Capítulo 26.

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"Solo porque alguien no te ame como tú quieres, 

no significa que te ama con todo su ser." Gabriel García Márquez.

***

    Miro los ojos marrones de Hugo para después escanear su rostro alargado y pararme en su peinado rebelde.
-¿No te lo peinas?

Niega con la cabeza y bebe de su descafeinado.

-Este look es más...

-¿Sexy? – asiente -. Yo también lo creo.

-Oh, menudo alago, pequeño monstruo.

Tomo mi cookie y le pego un pequeño mordisco para después sorprenderme ante el sonido de su móvil haciéndome una foto. Lo miro extrañada y él tan solo me sonríe.

-¿Qué haces?

Niega con la cabeza.

-Solo inmortalizar el momento.

Asiento poco convencida.

-¿Y de titular qué pondrás? ¿"Melissa comiéndose una galleta"?

Ríe.

-Tal vez.

Sus ojos marrones están sobre los míos, ambos conectados por la mirada, y siento perderme por unos instantes en él.

***

Observo el rostro alargado de Sandra mientras expulso el humo de la cachimba.

-¿Y cómo fue la merienda?

Asiento con la cabeza.

-Muy bien, bastante.

-¿Te gusta?- pregunta Alexia mientras toma la manguera y absorbe el aire.

-No.

Sandra ríe.

-Ya... mentirosa.

Alexia ríe y me tiende la manguera de nuevo.

Poso su inicio en mi boca y absorbo con rapidez mientras siento el vaho por mi garganta. Miro a Sandra, le extiendo la manguera y ella la toma.

-No me gusta, coño.

-Esa boca...

-Melissa, joder, que cuando hablas de él te pones hasta cachonda.

-¡¿Pero qué dices!?

Alexia ríe y toma la manguera.

-¡Que no me gusta, y punto! Es un maldito amigo.

-Un amigo que te gusta –puntúa Alexia.

-Que no, coño. Me estresáis con tanto tema.

-Pues calla y fuma – me dice Sandra.

La observo, asiento y tomo la manguera de nuevo.

***

-Mamá, ¿me dejas?

Observo a mi madre, la cual mira a mi padre y viceversa. Espero pacientemente su respuesta mientras empiezo a exasperarme ya que no dicen nada.

-¿Con quienes vais?

-Los de siempre – respondo automáticamente-. Puedes llamar a la madre de Álvaro, si quieres.

Mi madre suspira y me mira.

-No nos preocupa eso, Melissa - comenta con su tranquila voz, mirándome-. Lo que nos preocupa es que os vais un grupo de seis o siete chicos de quince y dieciséis años a una casa del lago sin supervisión adulta.

Susúrrame "te quiero". [Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora