Siempre tuyo, siempre mía. Capítulo 23.

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-No te rías, es verdad lo que digo... quiero regalarte otra noche inolvidable, una más para nuestra colección. 

-Ya perdí la cuenta de la cantidad de noches inolvidables, contigo nunca espero nada menos...
-¿Vas a seguir diciéndome que hacer? –le sonríe-
-¿Hoy dirijo yo?
-Te lo mereces... ¿qué quieres que haga ahora? –se levanta de la cama y se para frente a él-
-Quiero sacarte un poco más de ropa... estás hermoso así pero, me gustas más desnudo sobre mí.
-Mmm –gruñe- como estamos hoy...

Ella le sacaba el cinto y le bajaba los pantalones y los calzoncillos.

-Va mejorando la cuestión...
-¿Yo puedo ir sacándote un poco el vestido? Alto, déjame hacer algo antes.

Se alejaba a bajar un poco la intensidad de la luces, dejándolo todo más tenue.

-Ahora sí. La luz baja me parece mucho más acorde para una noche como esta... date la vuelta voy a sacarte el vestido.

Ella gira gustosa dándole la espalda.

-Tienes una piel tan suave, que a veces siento que te puedo hacer daño con las caricias tan torpes que me salen.
-Nunca me hiciste daño, y sé que nunca lo harás tampoco.

Él le iba besando los hombros mientras le desabotonaba lentamente el vestido.

-Quisiera besarte todas las pecas, una por una.
-ella se reía suave y excitada-Bésalas.
-No te estaba pidiendo permiso, porque ya lo estoy haciendo...

Seguía besándole la piel, en ese juego previo donde el ardor de sus cuerpos, de sus sexos y de sus deseos estaban a flor de piel. Victoria amaba como él la manipulaba en ese momento, sabía dónde y cómo besarla para que ella terminara vibrando de placer con apenas ciertos roces. Cuando el vestido por fin cayó y ella solo tenía un brasier de encaje sin breteles, él sonrío ante tal imagen.

-La carga sexual que siento en este momento no la sentí nunca, te lo juro. –se reía-
-Mi ropa interior no combina con tu bóxer de cuadros...
-se reía-¿Y qué pretendes? ¿Un bóxer de encaje? –la abrazaba mientras le desprendía el brasier-
-se ríe-Me rio de solo imaginarte...
-Bueno, ¿y ahora, qué desea que pase señora?
-¿Eres mi sumiso? –le recorría la cara con el dedo índice-
-No tengo carácter de sumiso pero por ti puedo hacer una excepción.

Con sus dientes le agarraba la piel suavemente, la acariciaba con los labios y ella tiraba para atrás su cabeza, gustosa de sentirlo mientras él le succionaba su piel...

-Me vas a dejar marcas si sigues así.
-Es que tu piel es demasiado sensible y... no puedo evitar besarte.

Ella sonreía de sentirlo tan excitado y contento con la imagen de Victoria, quería que la amara toda la noche, quería disfrutarlo como se lo merecía, él era el mejor regalo de cumpleaños que cualquier mujer podría tener. Él era todo, todo lo que respecta con el amor. Él era, en gran parte: su vida.

Luego de recostarla nuevamente en la cama, entre besos ella se subió encima de él besándole el pecho, los hombros, los brazos.

-Ahora es mi turno. –sonreía pícara-

Y fue bajando hacia su sexo, a ella le gustaba verlo disfrutar cuando Victoria lo sorprendía excitándolo de esa forma. Era verlo vulnerable en cada succión, más el trabajo de las manos que ayudaban a que él se excitase más y más.

-Victoria... -sonaba ronco- basta, no quiero así.
-Yo sí...
-No. Quiero hacer el amor contigo...

Ella dejó de succionarlo y se acomodó para encajar perfectamente, para sentirlo y que él notara como Victoria temblaba por seguir haciendo el amor. Lo cabalgaba y se acercaba hacia él para besarle la cara.

Siempre tuyo, siempre mía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora