Crêpes

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Eran las diez. Dan se acercó al puesto y puso unas monedas en el mostrador.

Con una amplia sonrisa, me pidió dos pains au chocolat.

-Ahora mismo, monsieur-Dije, entre risas. Él se apoyó en el cristal y puso su otra mano en su cintura.

Puse los dos dulces en una bolsa de papel y se los di. Guardé las monedas en la caja y saqué el cambio, dispuesta a dárselo pero él ya se estaba yendo.

Me guardé entonces las monedas en el bolsillo de la chaqueta, dispuesta a darselas más tarde.

Michelle me observó con una sonrisa.

A la hora de recoger, no vino a ayudarme. Llevé dos cajas al contenedor, cuando me di cuenta de que había una nota pegada con una caligrafía rara.

'Puedes devolverme el cambio esta tarde a las siete en la place du commerce'

Se me cortó la respiración durante unos instantes. Arranqué la nota. ¿Qué significaba aquello? ¿Me estaba pidiendo una cita? No, claro que no. Apenas nos conocíamos, y yo definitivamente no podía ver a un chico vietnamita del puesto de en frente que apenas conocía como algo más que un amigo.

Sacudí esos pensamientos de mi mente y guardé el papelito.

-Mamá, esta tarde he quedado-Dije nada más llegar a casa. Dos platos de pasta y queso humeantes nos esperaban en la mesa de la cocina.

-¿Y eso? ¿Con quién?

-Con un...Amigo-Dije, con toda la naturalidad posible.

-¿Amigo? ¿Te refieres a...?

La miré con una expresión de advertencia, aunque mis tías seguro que conocerían esa historia.

-No. Es un chico que he conocido en el mercadillo. Este año-Aclaré.

-¿El chico vietnamita?-Dijo de repente Michelle con una sonrisa punzada-Tiene una sonrisa muy bonita, y una risa muy especial.

Yo dije que sí con la cabeza lentamente. Mi madre pareció asentir con aprobación mediante una mirada.

-Tengo que devolverle una cosa. Será dar un paseo, no llegaré tarde.

-Ya, tranquila, tómate tu tiempo-Rió Diane. Camille me miraba con aparente compasión.

-Me parece increíble que ahora resulta que no puedo ser amiga de un chico-Dije, mientras me llevaba grandes cucharadas de pasta a la boca, casi sin respirar.

-No seas así, tú eres la que ha sacado conclusiones precipitadas...

-Además, eso dijiste la última vez-Intervino mi hermano.

Estaba molesta. Enfadada, me levanté, llevé mi plato al lado del fregadero y me fui al cuarto, sin decir palabra, y esperé las siete como agua de mayo.

A las seis y media me duché. Me puse una camisa azul noche muy fina y unos pantalones cortos claros, con medias. Salí con el pelo mojado, una rebeca blanca, con la tarjeta del tranvía, el cambio para Dan y un billete de cinco euros que había cogido en el último momento.

Hacía un día claro, sin nubes. Llegué a la plaza y me apoyé en una de las columnas que edificaban el establecimiento de la fnac de Nantes. Dan ya estaba allí. Me acerqué y le di dos besos.

Oh, Dios.

Aquello parecía una cita en toda regla.

-¿Qué pasa?-Sonreí.

Fideos al Horno- #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora