Oh God, why?*

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*Capítulo especial, donde Loki y Balder se conocen
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Cuando llegué a mi apartamento de estudiante noté que todo estaba exactamente igual desde que me fui con Thor. Al cerrar la puerta detrás de mí, todo se puso oscuro, ya era muy tarde, pasadas las doce de la noche Encendí las luces y abrí la ventana un poco, luego de eso lancé mi maleta encima de la cama y fui por un vaso de agua a la cocina.

“Loki, lo mejor hubiera sido nunca haber aceptado esa carta para el intercambio...”.

Me recosté contra la encimera, me pasé la mano por el cabello mientras una lágrima caía en mi zapato. Las ganas de romper en llanto volvieron, esta vez más fuerte que antes. Recordé lo que mi psiquiatra me había dicho hace semanas atrás.

“Si quieres llorar, llora. No lo reprimas, no te contengas... Es preferible que te ahogues en llanto a que te ahogues en tu propia sangre y en tu propio dolor”.

Las piernas me fallaron y caí al suelo, las lágrimas salieron sin pensarlo dos veces. La imagen de la bailarina abrazando a Thor vino a mi mente, me llené de rabia y me tapé el rostro. Había pasado de todo hace pocas horas antes, todavía recordaba cada detalle de una manera estúpidamente nítida. Recordaba también el olor de su colonia cuando bajábamos el ascensor... era como recordar el olor del veneno.

Eres... un... idiota, Thor.

Después de diez minutos, me levanté del suelo como pude, limpiándome las lágrimas y apagando las luces, mientras caminaba hacia mi habitación. Encendí la luz y abrí mi maleta, todavía algunas lágrimas se escapaban de mis ojos. Saqué mi ropa, y la doblé para guardarla, cuando estaba por terminar, una camisa de Thor se había venido entre la ropa. La agarré y la miré, pensando en él. Luego pensé en que esa misma camisa se la pudo haber puesto Jane y la lancé lejos de mí, volviendo a llorar otra vez.

Me senté en mi cama, poniendo mi cabeza entre las rodillas, abrazándome a mí mismo. Entre sollozos tomé de mi maleta las pastillas que me habían recetado para dormir; fui al baño, tomé unas tres pastillas y me las bajé con un poco de agua. De regreso a mi habitación, tiré la maleta al suelo, apagué las luces y sentí como el doble golpe del medicamento estaba haciendo efecto. Me quedé dormido entre llanto, escalofríos, y un leve dolor de cabeza por haber llorado.

Catorce días después de lágrimas, no comer lo suficientemente bien, y muchas pastillas ingeridas, decidí de quera hora de recibir un poco de aire fresco. Me sentía agotado, me dolía cada parte del cuerpo, sin hablar del dolor de cabeza que nunca bajaba. Tomé una ducha, y dejé que el vapor del agua caliente me nublara por completo la vista. No podía respirar bien, era demasiado espeso y no había manera de que escapara el vapor. Gradué el agua un poco más fría y todo empezó a despejarse de nuevo. Miré mis muñecas entre el vapor, ya las cicatrices estaban pasando de rosa a blanco, estaban sanando.

¿Y qué hay del hueco que siento en mi corazón? ¿Cuándo sanará?”.

Terminé de bañarme lo antes posible antes de querer ahogarme. Me coloqué un suéter, un jean negro y unas botas, tomé un cuaderno, un bolígrafo, mi abrigo y salí a buscar un taxi. Me subí al primero que pasó, le di la dirección y me quedé mirando las calles por la ventana. Nueva York siempre ha sido una cuidad agitada, con muchas personas caminando a un paso rápido, y demasiado tráfico para mi gusto. Todavía no entendía por qué le gustaba tanto esta ciudad. Sí, es hermosa, tiene sus beneficios, pero... era deprimente. Aunque, bueno... todo siempre era deprimente para mí, hasta que conocí a Thor. Maldito Thor.

Central Park, serían cinco dólares, señordijo el taxista.

Gracias, quédese con el cambio.

Al bajar del auto miré esos enormes árboles, suspiré mientras cruzaba la calle y me adentraba al parque. Veía a niños corriendo por todos lados, a personas paseando a sus perros, otros haciendo su vida... Yo sólo quería volver al mismo sitio tranquilo que conocí a su lado. Caminé alrededor de quince minutos por el parque, hasta que me rendí al ver el primer árbol vació al lado del lago. Puse mi abrigo en el césped y me recosté del tronco. La luz ayudaba mucho, podía dibujar de maravilla ese magnífico paisaje que tenía al frente. 

Coloqué mi cuaderno encima de mi regazo y saqué el bolígrafo de mi bolsillo para dibujar. De alguna manera, dibujando era la única forma en que mis nervios se calmaban, no pensaba en nada, sólo me enfocaba en que cada trazo, cada sombra, quedara a la perfección. Después de unos quince minutos, escuché como algunas hojas secas se quebraban con unas pisadas, que se acercaban cada vez más a mí. Me limpié el sudor de la frente, por algún motivo pensé que sería él. 

“No seas idiota, sabes que él no va a venir a buscarte... Debe estar con alguien más”.

Me levanté rápidamente y tomé mi abrigo del suelo, di unos cuantos pasos mirando al suelo, y me tropecé con alguien más. El cuaderno y el bolígrafo se resbalaron de mis manos, quedando en el césped. 

Perdónme apresuré en recogerlos y él se agachó al mismo tiempo. 

Cuando levanté la mirada, me quedé hipnotizado viendo sus ojos color cielo, y esa pequeña sonrisa que hizo al verme directamente a los ojos.

Perdóname tú a mísusurró —Fui un tonto al no verte.

Me levanté, él tomó las cosas del suelo y me las entregó. Le agradecí con una sonrisa y cerré el cuaderno para meterlo en el bolsillo de mi abrigo. 

¿Te golpeé o te hice daño?— preguntó.

No, no. Estoy bien, tranquilo.

¿Podría invitarte un café?

Me pasé el cabello por detrás de la oreja y sonreí como respuesta, y él sonrió de una manera más amplia. Empezamos a caminar hasta la salida del parque, me preguntó por el cuaderno y cuando empecé a hablarle, mostró interés.

“Creo que... sí necesitaba salir por un poco de aire libre”.

Lo que no te enseñan en clases  ★  THORKI {Completa}  #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora