Creo que lo que más odio en el mundo a parte de las mentiras son las despedidas.
Y el hecho de que estuviese acostumbrada a ellas las hacía aún más odiosas y horribles.
A mí, la despedida que más me duele es la del comienzo de verano. Desaparecer del mapa durante casi tres meses nunca es fácil, sobre todo si se acaba convirtiendo en una especie de rutina anual.
Ese veintiocho de junio a las cuatro menos tres minutos de la tarde, con el flequillo pegado a la frente del sudor, permanecía imantada al móvil y ligada al andén, balanceándome sobre mis pies con nerviosismo.
Mi padre no apartaba su mirada del suelo y mi madre, a diez pasos de él, revisaba por última vez los pasaportes y billetes.
Mi hermano estaba jugando a la consola, mientras que soltaba de vez en cuando alguna palabra malsonante. Si la mente de alguno de los dos adultos presentes hubiese estado en la estación de trenes de Sevilla, se habría llevado una buena reprimenda.
Adiós al calor sureño y seco de Sevilla, adiós a esas fiestas diarias en piscinas de mis amigos que por supuesto, llevaba dieciséis años perdiéndome, adiós a aquellas tardes muertas con cien ventiladores funcionando a la máxima potencia para no quedarte pegada al sofá mientras ves la tele...
No es que no me gustase pasar el verano con mi familia en Nantes, sólo que, hacerlo durante tres meses completos todos los años, resultaba ser un poco tedioso. Pero claro, ¿Qué le iba a decir a mi madre? ¿Que no quería ver a mis tías? Sería demasiado egoísta por mi parte. Lo mejor sin duda era asumirlo, aceptarlo e intentar disfrutar.
De repente vi una mata de rizos negros seguida de una figura bajita y fina corriendo hacia mí, gritando mi nombre.
-¡¡¡RELLEE!!! ¡¡¡RELLEEEE!!! ¡¡¡NO TE VAYAAAAS!!!
Saltó sobre mí, haciendo caer mi móvil al suelo. Nos dimos un abrazo que pareció durar tres vidas enteras. La noté sollozar entre los pliegues de mi camiseta. Yo la estreché con toda mi fuerza posible.
-Sólo son tres meses; deberías de estar acostumbrada, Lena. Pasa todos los años-La consolé, soltando una pequeña risa amarga.
Ella se separó de mí con los ojos rebosantes de agua salada. Yo me agaché un segundo para coger el móvil, pero cuando le di la vuelta...
Estaba roto.
Yo abrí mucho los ojos. Mis padres se acercaron. Las cuatro menos dos minutos.
-A...A lo mejor sólo se ha roto la pantalla...Prueba a desbloquearlo...-Murmuró Lena.
Nada pasaba. No reaccionaba.
-Oh, mierda...-Susurré.
El silencio se volvió a apoderar de nosotros. Parecíamos una burbuja. Nadie de los pasajeros que se encontraban en el andén nos miraba, ni siquiera parecían haber notado nuestra existencia.
Aquella estaba siendo la peor despedida de todos mis veranos en mis dieciséis años vividos.
De pronto, oímos un ruido que todos conocíamos bien, y posteriormente, dos faros que iluminaban la gran boca del lobo desde donde salían aquellos gusanos mecánicos.
-Coged las maletas, niños-Dijo mi madre, con una voz sin potencia y sin vida, lo que era bastante raro.
Mi padre no había dicho nada en todo el tiempo que permanecimos en el andén. El tren iba ralentizándose poco a poco. Mochila a la espalda y móvil roto en mano me dirijí firme, hacia él. Pero en sus brazos, mi estructura equilibrada anti-desfallecimientos, se desvaneció. No quería llorar. Nunca lo hacía. Apenas eran tres meses. En cambio, ahora, ¿Por qué tenía tantas ganas de romper en sollozos?
No hacían falta palabras, pero esta vez quería oírlas. Quería oír de verdad que me echaría de menos y que me mandaría whatsapps todos los días ahora con mi móvil inutilizable, pero me quedaría mucho más tranquila.
Mi madre ya estaba entrando en el vagón. Antes de separarme de mi padre, oí que deslizaba en mi oído un 'cuida de mamá'. Fui corriendo a abrazar a Lena y me metí lo más rápido posible en el tren.
Mis padres no se habían despedido si quiera. Tan sólo mantuvieron la mirada hasta el cierre de compuertas.
Las cuatro en punto.
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Fideos al Horno- #Wattys2017
Novela JuvenilRaquelle es una chica que pasa todos los veranos en Nantes para visitar a su familia. Ese año, sin embargo, debe ayudar a una de sus tías en su puesto del mercadillo, donde conoce a Dan, un chico de origen vietnamita que trabaja con su hermano y su...