Capítulo 21. ¡Yuichiro!

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Fue justo en ese momento donde analizó su vida entera...

-Yuichiro, espera. -Trató de detenerle el rubio.

Pero no se atrevió a voltear, no quería que lo viese con la cara empapada de lágrimas, y sintiendo cómo su corazón se iba rompiendo.

¿Por qué tenía ese dolor tan grande en el pecho?

¿Era porque lo amaba?

-¡Mika-chan! ¡No me ignore! -Chilló la francesa, siguiendo al rubio.

-¡Tú y yo no tenemos nada que ver! 

Era lo de siempre... Lo que siempre oía, lo que siempre veía, lo que siempre leía... Era la misma excusa. 

"No tenemos nada que ver"

A veces dentro de un nada se halla un todo.

-Yuichiro, en serio, no tenemos nada. -Le tomó la mano, y se armó de valor para voltearse de un zafón.

-Vete tú y tu "nada" a otro lado del mundo donde yo no esté al menos a 500km de distancia, ¿quieres? Déjame en paz. -Y siguió su camino, sintiendo nauseas.

Dolía, no sólo su interior, sino su embarazo. Era como si en su barriga le gritaran apoyo, que ellos estaban ahí.

Y en ningún momento lo olvídó.

-Yuichiro, en serio, ¡nunca tuve nada con ella! -Paró un taxi en las afueras del Centro Comercial, y le miró antes de subir al auto.

-Vete. A. La. Mierda. -Y cerró la puerta en su cara- A la Calle Hong, por favor. 

Y al alejarse cerró sus ojos y tomó aire, tratando de relajarse por sus niños, menudo embarazo tenía. Seguro Shinya le mataría por tener tantos desarreglos. 

Así que de verdad tuvo a alguien... y por eso no le buscó, ni le llamó... Ni... Nada.

-150 yenes. -Estiró el dinero, y se bajó.

-Gracias. -Se sentó en los sofás del frente.

Fue justo en ese momento donde ordenó su amor roto...

-Así que de verdad le amo, eh... -Por primera vez se tomó realmente en serio esto de su mor por Mikaela. 

Oh Dios... Había sido tan ciego.

Le amaba tanto como para que ya estuviera llorando por lo que pasó, y lágrimas tras lágrimas, sus ilusiones fueron siendo destrozadas, cada pedazo de su corazón lo reparaba la imagen de los bebés que llevaba dentro, pero... No podía darle esa carga a ellos. No tenían la culpa de que su Padre fuese tan idiota.

-¿Yuu? -Habló Guren- ¿Qué haces... ? 

No quería dar explicaciones, ni tampoco Guren siguió preguntando, sólo dejó caer su mirada ante la destrozada del azabache menor, y le estrechó en sus brazos, brindándole un apoyo. Y fue ahí donde todo su dolor estalló.

-Yuu... -Consoló quien ante la sociedad era la imagen de su "Padre".

¿Por qué? 

¿Por qué era tan complicado?


Despertó en su cama, con una sábana sobre su cuerpo y una de sus almohadas en su cabeza y otra sobre su panza, cada día más abultada. Sentía un ardor horrible en los ojos, y la nariz tupida. Todo estaba oscuro, pero se dio cuenta que estaba en su habitación. La luz de la luna traspasaba las cortinas blancas con detalles negros. 

Era una noche fría, tal como su ser ahora mismo.

Tan confuso...

Cuando recapituló lo pasado, sólo se pasó ambas manos por el rostro, y se levantó con cuidado para tomar agua. Sentía un ligero calor que le abrumaba.

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