cap.14

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Cap. 14

El fin de semana, lo he pasado encerrada, sola. Mi madre se fue con mi padrastro en un viaje de “amor” así que estoy sola hasta mañana. Está haciendo frio, el invierno todavía no se retira como tal. Abro la nevera, no hay algo sabroso para comer, mejor voy un momento al súper. Tomo las llaves, cojo el suéter blanco con capucha, este me abriga muy bien, es grueso, algo grande y bonito, perfecto. Cierro la puerta detrás de mí, bajo las escaleras. Tengo que hacer ejercicios, aunque he rebajado tres kilos en las dos semanas. Tengo que aprovechar para hacer ejercicio. También de recuperarme de todo lo que me ha pasado, no he tenido noticias de mi padre, de Justin y de los chicos y chicas. Creo estoy bien así, no he tenido arranques de depresión, es un progreso.

Salgo del supermercado con una bolsa llena de una bolsa de chocolate para hacer, pan, queso y no puede faltar; papas fritas, sé que no es comida saludable, pero quiero algo rápido y rico. Por estar viendo la lista del mercado, me tropiezo con alguien.

-lo siento, ¿te encuentras bien?- esa voz la reconozco. Elevo la mirada.

-¿Amber?- pregunto, estoy  sorprendida.

-¿Diana?- está igual, asiento.- oh, niña tanta tiempo sin vernos. ¿Cómo te va?- hago una mueca y sonrío.

-bien, ¿y a ti?- achica los ojos.

-Diana, aunque tengamos un año sin hablar y eso, te conozco. En tu mirada dice que pasa algo y qué pides ayuda a gritos silenciosos.- trago gordo, bajo la mirada, tiene razón. Ella es la que me ha conocido bien del todo, ni las chicas saben cuál es mi estado a veces. Amber, ha sido la mejor amiga que he tenido, mi madre nos separó, ya que se enteró que era lesbiana, yo no hice nada y la perdí, además esta es la persona que yo dije la otra vez, la que perdí por estar en el mundo de Justin, gracias a dios que mi madre no se enteró de eso, hay si me mataría. Dure un mes de depresión, llegaron las chicas y lo pude superar, las chicas no saben nada de ella.

-vamos, caminemos y me cuentas que te pasa.- me da su brazo, se lo tomo con mucho gusto.

-dime tu primero, ¿Cómo estás? ¿Cómo te van… en tu mundo?- vamos caminando por la avenida principal.

-bien, estoy en la sombra. Ninguno de los otras bandas nos conoce, cuando estábamos saliendo a la luz, como una de los mejores, mataron a nuestro líder. Todo fue tan rápido, nos mantenemos con algo.- asiento, sé que no puedo preguntar mucho, ella no le gusta hablar estas cosas conmigo, dice que soy su niña y que una niña no puede escuchar estas cosas.- ¿Qué hay de ti? No me has contado lo que te pasa.- suspiro, no quiero hablar de eso, no quiero recordar y derrumbarme.

-vamos a mi casa, hay te cuento todo.- le sugiero, me mira.

-tu madre está ahí. No creo que me quiera ver.- dice, eso es. Sonrío.

-tranquila, mi madre está de viaje con mi padrastro. Llega mañana en la tarde, ven vamos, no me digas que no, estoy muy sola y necesito desahogarme.- hago pucheros, se ríe.

-vale, me convenciste con tu cara de perro.- abro la boca ofendida, la cierro y me río, tiene razón.

-por eso que soy lesbiana.- la miro y ruedo los ojos, le doy el pan con queso y chocolate batido.

-¿no era porque ves mejor las mujeres  más guapas?- se ríe, su risa es contagiosa.

-si también por eso.- muerde su pan.-mmm… delicioso. Tenía tiempo que no comía tu comida, se me había olvidado como cocinabas.- sonrío.- te digo algo.- asiento.- eres hermosa, no necesitas a un estúpido para ser feliz, hay miles de hombres y… me tienes a mi.- muerde de nuevo el pan, río.

