Siempre tuyo, siempre mía. Capítulo 18.

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La charla con su mamá le había asentado tan bien que portaba el mejor humor después de quién sabe cuánto tiempo. Hacía una semana que no se veía con César, y parecía una eternidad luego de que Doña Lupita había terminado por aprobar su relación, ahora una buena parte del camino se había acortado, Omar ya tenía asumido que ella se divorciaría, los papeles estaban por llegar y le quedaba uno de los últimos pasos, quizás uno de los más difíciles pero último al fin, hablar con sus pollitos.

-¿Hola, José? –terminaba de dejar a su mamá, y estaba volviendo a su casa-
-Sí má, que pasa.
-Necesito pedirte un favor.
-¿Qué paso?
-¿Te puedes quedar con Anuar y Vicki esta noche?
-Mmm.
-Por favor mi vida.
-¿Y dónde estás ahora?
-Voy conduciendo, volviendo de comer con la Mera, para recoger a los pollitos e irnos a casa.
-¿Y dónde iras?
-¿José Eduardo, puedes o no puedes quedar con los niños?
-sabía que su mamá se enfadaría y se ríe-Está bien má, ¿los traes o voy yo a Pachuca?
-Vente tú, les diré que quedaran contigo y que yo tengo una cena con unas amigas. Se pondrán contentos...
-Lo sé.
-se ríe-Gracias mi vida, te debo una.
-Tipo ocho voy a llegar.
-Esta bien, yo necesito salir a las nueve de casa.
-Ok, no más que eso.
-Gracias amor, nos vemos.
-Bye ma.

El paso uno del plan de Victoria estaba hecho, ahora le quedaba arreglarse para su cita sorpresa. Pensaba estrenar un conjunto de ropa interior, color nácar con encaje negro, elegante y sexy. Se puso sus botas de montar, unos leggins y una camisola blanca con unos bordados dorados por los hombros, clásica, informal y bonita.

A las nueve de la noche en punto estaba estacionada al frente del teatro donde su amor casi imposible estaba por salir, terminando su ensayo. Estaba nerviosa porque quería que todo salga bien, había planeado darle una sorpresa que sabía que a César le gustaría, se lo merecían, hacía días que no se venían y ya se extrañaban demasiado.

Quince minutos después César salía del teatro platicando con Verónica, su compañera, y ella se había estacionado en el mismo lugar donde la última vez para ver si tenía la suerte de que él hallara su mirada, pero aún no la veía, es más se había quedado platicando en la puerta del teatro y le había dado la espalda a Victoria.

-¡Chinga César, mírame mírame mírame!

Le hacía juego de luces para ver si eso por lo menos le llamaba su atención en la negra noche, pero él seguía dado vuelta y sin percatarse de que su mujer lo estaba esperando. La segunda opción era la bocina pero no quería llamar la atención. Verónica de repente señaló con la mirada el carro de Victoria, ella no la había reconocido por suerte pero cuando César giró la cara, la sorpresa y felicidad que puso era tan contagiosa que Victoria se rió con toda su boca.

Vio cómo se despidió rápidamente de Verónica y cruzó la calle para encontrarse con ella. Le bajó la ventanilla de copiloto y César se asomó.

-¡Amor, que buena sorpresa!
-¿No me esperabas, verdad?
-No mi amor, pero me encanta verte. ¿Estás de pasada?
-No, vine por ti. Te tengo una sorpresa.
-¿Hoy, ahora?
-Sí ahora amor. Sube, ¿o tienes otros planes?
-Eeeehhh, en realidad no. No traje el carro y estaba por invitar a cenar a Verónica para que luego tuviera quién me regrese a casa.

La cara seria que le puso Victoria hizo que César se riera inmediatamente, y se subió al auto.

-¡Es mentira gordita, quería ver tu cara solamente! Pero si es verdad lo del carro –se acerca a su cara para darle un beso sonoro- Hola belleza, te extrañe tanto. –le da otro beso-
-Hola mi gordo, casi que me termino de enfadar contigo.
-En realidad si se me había cruzado por la cabeza invitar a Vero a cenar, ¡pero como amigos! Así que no me mires así.
-No, conmigo solamente tienes que salir a cenar. –se acerca a darle otro beso rápido-
-¿Y cómo hago cuando tú no quieres ni acercarte a mí?
-Es que eso no puede ser jamás, porque siempre quiero estar junto a ti... -César pone los ojos en blanco- solo que a veces es mejor prevenir que lamentar...
-Contigo no puedo lamentar nada amor.
-Lo sé. –se ríe- Bueno pero no más platica, vamos a lo interesante... -enciende el carro para comenzar a andar-Alto, dime que no tienes problema para ir conmigo, ¿verdad?
-¿Cuándo he tenido problema para eso?
-¿Quieres una lista?
-se ríe-No hay problemas amor, por fin soy todo para ti.

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