Próximo Objetivo: Las Vegas.
Liza preparaba su plan para la próxima víctima.
-Jason William Smith -dijo Jack mirando la pantalla. La casa de Jack tenía un cine privado, era grande con 50 butacas, elegante y muy cómodo.
-Debilidad, al parecer ninguna, pero según mis fuentes, es demasiado avaricioso -siguió diciendo Jack.
-Dueño de todos los prostíbulos en Las Vegas, además de uno a dos casinos -dijo Connie en una libreta. En la pantalla se veían fotografías del hombre. Era gordo, alto, con piel morena clara y ojos de perro, tenía cara de niño.
-¿Cual es el plan? -pregunto Liza.
-Le he dicho que quieres hacer un negocio con él. Cree que eres una proxeneta, proponiéndole nueva mercancía.
-Lo que haremos será entrar a hablar con él. Le propondrás un negocio, darle chicas traídas de países latinoamericanos.
-¿Y como voy a matarlo? -Pregunto Liza- Es obvio que tendrá a una docena de hombres que lo estén resguardando.
-Si le gusta el trato lo que hará será que los dejen en privado. Una vez escuche a mi padre decirle a su asistente, que cuando un jefe acepta un trato, se les deja a solas para hablar de dinero, así si hay traidores con ellos, no sabrán cuanto dinero ganan.
-Tienes que ser bastante seductora y persuasiva.
-¿Con que voy a matarlo? -Pregunto Liza.
-Llevarás esto -dijo Connie mostrándole un arma. Era totalmente de plástico. Transparente, Liza la miró con asombro. Las balas también eran de plástico, pero sólo eran tres. Tendría que ser muy astuta.
-Muy bien, entonces vámonos.
Los tres viajaron a Las Vegas, con el pretexto que irían a ver una prima segunda de Liza, la cual ni siquiera se encontraba en las Vegas, estaba en un barco rumbo a Francia. Viajaron con pasaportes falsos, además de que iban como unos góticos.
Se reunirían con un amigo de Liza que le ayudaría con sus disfraces para poder lograr parecer otros.
-¿Dónde va estar tu amigo? -preguntó Connie.
-Nos veremos en una gasolinera, de ahí nos llevara a su casa -respondió mientras tomaban un taxi.
Una vez que estuvieron ahí. Jack y Connie vieron a un hombre alto, rubio de ojos grises muy oscuros. Era atractivo. Tenía un aspecto bastante descuidado.
-¡Liza! -dijo un muchacho mientras se acercaba a ella y la abrazaba dulcemente.
-¡Mauricio! -contesto Liza abrazándolo. Mauricio era un maquillista de películas en Hollywood hasta que lo acusaron de un crimen por el El Jefe de Los Ángeles. Lo cual arruinó su carrera, ahora se dedicaba a maquillar a hombres para espectáculos.
-¿Si puedes ayudarnos? -pregunto Connie viéndolo.
-Por supuesto -contestó con un ademán. Liza lo había conocido una vez que la maquilló para una fiesta de disfraces. Desde ahí se habían vuelto grandes amigos. Él prometió ayudarla a cambio de que destruyera al jefe de Los Ángeles.
Manejaron varios kilómetros hasta que llegaron a un lugar donde había casas rodantes.
-¿Aqui es donde vives? -pregunto Jack, el lugar era deplorable, parecía peligroso y olía muy mal.
-Es lo único que es realmente mío. Ese desgraciado me quitó todo lo que tenía -dijo con coraje.
Pasaron casi toda la noche en vela, Mauricio aplicó todo su poder en el Maquillaje, Connie tuvo que esperar. Estaba sumamente aburrida. Cuando de repente Mauricio con maquillaje y una cara de cansancio total pero con una sonrisa de satisfacción.