-claro galán.- muerdo mi pan. Traga.

-claro que sí, sabes que lo soy.- ruedo mis ojos,

-no seas idiota.- intento pegarle pero se baja del taburete y corre por la cocina, que infantil, es igual que siempre, no ha cambiado… como la extrañe.

-prométeme algo.- se para frente de mí,  me mira atenta.- prométeme que no me dejaras, que siempre estarás conmigo, pase lo que pase.- parpadea varias veces. Deja el pan en la encimera.

-Diana, sabes que tu madre no me va aceptar, y sabes en el mundo que estoy, es un peligro para ti.- no otra vez el discurso.

-Amber, soy mayor de edad, estuve con alguien en tu  mismo mundo. No me paso nada.-

-pero casi te secuestran.- se cruza de brazos.

-pero no lo hicieron. Amber necesito confiar en alguien otra vez, déjame creer en ti, otra vez- me toma por sorpresa y me abraza.

-está bien, me quedare.- sonrío.

-prométemelo.- digo.

-te lo prometo.- correspondo el abrazo, duramos con un minuto así, me suelta, estaba llorando.

-no llores y termina tu pan.- sonríe, se limpia las lágrimas.

-si mamá- toma su pan, yo también tomo el mío.

Estamos viendo una película, mis ojos se cierran.

-Diana- abro los ojos de golpe.

-¿Qué?- me acomodo en el sofá.

-me tengo que ir, y se hace tarde.- me dice.

-¿Por qué no te quedas?- pregunto.

-no, tu madre viene mañana, es mejor que me valla.- asiento, tomo las llaves, me pongo los zapatos.

-vamos, te acompaño hasta la calle.- abro la puerta. Salimos y me encuentro con Justin y su puta, ruedo los ojos. También van a tomar el ascensor. Esto es una broma.

-vamos a tomar las escaleras.- le digo a Amber.

-no, me duelen los pies.- ruedo los ojos, esta es una guerra que voy a perder.

-vale, dame tu numero.- saco mi móvil. Asiente, anoto el número.- listo, ahora no te me vas a perder otra vez.- sonrío. El ascensor llega, Justin y su ramera se monta primero, quedando en la pared del ascensor. Amber y yo quedamos al frente, eso es bueno. Saldremos de primero.

-adiós. ¿Cuándo nos vemos?- oigo la conversación de Justin y su nuevo juguete. La comida se me remueve.

-oye- me codea Amber.- ¿es él?- la miro y asiento.- pero que idiota, te deja por esta. Que bajeza- susurra.

-ya déjalo así, lo superare. ¿Cuándo nos vemos?- pregunto en voz alta, cosa que hace reír a Amber.

-que estúpidas.- habla la chica de Justin.

- qué te parece  si te recojo mañana en el cole y nos vamos a comer por ahí. Así me cuentas más del gilipolla.- abro los ojos, hay que ver que mis amigas me dejan mal.

-vale, nos vemos. Salgo a la una.- asiente y se va. Entro, espero el ascensor. Justin llega, me pongo nerviosa, Dios que llegue rápido y subir rápido, te lo suplico. Llega y entro, presiono el botón número cuatro.

-hablas de mí, que bien. ¿Qué dices?- volteo a verlo, lo ignoro. – Estoy hablando contigo.- me voltea de un jalón. Me señalo.- si contigo, no te hagas la loca.- me cruzo de brazos.

-que bien, por lo menos existo. ¿Por qué debería hablar de ti?- alzo una ceja.- mira Justin, no te debo ninguna explicación, solo eres un vecino.- las puertas se abren.- lo que haga y deje de hacer es mi problema, ¿entiendes?- asiente.- así me gusta.- salgo del ascensor. Abro la puerta, la cierro de un golpe… Bastardo, imbécil, lo sigo amando y él no se da de cuenta. Como me duele, me tiro en mi cama, tomo mis audífonos y me sumerjo en mi mundo de música. 

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