El sincero arrepentimiento de los Lestrange

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Al día siguiente, los chicos se levantaron muy temprano para asistir a sus respectivas clases como de costumbre, los padres mientras tanto se dedicaron a pasear por las instalaciones del castillo. 

El señor Weasley en compañía de su esposa y Sirius se dedicó a mostrarles las instalaciones a los padres de Hermione. Pasearon por la torre de astronomía, por las aulas, las mazmorras, los patios, los invernaderos y hasta la cabaña de Hagrid.

Los Muggles estaban encantados con las cosas que veían y sólo se llevaron un gran susto cuando Sirius intentó presentarles al fantasma de la casa Gryffindor.

—Cada casa tiene su fantasma, el de Gryffindor es Nick casi decapitado —explicó Sirius con aire de suficiencia mientras caminaban por uno de los corredores, luego giró la cabeza en todas direcciones y se dedicó a llamar al fantasma—. ¡Oye, Nick! ¿Dónde estás? Soy tu viejo amigo Canuto.

—Sirius, yo creo que deberías primero... —intentó hablar la señora Weasley.

—¡Hey, Nick! ¿Dónde te metiste? —continuó llamándolo Sirius.

—¿Nick casi qué? —preguntó la señora Granger muy extrañada.

—Nick casi decapitado —respondió el aludido apareciendo de repente mientras desprendía parcialmente la cabeza medio cercenada en una especie de dantesca reverencia—. Aunque prefiero que me llamen Sir Nicholas. Es un gusto saludarla, señora mía. ¿Cómo estás Sirius?

La mujer gritó aterrorizada mientras se refugiaba en los brazos de su marido que también temblaba.

—¿Es un... un... Fantasma? —preguntó el padre de Hermione con voz vacilante.

—Pues sí, lo soy —contestó Nick con orgullo—. ¿Acaso no lo sabían?

—Es normal que se asusten —respondió el señor Weasley.

Los padres de Hermione continuaban temblando al contemplar la lúgubre figura que tenían frente a ellos y se volvieron a escuchar sus gritos cuando Pevees, el polstergaist pasó volando sobre sus cabezas esbozando una maligna sonrisa y haciendo pedorretas con la boca.

—¡Muggles asustados! ¡Muggles asustados! —canturreó.

—¡YA BASTA, PEEVES! —gritó el fantasma—, o tendré que llamar al barón sanguinario.

—¡Ay madre! —exclamó nerviosa la madre de Hermione—. ¿A quién dice que llamará?

—Tranquilos, tranquilos. No se alarmen —trató de tranquilizarlos Sirius—. Ninguno de los fantasmas va a hacerles daño.

—Así que son muggles ¿Eh? —dijo Nick—.  Ahora comprendo su reacción.

En ese momento Snape iba pasando acompañado de su amiga Lily y al ver a la pareja de Muggles abrazados y temblando mientras contemplaban con horror al travieso duende que se alejaba canturreando quiso saber qué pasaba.

—Se asustaron al vernos a Peeves y a mí —respondió Nick mirando a la pareja con extrañeza—. Mi buen amigo Sirius me los presentó y al instante comenzaron a gritar, creo que nunca han visto un fantasma.

—Efectivamente. Nunca han visto a un fantasma porque son Muggles —afirmó Snape haciendo énfasis en ésta última palabra—. ¡Que irresponsable eres, Black! ¿Qué querías? ¿Matarlos de un susto?

—Por supuesto que no quería que murieran del susto, Quejicus, pero supongo que eso será inevitable ahora que apareciste tú con tu horrenda apariencia de Dementor —respondió Sirius con un gesto de profundo desprecio.

¡Lily estás viva!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora