, si hay un culpable aquí, es la mentira. – siseo. Bufa y se echa hacia atrás en su asiento. – Veras, es así con lo me dijiste sobres nosotras las chicas las ingenuas; a veces nos hacemos una película de que nuestro primer amor, nuestro primer noviazgo será, nuestro amor de toda la vida de que entregar nuestro cuerpo por amor y con amor a nuestro primer amor, somos buenas chicas, seremos mujeres de Dios, seremos mujeres ejemplares para nuestros hijos. – me toco la panza. – ¡Y Por favor! – grito que lo hace brincar en su asiento. – Es lo peor que hemos hecho, muchos me dirán que es algo erróneo lo que diré, pero hasta el sol de hoy es la verdad que he descubierto. – Vuelvo hablar calmada. – ¿Qué diferencia habrá entregarse por amor o entregarse sin amor? O sea, es fácil. Cuando te entregas por amor a tu primer amor, a tu primer hombre... ¿Estas segura de que ese hombre no se va a ir? ¿De que vivirán juntos para siempre? Te digo algo, es un cuento viejo que tenemos todas la mujeres en la cabeza y hasta el sol de hoy, la mayoría de los hombres se aprovechan de eso, digo la mayoría porque quiero creer que debe de haber uno que otro con sentimientos nobles. – niego con la cabeza divertida. – Sigo teniendo algo de ingenuidad pero bueno. Eso lo que marca a una mujer en su primera vez, porque se entregó con amor, ingenua pensando que ese será la persona de su vida, es más que eso, ¿sabes? – bufo. – No es la primera vez, ni el primer hombre, debemos de dejar de pensar en esa ridiculez barata, en esa estúpido prejuicio que ha creado la sociedad a través de los siglos. A lo que he llegado es que tu primera vez puede ser sin amor, tan solo de sentirse seguro de lo que vas hacer, hazlo sin miedo alguno. La cuestión esta es cuando te entregas por primera vez de corazón ya sea al segundo o al último, es cuando sabes que esa persona es la indicada para entregarte por completo, entregar tu amor sincero y sabes que es la persona que estará para ti para toda la vida. Esa es la primera vez de todo. No es cuestión de tu primer hombre, debemos de pensar así para dejar de sufrir. – suspiro. Triste y puta realidad.

– ¿Desde cuándo piensas así? – pregunta tranquilo.

– Desde ayer – respondo indiferente.

– Te has convertido en una persona descarada pero de alguna manera también con razón – sonríe débilmente.

– Siempre la tuve pero, hasta los más cuerdos y razónales se pierden en la locura de este mundo – guiño un ojo. Ríe un poco, sonrío.

Nos quedamos así por un buen tiempo, solo observándonos pero no es incómodo. Más bien es como si nos leyéramos la mente y no me siento avergonzada en demostrar mi alma, que en estos momentos está destrozada, destruida y corrompida por mí misma.

– Pero eso no cambia lo que hiciste – rompe el silencio.

– Ya está hecho, no hay tiempo para arrepentirse, ellos mismo se condenaron hace tiempo, lo único que paso es que era la hora de la verdad – bostezo.

– Que descarada eres – ruedo los ojos de frustración.

– Lo sé, no lo sigas recalcando a cada cinco minutos. Lo sé muy bien y me encanta – me levanto y me mareo un poco, no le doy importancia y doy media vuelta, para retirarme he irme a mi habitación para descansar.

Subo las escaleras con calma, suspirando en cada escalón por la fatiga que tengo. Debo descansar.

– Descansa, te lo mereces – lo escucho -. Lo hashecho muy bien. – noto en su tono de voz, que está orgulloso de mí, lo sé. 

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Creo que la descarada soy yo, debe de Diana. A ver, mil disculpa por tanta tardanza, solo que la uni consume un poco, bueno entre otras cosas. Espero que le haya gustado este capitulo y haya compensado tanta tardanza. Se les quiere desde aquí, la líder de los gasparines, los amos mis gasparines!

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