Cambio

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Por la noche, cuando todo el mundo dormía, Leo vino a mi cama. Serían cerca de las dos de la mañana.

Tenía mercadillo al día siguiente, y justo antes de meterme en la cama había cogido el teléfono fijo para llamar a Dan.

Leo se acurrucó contra mi pecho. Había escondido el teléfono bajo la almohada.

No dijimos nada durante unos minutos. Pasaron cuatro o cinco o así, cuando de repente dijo:

-¿A quién querías llamar?

Tardé en responder. Seguro que se había fijado en que el teléfono fijo no estaba en su soporte.

-A un amigo. Para...Desahogarme y eso.

-Qué bien que tengas amigos por aquí. Así no te será tan duro.

Caí en la cuenta que Leo nunca había hecho amistades por aquí. Aparte de no ser muy social, no salía mucho de casa, a parte de visitar el mercadillo un par de veces a lo largo del verano y acompañarnos a alguna al centro comercial, o cuando a lo mejor íbamos al cine o a comer fuera. Pero nunca había mantenido contacto con ningún niño, o casi ninguno. Lo abracé contra mí.

-¿Es el asiático ese? El de las gafas.

Yo lo miré en la oscuridad.

-¿Cómo sabes tú eso?-Sólo lo había visto una vez en su vida, creo.

-Michelle nos dice que tienes un amigo vietnamita y que siempre te vas con él. ¿Es sólo un amigo?

Respiré profundamente.

-Leo...

-Bueno, cierto. Después de lo de A...

-No quiero hablar de eso. Para-Dije con tono autoritario. Él calló.

Deslicé el teléfono hacia fuera y marqué el número de Dan. Me lo seguía sabiendo de memoria. Le hice un signo a Leo de que callara.

-Esto ni se te ocurra contarlo-Susurré. Él asintió rápidamente.

-Dan-Le llamé.

-¿Relle? ¿Pero qué...? ¡Son las dos de la mañana!-Tenía una voz ronca y de dormido impresionante.

-Quería hablar contigo, lo siento-Dije, susurrando. No podía levantar mucho la voz.

-¿Qué ha pasado?

Mi hermano me miraba, expectante. Podía oír la voz de Dan.

-Mis padres se han separado-Tuve ganas de llorar, pero no lo hice. Ya bastaba por hoy.

-¿Cómo? ¿Es en serio?

-Sí.

-Relle, ¿Qué ha pasado exactamente?

-Eran...Muy diferentes-Comencé a temblar. No, por favor, no quería llorar. Leo me acarició la tripa y me abrazó con fuerza- Y no se sentían a gusto. Mi madre no pertenece a ese lugar y...Bueno-Callé.

-¿Cómo estás?

-En el fondo fondo, me lo esperaba. No me ha pillado muy de sorpresa pero...Supongo que todavía no lo he asimilado. Hablo muy poco con mi padre y es cierto que su relación no es como era antes. Se me había pasado un par de veces por la cabeza-Dije, ignorando la pregunta.

-He preguntado que cómo estás.

Había trazas de sueño en su voz, aunque intentaba permanecer serio. Me parecía adorable.

-Estoy bien. Muy bien. Mi hermano también. Todos estamos bien. Pero...Tenemos que asimilar más que el cambio de estado civil de nuestros padres.

-¿A qué te refieres?

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