—Son asquerosos —dijo Connie entrando a la habitación. Donde Liza y Jack se besaban.
—Pues entonces no nos veas —respondió Jack divertido.
Connie puso los ojos en blanco y salió de la habitación.
Ambos estaban acostados sobre un sofá pequeño, ella estaba sobre él. Eran de las veces en que ambos se desconectaban de todo para poder estar juntos.
—Me encanta estar así contigo —dijo él acariciando dulcemente su espalda. No compartían mucho tiempo así juntos, por la escuela y por qué Jack estaba ocupado con su padre.
—A mí también —dijo ella volviendo a besarlo.
Algo comenzó a sonar y Jack se dio cuenta que era su teléfono. Liza se quitó de encima para que pudiera contestar.
Su mirada se ensombreció y salió al pasillo para contestar. Liza tuvo la tentación de escuchar la conversación pero no lo haría por respeto a la privacidad de su novio.
En eso recibió a un mensaje de su hermana Annie, en la que la llamaba para ir por sus atuendos para la fiesta.
Liza suspiró frustrada, su hermana se había tomado muy enserio eso de la fiesta. Siempre contrataban a alguien que las hiciera, pero por alguna extraña razón Annie deseo organizarla. Su padre lo permitió, después de lo que había sufrido, sabían que necesitaba distraerse en algo.
—Tengo que irme —dijo Liza cuando Jack terminó su llamada.
—No... —la tomó de la cintura —Connie salió por un rato con mis padres así qué esperaba que tú y yo... Pudiéramos ya sabes... —dijo coquetamente. Ya habían tenido intimidad antes así que ella no se sobresaltó por la propuesta.
—Una oferta tentadora... —respondió dándole un beso —Pero Annie me espera, y si no llegó se molestará mucho, la fiesta ya es este Sábado.
Comenzó a caminar hacia la puerta, pero Jack la volvió atrapar entre sus brazos. Le comenzó a besar en el cuello, ella no oponía mucha resistencia.
—No... —dijo Liza jadeando.
—Annie puede esperar —comentó Jack.
—Creo que puede esperar un poco —dijo ella, saltando hacia Jack y cayendo ante sus pasiones.
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—¡Pasen! —gritó un hombre vestido de bufón —¡Bienvenidos a la fiesta del Príncipe Santiago Marcone!
La gente atiborraba el lugar, Annie, Liza y el Don recibían a todos los invitados. Los saludaban con gran fervor. Ya fueran ricos o pobres; los recibían con la misma educación y calidez que podían demostrar.
—¡Mira mamá! Una princesa! —dijo una pequeña señalando a Annie y corriendo hacia ella para abrazarla.
Annie, Angelo y Liza se habían disfrazado como cuento de hadas. Angelo estaba vestido como un príncipe, con su corona, armadura y espada. Annie estaba disfrazada de Cenicienta con un vestido azul lleno de brillantina, sus zapatos estaban llenos de lentejuela simulando los zapatos de cristal. Las niñas la veían encantada. Liza por su parte era un hada, tenía un vestido morado que le apretaba la zona del torso, tenía una caída amplia, sus mangas estaban holgadas y llevaba una corona de flores con su varita mágica, muchas niñas que venían vestidas de princesas, llegaban y le pedían deseos acerca de encontrar a su príncipe o cosas así.