Desperté en una camilla rodeada de gente que a su vez estaba rodeada de aún más gente. Me rasqué la cabeza. Me faltaron dedos para contar las personas que estaban a mí alrededor. Parpadeé varias veces para acostumbrarme a la luz enfermiza que iluminaba la grandísima sala. En orden, estaban Bel, Thian, mi madre, Leo, Camille, la señorita Flora, Michelle y Dan.
Me incorporé lentamente. Me toqué la barbilla al sentir un roce extraño. Tenía una especie de gasa o vendaje, pegada por un esparadrapo. Me la acaricié, casi con mimo, con una ceja arqueada.
Todos empezaron a hablar a la vez. Dan me cogió la mano mientras se subía las gafas con el meñique.
-¿Estás bien?-Preguntó mi madre, preocupada.
-¿Cómo te sientes?-Preguntó Dan, seguidamente.
Yo gemí. Me dolía el cuello y las rodillas.
-Bien. ¿Qué ha pasado?-Murmuré. Tenía la garganta reseca. Me sentía tremendamente sucia. Seguía con la ropa de deporte puesta. Poco a poco, empecé a recordar cómo empezaba a correr con Bel detrás de mí y yo me tropezaba con algo, sentía el impacto en la barbilla y ya todo era negro.
Bel se acercó más y me cogió la mano. Me miraba con cara de circunstancias.
-Te lo explicaré todo más tarde.
Yo no paraba de rozarme el mentón con los dedos.
-Tranquila, no ha sido nada grave. Pero te han tenido que coger puntos así que estás como en la lista de espera de ingresados, pero nos han dejado bien claro que en cuanto despertases, irías a casa.
Asentí, comprendiendo. Thian me miraba muy seriamente. ¿Qué hacía él allí? Supuse que había tenido que traer a Dan. ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente?
Una enfermera se acercó. Tenía el pelo rubio y fino y era muy bajita.
-Ah, Raquelle Blanchard...Ya has despertado. Te revisamos los puntos, te damos la próxima cita para quitártelos y ya estarás lista para ir a casa. Por favor, la hora de visita se ha terminado, sólo se puede quedar un adulto con ella, aunque no será por mucho tiempo.
Mi madre miró a los demás, aclarando que ella se quedaría. Dan me sonrió tiernamente antes de darse la vuelta. Nuestras manos tardaron en soltarse, y lo mismo pasó con Bel. Me pregunté cómo se sentiría al estar cerca de Thian, una vez más.
Me levanté sin problemas. Me fijé en que tenía las mallas desgarradas con heridas en las rodillas bastante aparatosas, que me habían curado, pero no tapado. Las miré, con repulsión. A cada paso que daba, me molestaban, pero intenté reprimir el dolor.
Nunca había estado en un hospital de Nantes. No sabía ni si había más de uno, ni siquiera había pasado por delante, o eso creía.
En la misma sala había una consulta. Mi madre y yo nos sentamos.
-Bien, señora Blanchard, ustedes no son de aquí, al menos, no figura usted en ningún papel...-Comentó la enfermera, revisando unos formularios.
-Así es. Vivimos con el resto de la familia desde hace apenas tres meses.
-Bueno, de todas formas eso no es problema, al haberme dado los datos de la TSE antes.
Me pregunté qué diantres sería la TSE.
-Bien, Raquelle-Dijo, ahora, refiriéndose a mí-No sé si te habrán explicado un poco lo que pasó, el caso es que no te preocupes, no es para nada grave, sólo tuviste la mala suerte de tropezar y tu sistema motor no supo actuar a tiempo para que tus reflejos se pusieran en marcha-Hablaba muy rápido-Se delicada de ahora en adelante. Cámiate de vendaje en dos o tres días y ve desinfectándolo; la verdad es que te saldrá una cicatriz muy fea-Cogió aire-En ocho días te quitamos los puntos aquí tienes toda la información-Dijo mientras tecleaba a la velocidad de la luz sobre un ordenador polvoriento e imprimía un papel-Y repito, no te preocupes, Mañana puedes ir a clase con normalidad-Concluyó con una sonrisa.
ESTÁS LEYENDO
Fideos al Horno- #Wattys2017
Teen FictionRaquelle es una chica que pasa todos los veranos en Nantes para visitar a su familia. Ese año, sin embargo, debe ayudar a una de sus tías en su puesto del mercadillo, donde conoce a Dan, un chico de origen vietnamita que trabaja con su hermano y su...