Capítulo 8. ¿Qué es ese sentimiento?

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Mikaela no era el único quien contenía ganas de asesinar. Yuichiro las tenía, tenía ganas de aventar al rubio por un séptimo piso. Joder, su única oportunidad de acercarse a su amor imposible se habían ido. Faltaba minutos para el descanso, y ahí lo volvería a ver, pero también al rubio. Suspiró enojado al recordar que debía pasar hoy al comité para discutir sus notas, y ayudar con Yoichi.

Joder, podía romper el libro a la mitad con tanta rabia que tenía.

Y a parte, ¡¿cómo se había enterado?! 

-Fui yo. -Le susurró Shinoa. 

-¿Qué? -Le susurró devuelta.

-¿No te dijo nada? 

-¿De qué?

-Joder, yo le dije en un momento de desesperación que te gustaba. -Se mordió la lengua, ya tenía su respuesta.

-Hyakuya, Higari, ¿algo que compartir? -Habló el profesor.

-Al ejercicio le falta un signo. -Habló Yuu.

El profesor miró. 

-Ya te extrañaba, Hyakuya. -Le dijo, corrigiendo. Sintió el suspiro aliviado de Shinoa.

No iba a reprocharle, le había hecho un favor, ¿no? A quien debía asesinar era al rubio. ¿Por qué estaba tan confundido? Iba a matarlo.

Al sonar el timbre se dio cuenta que ni dinero ni desayuno tenía, puesto que salieron rápidamente de casa del rubio. Eso le completaba su día, ¡genial! Iría a reclamarle que por su culpa ni comida tenía.

-¿Yuu-san? ¿A dónde vas? -Le preguntó su amiga rubia. Sólo agitó su mano y siguió su camino hasta la clase 5-A, pero ya habían salido, así que le tocaba seguir buscándolo.

Le había rugido el estómago. Tch.

Lo había encontrado, sí, claro, al fin. Y el hambre se le había ido con sólo verlo siendo abrazado por alguna chica que parecía de un grado menor. Joder, eso lo completaba. Si a Yuu se le acercaba alguien, el rubio ardía en llamas, ¡ah! Pero, ¿él sí podía?

Ni de coña.

-Oye, Mikaela. -Dijo entre dientes. El rubio pareció sorprenderse de la presencia del azabache, por lo que se alejó de la chica.

-¿Yuu-chan? ¿Qué haces aquí? 

Estaba lo suficientemente irritado.

-Ya te dije que no me dijeras "Yuu-chan", joder, no soy una chica. -Le dijo sin ganas de ser amable, miró a la chica que tenía un tanto de sorpresa, y le dieron ganas de pagarle un viaje a la América, porque la China estaba en su mismo continente.

Chispo la lengua, y tomó al rubio del brazo, arrastrándolo con él. Se sintió bien en sus adentros, le estaba pagando con la misma moneda.

-¡Eh! ¿Qué te pasa? -Le dijo el rubio. Ah, bien, ¿ahora podía Yuichiro comportarse como se comportó Mikaela con él en la mañana? No, él no caería tan bajo.

-Nada, a parte de que estoy a punto de matarte. Por tu culpa tengo hambre, ni dinero, ni desayuno, ¡no sirves para tener mascotas! -Empezó a quejarse. Pero había algo en su interior...

El rubio se quedó pasmado un poco, pero reaccionó al instante.

-Cierto. Lamento eso, es que salimos rápido. 

-Tch, eso me vale mierda. -Miró a otro lado. Estaba demasiado irritado.

-¿Por qué tanto enojo? -Se burló un poco el rubio, sacando su billetera. Cuando le extendió un par de billetes se sintió un tanto pesado.

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