Siempre tuyo, siempre mía. Capítulo 12.

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César suspiró profundo y se refregaba la cara con las manos, exasperado. Estaba a unos metros de la puerta y no se movió para ir en esa dirección.

-No quiero irme.
-se controló para bajar su enfado-No me importa que no quieras irte, de verdad te digo que no quiero ofenderte más. Todo lo que te he dicho es lo que me pasa y lo que sentí, si mi instinto de protegerte te hirió, pues lo siento mucho, no era mi intención pero como eso a ti te hiere, necesito que te retires de mi casa. Y hablo en serio. –le hacía seña para que se fuera-
-No no, no quiero irme. –se sentó nuevamente en el lugar donde estaban desayunando-
-Puedes llevarte el desayuno. Yo terminaré el mío tranquila.
-Que no. Cierra esa puerta y ven para aquí. –seguía serio-

Victoria esperó un minuto mirándolo a los ojos a ver si él se inmutaba por lo menos pero no, él había decido seguir con su café. Al ver que él realmente no se iba a ir, cerró la puerta con demasiada fuerza, en algún lado tenía que de descargarse.

-Solo te digo que si tus intenciones son las de seguir ofendiéndome, te voy a hacer correr con la policía si es posible. –vuelve a su lugar en la mesa- No tenía intenciones de discutir contigo esta mañana, y sabía perfectamente que lo que te tenía que contar era algo delicado, pero nunca pensé que te lo ibas a tomar tan mal, me heriste... que lo sepas.
-buscó su mirada para ver esos ojos que demostraban que ella estaba mal-Perdón. –le tomó la mano- No quería herirte, sabes que no era mi intención pero entiéndeme, no ha sido fácil para mi saber que tu marido quiere hacerse notar conmigo, además de chingar de esa manera. Sabes que el carro no es lo que me afecta en sí, son cosas materiales y eso es lo de menos, pero si es capaz de molestarme de esa manera a mí... quién sabe lo que te hará a ti. Y eso si me preocupa realmente. No quiero que te haga nada, me moriría.
-Sabía también que ibas a preocuparte por mí, y por eso dudaba si realmente contarte todo lo que paso ayer o no, pero me decidí porque no quiero que haya secretos entre nosotros. Contigo no quiero tener secretos, pero veo... -retira la mano de su tacto- que tu no piensas lo mismo, ¿qué me estás ocultando con respecto a Vivian? Y no se te ocurra decirme nada porque si no, no entenderé tu reacción.
-No es algo que pueda hablar...
-¿Cómo que no puedes hablar?
-Es que últimamente con Vivian he tratado de tener la fiesta en paz, no sé qué le este pasando por la cabeza pero no me lo quiere decir. Conmigo también ha discutido mucho, y sobre todo tu tema.
-¿Mi tema? –se señala-
-Es decir, hemos peleado por ti.
-Ah, así que ahora soy un tema.
-Por favor no me hagas más líos de los que ya tengo.
-¡Pero que no te estoy haciendo líos! La que te está provocando todo este caos que tienes en la cabeza es ella, acaso no me crees cuando te digo que fue ella la que me provocó ayer cuando marque a tu casa. Lo hice solo para ver como estabas tú, te juro que no tuve otra intención. Sabes que casi no la puedo ver, ¿¡por qué se me hubiera ocurrido armar líos ahora cuando tú y yo estamos tan bien!?
-él la mira sin decir nada-
-Bueno no, estábamos bien.

Y se levantó de su asiento, esa situación la exasperaba demasiado y no sabía cómo hacerle entender a César que no había ninguna doble intención en todas sus acciones.

-Amor... -iba tras ella y la jala para que se dé vuelta- en serio, perdóname, te estoy haciendo daño y poniendo en riesgo tu estabilidad y eso también me pesa ¿entiendes?
-Sé que todo lo que hacemos es daño César. Sé que todo esto es tóxico para ti y para mí, pero no podría alejarme de ti por eso, ni dejar de quererte, no ahorita, ni pronto.

Él la beso por un momento pero ella lo apartó.

-César nunca antes había hablado de divorcio con Omar. Mi estabilidad matrimonial ya no me interesa, por primera vez quiero deshacerme de él, pero creo que tú todavía no quieres deshacerte de tu esposa.
-No es eso, pero deja que me pase el susto que me provocó todo esto.

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