No podía parar de dar vueltas en la cama. Eran más allá de la una de la madrugada.
Lo de anoche había parecido una completa declaración de amor. Aunque yo sabía que no lo era, ni por su parte ni por la mía.
¿Verdad?
Al día siguiente, temprano, pudimos hablar tan sólo con miradas y sonrisas a modo de 'hola' y 'adiós'. Ni al día siguiente. Ni al siguiente.
Por la tarde, volví a ver the Heathers. Pensé mucho en Lena. Lloré por Lena.
Y entonces decidí que no dejaría morir una relación así como así. Había medios. Pocos, pero los había. Había tenido medios para hablar, para acercarme, pero no lo había hecho. Después de enviar aquella última carta. Y las culpas se las echaba a ella.
Lena y yo éramos amigas desde segundo de primaria, cuando llegué nueva a aquel colegio de Sevilla Este. Era grande y agobiante, como la ciudad.
Ella se acercó a mí. Tenía unos bucles cerrados y largos, negros como el ala de un cuervo. Los ojos grandes y redondos, claros y vidriosos como dos monedas.
Lena no ocultaba nada. No sabía hacerlo. Supongo que eso ya no era así.
Cuando empezamos el instituto, nos unimos más que nunca. Hacíamos todo juntas, ahí fue cuando conocimos a Alicia y a Pablo.
Alicia era muy morena y alta. Derrochaba serenidad y confianza y era muy cariñosa. Pablo no era muy alto y tenía muchas pecas. Los ojos azules y pequeños y el pelo negro y suave. Era algo arisco, pero se notaba que nos quería.
Pero no sabía nada de ellos desde el veintiocho de Junio. No me acordaba de sus correos y sus teléfonos estaban en los contactos del móvil. Era impresionante la capacidad que tenía de perder el contacto con la gente. Por ello, nunca había tenido muchos amigos. Pero con tres o cuatro me bastaban para ser feliz.
Ahora tenía a Dan. Y era feliz.
Quería a Lena. La echaba de menos. Quería ver musicales con ella, quería reír, llorar, o lo que fuera. Quería saber qué había pasado.
Me levanté, decidida, para pedirle el móvil a mi madre. Ella dudó en dármelo.
-¿Para qué lo necesitas?
-Voy a llamar a Lena-Dije, resuelta y serena.
La expresión de mi madre se contrajo. Vi cómo agarraba el móvil con fuerza.
-No puedes hablar con Lena.
-¿Por qué no? Hace semanas que no sé nada de ella. Tengo la sensación de que la he perdido un poco.
-No, Raquelle, no puedes.
-¿Pero por qué no?
Mi madre suspiró y cerró los ojos.
-Siéntate, Raquelle. Tengo algo que darte.
Estaba diciendo mucho mi nombre. No me gustaba cómo pintaba eso. Me senté, mientras clavaba mi mirada en sus ojos. Parecían cansados.
-Lena...Lena está en el hospital.
Iba a decir algo. O a gritar. Pero esperé a que continuase.
-Debí habértelo dicho. Desde el principio, desde que lo supo. Pero no sabía cómo ibas a reaccionar. Lena es tu mejor amiga...Y...Tenía miedo.
Calló. Yo tardé en responder.
-Ese día...Cuando tenías la puerta del salón cerrada... No hablabas con papá. Hablabas con...
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Fideos al Horno- #Wattys2017
Teen FictionRaquelle es una chica que pasa todos los veranos en Nantes para visitar a su familia. Ese año, sin embargo, debe ayudar a una de sus tías en su puesto del mercadillo, donde conoce a Dan, un chico de origen vietnamita que trabaja con su hermano y su...