Capítulo 10. Conocerte.

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El gemido del menor fue su respuesta, su canción favorita no se podía comparar con las reacciones sonoras que tenía Yuu, joder... ¿por qué debía ser tan lindo?

-Tú lo has decidido, Yuu.chan... -Le dijo con deseo, recorriendo su cuello con su nariz. 

El menor quería contenerse, ¡no iba a darle el gusto de dañar su orgullo masculino! Pero dudaba de ello, y soltó otro gemido cuando el mayor se acomodó en sus piernas, frotándose contra él. Digamos que, Yuichiro empezaba a llegar a un límite. El mayor recorría y lamía todo su cuerpo, pero él estaba tan temeroso de hacer algo, ¿qué se suponía que debía hacer? Subió sus manos al pecho del rubio, y este le miró confundido.

-No... me mires así. No sé qué hacer. -El rubio sonrió.

-Pronto te enseñaré, pero por ahora déjame librarte de algo llamado virginidad. -Eso le hizo ruborizar al azabache, no era necesario aquello.

El ojiazul aprovechó la distracción para apoderarse de sus labios una vez más. Eran adictivos a su sabor y textura, encajaban con los suyos. Le fue bajando las caricias hasta el borde del pantalón, y Mikaela supo que si quería ver a Yuu en otro nivel, no iba a esperar más. El menor dio un grito ahogado al sentir otra temperatura en su zona baja, eso no se lo esperaba.

-No te contengas. -Le dijo en su oído, haciéndole dar un temblor- Porque de igual manera haré que gimas. 

La advertencia le hizo tragar saliva. El mayor había sacado su mano para desprender toda ropa que molestara con sus deseos. Inmediatamente detalló de nuevo al menor, que había cerrado las piernas y los ojos por vergüenza, jamás le habían visto así. Toda la sangre que bombeaba la tenía en la cara, tenso como un árbol, pero temblando como si frío hubiese. 

-Qué lindo eres... -Le dijo el mayor separando con suavidad sus piernas. 

Soltó otro gemido, la mano que había separado sus piernas se tomó la molestia de recorrerla y hacer su parada en su miembro. Se mordió el labio para no perder su orgullo... 

¡¿Iba a ser el uke?!

Yuichiro estaba jadeando cada vez más, y eso le agradaba al mayor. Subía y bajaba su mano, apretando y acariciando. 

-¡Hfhg! -Gimió de nuevo el menor. Pero el rubio deseaba más.

-Más alto, Yuu-chan. 

El menor ya no podía contenerse en ese punto, el mayor se había bajado para pasar su lengua sobre su zona ya erguida. ¿Cómo podía hacer esas cosas? El menor se moría de vergüenza. Apretó las sábanas al sentir que su cuerpo estallaría. Su labio estaba por sangrarle, pero lanzó un grito más alto que los demás, hundiéndose en la pena.

-Lo... siento... No... te avisé... -Le dijo al mayor, quien se había tragado lo expulsado- ¿Eso se traga?

El rubio dio una risilla.

-Inocente... -Le dijo mientras bajó su mano.

El menor volvió a apretar las sábanas en otro grito ahogado, sintió que invadían su interior, su entrada. Lagrimeó cuando el mayor pasó su dedo, preparándolo para lo siguiente. Pronto podría sentir el placer, y le añadieron otro dedo, se apoyó del cuello del rubio, que al gemir sobre su oído, le hacía sentir cosas nuevas.

Su fuerza había desaparecido, dejándose llevar por el rubio. Dio otro gemido al sentir otro dedo invadirlo. Bien, ya estaba en su límite, no podía dejar de retorcerse de dolor y placer a la vez. Cuando el mayor creyó que ya estaría listo, retiró sus dedos y se quitó el pantalón.

El menor le dio una mirada de miedo, pero se aseguraría de resistir en querer entrar de una sola estocada. Se posicionó, y le volvió a besar...

-Voy a entrar. -Le avisó, el menor asintió bajo de él. Se veía perfecto.

Vendido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora