Diane

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Cada vez añadía más música a ese viejo mp3.

Veía imposible escoger un solo estilo de música, o de una única época. Tanto la actual como la de hace treinta años, me seguía encantando...

Si algún día me preguntasen: '¿Si tuvieras que elegir a un grupo para escucharlo el resto de tu vida cuál escogerías?' Probablemente me explotaría la cabeza.

Recapitulé los grupos a los que pertenecían las canciones que había metido. Algo del nuevo album de Tokio Hotel, Kings of Suburbia, algo de Blur, the Fratellis, Slash, Fall out boy, canciones del musical de The Heathers y canciones sueltas de Love of Lesbian.

Eran las siete. Salí a correr, como casi todas las tardes, junto con Diane.

A sus veintiocho años, había sido ascendida en una empresa de seguros recientemente. Estaba ocupada, mucho , pero aún así, todos estos días había encontrado un hueco para salir a correr conmigo.

Corriendo por aquella pista sumergida en un mar verde, se me olvidaba todo. Me olvidaba de Lena, de Dan, de todo el mundo. Y me gustaba.

Vivía a través de la energía de mis piernas, no necesitaba nada más. Cada zancada, cargaba mis alas de energía.

Diane se paró de repente. Jadeante, me llamó.

-Raquelle-Respiró profundamente, intentando regular su respiración. Nuestros corazones aún seguían acelerados por la carrera.

-Dime-Jadeé-¿Qué ocurre?

Entonces encontré un brillo desesperado en su mirada color café con leche. Supe que fuera lo que me fuera a decir, sería importante. Su frente estaba perlada de sudor y el pelo rubio, algo graso, pero seguía siendo una de las mujeres más hermosas que en la vida había conocido. Todo el mundo decía que yo era una versión suya en miniatura. Puede que fuera verdad, sólo que no tan delgada ni guapa.

-He conocido a alguien-Dijo, tragando saliva-Quiero presentárselo a tus tías pero no sé bien cómo reaccionarán...

-Eso es maravilloso-La apoyé.

-El problema-Prosiguió-Es que me lo he guardado demasiado tiempo. Llevamos cerca de dos años y...

Yo la interrumpí:

-Si se lo explicas todo, lo entenderán. No es ningún problema. No hagas una montaña de un grano de arena-Aconsejé.

-¿Tú crees?

Ella, normalmente, de corazón enérgico, parecía tan frágil e insegura cuando le confiaba algo a alguien que nadie sabía todavía, o cuando no sabía cómo actuar...Me recordaba a un cervatillo desconfiado, pero me seguía reconfortando la idea de que había sido la primera persona a la que había acudido.

Yo asentí, muy segura.

-Si hay algo bonito del amor es enseñarlo y demostrarlo. No tengas miedo.

Llegamos a casa y me duché con agua helada. Cuando llegué a la cocina, puse la mesa con Leo y esperé a mi madre, que dijo que estaba hablando con papá. Yo también quería hablar con él...Miré a mi hermano y supe que habíamos pensado lo mismo, pero no dijimos nada.

Mi madre salió. Estaba seria. Las pequeñas e insignificantes arrugas que tenía por la cara se le marcaban más que de costumbre. Todos nos sentamos, mientras yo miraba a Diane con urgencia. Hoy comíamos pollo y arroz en su salsa. La bombilla de la cocina parpadeó.

-Oye, chicas...-Todas callaron. Diane tragó saliva, pero se la veía segura, aunque todas las miradas estuvieran puestas en ella.-Me gustaría deciros algo que...Bueno, es importante para mí. Y me arrepiento no haberoslo dicho antes porque ahora no sé cómo reaccionaréis...-Su respiración se aceleraba. Yo la miré, intentando tranquilizarla, pero ella tenía la mirada fijada en Camille-Yo...Tengo novio. Más bien un prometido. Nos vamos a casar.

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