Una mujer despierta de un larguísimo letargo, aterrada y confundida ¿Qué pasará cuando se dé cuenta de que han pasado muchos años y que se perdió toda la infancia de su hijo? El mundo parece haber dado un giro de 180 grados en el mundo mágico y much...
A la mañana siguiente, ya que la señora Pomfrey no le permitió a Severus cuidar a Lily durante toda la noche alegando que para eso estaba ella, él se despertó casi al amanecer y se fue a la enfermería para ver cómo estaba. Le había costado mucho conciliar el sueño, debido a que las últimas palabras que salieron de los labios de Lily antes de quedarse dormida habían hecho mella en su corazón. Ella había dicho que lo amaba pero ¿habría sido acaso por efecto del somnífero o sería cierto? Eso no lo sabía pero tenía que averiguarlo aunque dudaba en preguntárselo directamente ya que no quería presionarla.
El hombre llegó a la enfermería cuando apenas unos tenues rayos de luz rosa y violeta se vislumbraban en el lejano horizonte. Abrió cuidadosamente la puerta, se percató de que la que conducía a la habitación de madame Pomfrey estaba cerrada (estaría durmiendo aún) Miró en dirección a las camas y solo una persona ocupaba una de ellas, Lily. Ella estaba al fondo de la habitación.
El profesor se acercó a la cama y trató de acariciar a la mujer que dormía pero él se percató de que ella parecía incómoda: se movía constantemente en la cama, fruncía el ceño y de vez en vez se cubría el rostro con las manos temblorosas.
—¡Déjalo en paz! ¡No mates a Severus, por favor! —suplicaba con voz trémula—. ¡No le hagas daño... no quiero que lo lastimes!
Severus la miró con una mezcla entre sorpresa, compasión y frustración. Ella debía estar teniendo una pesadilla, de modo que trató de despertarla pero cuando apenas la hubo tocado Lily le lanzó inconscientemente un puñetazo que él pudo esquivar por muy poco, luego comenzó a lanzar más y más puñetazos al vacío. Severus tuvo que sujetarla de las muñecas y presionarlas contra el colchón para inmovilizarla y así evitar que le hiciera daño a él o a ella misma.
—¡Déjame en paz! ¡Suéltame! —ordenó la mujer alterándose cada vez más—. ¡No vas a hacerle daño ni a Severus ni a Harry!
—¡Lily cálmate! Soy yo —pidió Severus con voz firme pero suave, sin soltarla—. Nadie va a hacernos daño ¡Despierta!
Ella abrió los ojos lentamente, con la respiración entrecortada y el corazón palpitándole violentamente dentro del pecho. Severus la soltó al fin y Lily instintivamente lo atrajo hacia ella, lo abrazó y se echó a llorar, alterada todavía por el mal sueño.
—No pasa nada, Lily —trató de tranquilizarla él mientras la estrechaba con delicadeza y acariciaba sus cabellos—. Ya estás aquí conmigo y te prometo que nadie más va a hacerte daño.
La pelirroja se separó de él suavemente, se sentó en la cama y secó sus lágrimas con la manga de la bata, aunque más y más de éstas salían de sus ojos.
—Solo fue una pesadilla —continuó Severus—. Quizá El Señor Tenebroso también está estableciendo una conexión contigo y al percatarse de ella la está utilizando para torturarte, pero no debes temer, él no va a hacerte daño.
—Yo no temo por mí, Severus, sino por...
—Tu hijo, ya lo sé, pero descuida que ninguno de nosotros va a permitir que el Señor Tenebroso se le acerque.
—Yo lo sé, pero no puedo evitar sentir miedo, además también tengo miedo por ti.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.