Capítulo 21.

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" Echo de menos reírme de
la vida,
darte la mano y sentir la adrenalina.
Echo de menos los latidos de tu corazón,
el bombeo que marcaba la pérdida de mi corazón. " Nerea Nieto.

***

Las vacaciones de pascua están a la vuelta de la esquina, y con ellas, el fin de semana en la casa del lago de Álvaro.

Bajo las escaleras corriendo mientras me pongo mi mochila colgando de uno de mis hombros y beso la mejilla de mi padre y madre.

-¡Adiós!

-Ten un buen día, Melissa.

Salgo de casa y Álvaro me espera pacientemente en la acera de mi casa. Sonrío, a lo que él me corresponde, y emprendemos camino hacia el instituto.

-Estás muy alegre hoy -comenta mientras sus ojos azules me observan.

Asiento sin dejar de sonreír.

-Lo sé.

-¿Y eso se debe a...?

-David y yo haremos ya tres meses.

Alza las cejas sorprendido.

-Enhorabuena.

Le guiño un ojo junto una sonrisa.

-¿Y tú con las chicas?

Niega con la cabeza.

-Nada, de momento.

Le miro pícaramente.

-No serás como Hugo, ¿verdad?

La mención de su nombre causa en mi interior un revuelto de sensaciones jamás experimentadas. A mi mente viene su rostro y mi corazón rápidamente empieza a latir.

-Para nada - niega con la cabeza-. Por cierto, ¿lo habéis arreglado?

Frunzo el ceño.

-¿El qué?

-La disputa del otro día —me aclara, con su mirada fija en el horizonte—.  Hugo y tú, a pesar de todo, habéis estado muy unidos siempre.

-Pues ya no- niego —. No me gusta como se está comportando ahora, Álvaro. ¿Quién se cree? Lo deja con Leire, vuelve con ella y solo la quiere por las putas mamadas que le hace. ¡Me da asco!

Álvaro ríe.

-Mel, tranquila.

Resoplo.

-No puedo estarlo, Álvaro. Este tema me saca de casillas.

Llegamos a la entrada del instituto y vemos a Hugo dándose un largo y poco pudoroso beso con una morena con unos grandes pechos, los cuales Hugo está tocando.

-Mira, Mel. Esa te gana de talla.

Le miro con incredulidad.

-Al menos mi talla 95C es natural- espeto —. Por cierto, ¿no salía con Leire?

Asiente.

-Y sigue saliendo — murmura, con su vista todavía fija en ellos dos.

Frunzo el ceño confusa. No puede estar pasando.

-¿Entonces...?

-Le paga con la misma moneda.

Ruedo los ojos, me cruzo de brazos y me dirijo hacia las escaleras.

Eso es de ser infantil.

-Mel, ¿dónde vas?

Me volteo, veo a Hugo junto Álvaro y les saco el dedo de en medio.

-Sois más imbéciles... - poso mi mirada en Hugo-. Y tú, si te crees que haciendo eso eres más machito, vas equivocado — espeto sin pudor alguno entre el alumnado que sube a estas horas por las escaleras —. Por cierto, espero que no cojas ninguna enfermedad de transmisión sexual.

Sus ojos marrones me observan atentamente y veo como traga fuertemente. A su vez, Álvaro abre la boca incrédulo ante mis palabras.

“Que le den a Hugo.

Que le den a la morena esa.

Que le den a mi mejor amigo.

Que le den a todo.”

***

El timbre de mi casa suena, abro la puerta rápidamente encontrándome a Sandra e Alexia.

-Un momento — les pido —. Cojo el bolso y salgo.

Tomo el bolso que se encuentra en la recepción y voy hacia la entrada. Cierro la puerta y emprendemos camino hacia Córdoba centro.

-¿Y les dijiste eso?- pregunta Alexia con incredulidad.

Asiento.

-Pues yo hubiese hecho lo mismo... Hugo realmente ha cambiado.

-No me lo esperaba así, sinceramente - murmura Alexia.

Nos paramos en plena calle transitada, Sandra lanza su cigarro a la papelera y diviso entre la gente a un chico que se me hace familiar.

Cuando enfoco mejor mi vista, puedo ver que es Ezequiel, aquel amigo de David, y se encuentra junto a él.

“Será mentiroso...”

-Chicas, ahora vengo.

Empiezo a caminar hacia donde se encuentran intentando mirar si se trata de David aunque mi interior quiere que no sea él.

-¿David?

Sus ojos azules se posan sobre mí y guarda algo que tiene en su mano.

-Hola, Mel...

Miro un segundo a Ezequiel y enfoco mi vista en la mano de mi novio.

-¿Qué tienes ahí?

-Nada.

-David, no me ocultes las cosas.

Observo con detenimiento a Ezequiel mientras espero una respuesta sincera y sin rodeos de David, el cual se encuentra buscando las palabras exactas.

-Solo le estoy guardando cosas que él no puede tener.

-¿Cómo el qué? – cuestiono, cruzándome de brazos y posando mi mirada en sus ojos.

David resopla.

-Esto...

Él, con lentitud, abre su mano para darme a mostrar una pequeña bolsa llena de maría. Yo, sorprendida y con decepción, dejo de observar eso y miro a David.

-Quiero hablar contigo – le pido posando mi mirada en Ezequiel -. En privado.

-Vete – le insta él -. Yo te espero aquí.

David y yo nos vamos a un lugar alejado mientras yo no doy crédito a lo que me acabo de enterar.

-Como te pillen...

-No, tranquila – intenta tranquilizarme -. Solo será por un tiempo.

-David, él no me gusta.

Mi novio me toma de la mano y me mira intentado que le comprenda.

-Melissa, tranquila.

Susúrrame "te quiero". [Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora