Capítulo 4.

3.3K 243 13
                                    

"El amor tiene fácil la entrada y difícil la salida." Lope de Vega.

Febrero 2012.

Abroché la falda de cuadros alrededor de mi cintura, me puse el polo blanco y encima el jersey azul marino con el escudo del colegio bordado con hilo amarillo. Me acerqué cansada hacia el espejo del baño y contemplé mi rostro.

-¿Por qué eres tan fea con cara de dormida, Melissa? - me pregunté contemplando mi reflejo.

Pellizqué mis dos mejillas intentando que cogiesen color, para después posar mis manos a ambos lados del lavabo e inclinarme y mirar mi rostro. Tiempo después, me acabé lavando los dientes y salí de mi casa para ver a Álvaro esperándome.

Besé fugazmente su mejilla y observé sus ojos azules contemplarme para acabar sonriendo.

-Tienes una cara graciosa de recién dormida.

Rodé los ojos, suspiré y pasé mi mano por su pelo pelirrojo.

-Muy amable por tu parte, Álvaro.

De camino al colegio, Álvaro me hacía pequeñas gracias sobre mi cara de recién levantada y lo graciosa que estaba por las mañanas, a lo que yo acabé respondiendo con un simple: "Vete a cagar, Álvaro. ", que causó una gran risa en él.

Nos adentramos los dos a clase y dejé mi mochila de Roxy sobre la mesa para ir corriendo hacia donde se encontraban Sandra e Alexia.

Al llegar al lugar, tapé los ojos de la rubia mientras vi cómo Sandra se carcajeó a la vez que se trenzaba su pelo negro liso.

-¿Quién soy?

Pude notar su sonrisa.

-¡Melissa! —exclamó.

Dejé ocultar su vista con mis manos y ella se volteó para reír y abrazarme fuertemente.

-¿Quién soy? — escuché imitar mi voz.

Rodé los ojos cuando oí aquella voz, así que me giré para encontrarme a Hugo con su pelo rizado tapando parte de su rostro sentado sobre su mesa junto a Darío, su mejor amigo. Cansada de aquellos dos, puse mi atención en mis mejores amigas de nuevo.

-Melissa, me han dicho que eres la única que no tienes Tuenti.

-¿Y a ti qué más te da, idiota?

Sandra e Alexia me miraron mientras yo fruncí el ceño y negué con la cabeza ante la estupidez de Hugo.

-¿No vienes a charlar con nosotros, Mel? -me preguntó con chulería Darío.

Me volteé y les miré con los ojos entrecerrados, caminé lentamente hacia ellos mientras cruzaba los brazos bajo mi pecho y esperé pacientemente a que continuasen, pero no lo hicieron. Mis ojos se posaron en los negros del mejor amigo de Hugo y en los de él.

-Como veo que no respondes, lo haré yo -tomé aire-. Que no te tenga agregado como amigo, no significa que no tenga Tuenti. Y, por último, el dote de la interpretación no se te da bien.

-Te han crecido las tetas -comentó Darío, observando mis pechos y pasando su lengua por sus finos labios.

-Qué asco das.

Negué con la cabeza para después marcharme y escuchar, por parte de Hugo, un "¿Eres imbécil, o qué?".

La clase empezó pocos minutos después y mentiría si dijese que no tenía ganas de que ya viniesen las vacaciones de Pascua a pesar de quedar más de un mes.

***

La clase de lengua castellana acabó y salimos todos hacia el patio. Sandra, Alexia y yo fuimos juntas hacia unas pequeñas escaleras verdes que había en el lugar; tomamos asiento allí y empezamos a comer de nuestros bocadillos. Observé a Sandra con su pelo negro trenzado, su peca encima de la ceja derecha y sus uñas pintadas de rojo para después posar mi vista en Alexia, que tenía su pelo rubio recogido en un moño y sus ojos azules caídos observaban a los chicos jugar a futbol.

-Si os fijáis, son unos tontos dándoles a una pelota -comenté posando mi mirada en ellos.

Sandra rió.

-Excelente resumen sobre qué es el fútbol.

Nos quedamos unos minutos en silencio hasta que Alexia habló.

-¿Tendríais algo, en un tiempo, con alguno de clase?

Sandra y yo miramos a Alexia sorprendidas para después posar nuestra mirada en algún chico.

-La verdad es que no -dije, paseando mi mirada por todos los chicos del patio.

-¿Ni con Hugo?

Miré a los ojos de Alexia horrorizada y negué con la cabeza nada más escuchar su nombre.

-¡No, por Dios! ¿No has visto cómo es?

-En unos años será sexy -murmuró por lo bajo Sandra mientras observaba sus uñas.

Alexia rió.

-Tal vez lo sea, pero yo no me enamoraría de él ni loca.

[...]

Llegué a casa y dejé la maleta rápidamente en la entrada para ir corriendo hacia la nevera y beber agua. Saqué una botella bien fría y bebí hasta la mitad para después dejarla de nuevo en el lugar. Cogí mi mochila y entré en mi cuarto pintado de color beige para tirarla y cambiarme rápidamente el uniforme por un simple chándal; pero, lo mejor de todo, fue cuando me quité el sujetador.

Bendita sea la comodidad.

Tras cambiarme, fui al baño a paso lento mientras peinaba mi pelo castaño claro. Cuando llegué, me dispuse a hacer pis, pero vi en mi ropa interior sangre.  Palidecí y el miedo se instaló en mi cuerpo.

“¿Me estoy desangrando?”

No podía decir nada ya que las palabras no salían de mi boca, pero en unos segundos, gritos por mi parte se escuchaban por la casa.

-¡Mamá, que me desangro! ¡Mamá!

A los dos minutos, mi madre se encontraba junto a mí en el baño asustada. Al verme, suspiró relajada y se acercó a mí para calmarme.

-Cariño, te ha bajado la regla - me dijo, observándome con sus ojos miel.

-Pero que me desangro.

Ella negó con la cabeza, intentando reprimir una risa.

-Ya tienes la menstruación, Melissa. Ya eres una mujercita.

Suspiré.

-Mamá, que me da igual eso. ¿Cómo dejo de sangrar?

Ella rió.

- En una semana dejarás de sangrar, mientras, ponte esto.

Ella se acercó al armario del baño, abrió las puertas de este para sacar de ahí una cosa envuelta en un papelito de plástico. Se volteó y vino hacia mí para tendérmelo en la mano.

-¿Esto qué es?

Se inclinó y sonrió.

-Esto es para no manchar la ropa interior, cariño -me observó detenidamente y al ver que no sabía cómo usarlo, prosiguió: —. Se coloca así.

Mi madre, aquel día, me explicó cómo se ponía una simple compresa para no manchar la ropa interior. Y, puedo confirmar, que ese día empezó mi infierno de dolor de ovarios.

Susúrrame "te quiero". [Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora