Lily no dejaba de caminar de un lado a otro, estaba desesperada, quería tener a Harry cerca de si, a su lado, sabía que él era El Elegido y que tarde o temprano tendría que luchar pero la profecía decía: Uno de los dos debe morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro con vida.
¿Y si al que le tocaba morir era a Harry? No había pensado en eso, había estado tan segura hasta entonces de que el que vencería sería su hijo que no reparó en esa terrible posibilidad. Tanta espera la volvía loca. De pronto salió corriendo del gran comedor para dirigirse hacia afuera del castillo, los demás salieron en tropel detrás de ella. Severus logró alcanzarla evitando que fuera hacia el bosque.
—¡Por favor, Lily quédate aquí! —pidió en tono tranquilizador mientras la abrazaba con fuerza.
—Solo espero que esté bien —respondió ella llorando en sus brazos—, porque si él lastima a mi hijo... si él toca a mi bebé te juro que lo mato yo misma usando mis propias manos.
En el bosque, lord Voldemort se quedó atónito con lo que había pasado, contrario a lo que él esperaba, cuando le lanzó a Harry la maldición asesina, en vez de sentirse más fuerte, había sentido que se debilitaba. Una onda expansiva lo había despedido hacia atrás, de modo que cayó al suelo pero cuando se incorporó, se sintió vulnerable. Miró instintivamente sus manos y éstas temblaban pero posteriormente lo embargó un sentimiento de victoria increíble, haciendo que se olvidara por completo del repentino debilitamiento. Luego le echó una ojeada al chico y allí estaba él, en la misma posición, inerte, muerto, no había duda alguna de ello, de modo que enarboló la varita y desde la punta de ésta salieron múltiples chispas doradas que parecían fuegos artificiales, así que lanzó un grito de júbilo al cual se le unieron los mortífagos.
—¡Harry! —lloriqueó Hagrid con desconsuelo.
—¿Qué te pareció eso? —preguntó lord Voldemort al deprimido semigigante mientras le daba golpecitos con aire despectivo con el pie al cuerpo de Harry—. El niño que vivió, vino a morir.
Todos los mortífagos rieron con el comentario y el oscuro mago siguió mofándose despiadadamente
—Ahí está el héroe de ustedes, su elegido —dijo señalando con desdén el cuerpo con la varita—. Fue derrotado por lord Voldemort.
Harry, por su parte abrió los ojos lentamente, esperaba encontrarse con la oscura visión del bosque, con sus árboles torcidos y aquel séquito de mortífagos junto a lord Voldemort, movió con lentitud una de sus manos esperando sentir la textura de las hojas húmedas en el suelo del bosque pero en cambio notó que se encontraba en una superficie lisa y que todo a su alrededor estaba inundado de una luz blanca muy intensa, tan intensa que lo cegaba. Por instinto se llevó las manos a los ojos que tenía entrecerrados y se fue levantando del piso con lentitud. Cuando estuvo de pie y sus ojos se hubieron adaptado a la luz, se ajustó las gafas y entonces miró el lugar...
A primera impresión le pareció que no estaba en ningún sitio en específico pues no reconocía nada, estaba solo y dicha soledad se respiraba en el aire, no había ruido alguno, salvo el que emitían sus pies a cada paso que daba. De pronto, tal como si se hubiese recuperado de un encantamiento desmemorizante fue reconociendo el lugar donde se encontraba, recorrió con los ojos cada detalle, algunas banquetas, carteles y carritos para transportar equipaje.
El chico miró hacia su izquierda y allí estaba lo que se esperaba encontrar, unos rieles, pero sobre éstos no había ningún tren. No había duda alguna, se encontraba en la estación de King's Cross. El joven se preguntó que estaría haciendo allí, recordaba perfectamente lo que había sucedido hacía unos minutos: había entregado su vida para que lord Voldemort, su peor enemigo acabara con ella en un instante pero ¿por qué se encontraba en King's Cross? ¿Acaso allí iban los magos cuando sus vidas terminaban? Siempre había pensado que todo el mundo, mago o muggle terminaba en otro lugar al morir, tal vez un paraíso o un lugar de tormento según hubiese sido la vida de la persona pero jamás se imaginó que terminaría en una estación de trenes.
ESTÁS LEYENDO
¡Lily estás viva!
RomanceUna mujer despierta de un larguísimo letargo, aterrada y confundida ¿Qué pasará cuando se dé cuenta de que han pasado muchos años y que se perdió toda la infancia de su hijo? El mundo parece haber dado un giro de 180 grados en el mundo mágico y much...