Capítulo 19.

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"El amor crece, crece como los pinos, crece como las palmas. Y desde lo alto de él, se ve pequeño el mundo." José Martí.

***

-¡Eh, David, amigo!- se escucha llamar.

A los pocos segundos, un grupo de personas están reunidas a nuestro alrededor. Observo a cada una de ellas con el ceño fruncido y mi interior se pone en alerta. No me gustan para nada.

    No es por el hecho de que me haya puesto celosa o algo por el estilo. Qué va. Tan solo es que, nada más ver los ojos rojos de todos por la cocaína que ha tomado, ya que es bastante evidente, me dan muy mal rollo.

-¡Hombre, Ezequiel!- exclama mi novio- ¿Qué tal?

Un chico con la cara perforada de piercings le abraza y se dan una palmada en el hombro. El tal "Ezequiel" le tiende un vaso con contenido verde, a lo que David niega con una sonrisa.

-No, no puedo — niega con la cabeza, se gira y me toma la mano —. Además, tengo que llevarla.

Todos posan su mirada en mí y yo sonrío forzadamente mientras trago saliva fuertemente.

“Como odio estas situaciones.”

-¿Quiénes son?- escucho preguntar a de Sandra.

Miro de reojo y veo a mi amiga a mi lado. Escanea de los pies a la cabeza a uno de los que se encuentran allí y sonríe.

-Hombre, mira a quién tenemos aquí. La tan escuchada Melissa – dice el chico con una sonrisa mientras se acerca a mí y me da dos besos en la mejilla, a los que yo correspondo —.  Eres más guapa de lo que David habla — mira a David y alza reiteradas veces las cejas para después mirarme con una sonrisa —. Soy Ezequiel. Encantado.

-Igualmente.

- Oye, Ezequiel. Que es mía.

-Bueno, tuya no soy — murmuro, provocando que David me mire perplejo al igual que los demás —. No soy un objeto ni propiedad de nadie.

Todos ríen.

-Bueno, os dejamos que nos tenemos que ir — hace un movimiento de cabeza a modo de saludo y se despide de mi con dos besos — Nos vemos, David.

-Adiós, Ezequiel.

  Observo como el grupo de gente se pierde entre el bullicio, posando después mi mirada en el chico de ojos azules, que me mira interrogante.

-¿Amigos? — asiente y se rasca la barbilla —. No me dan buena espina, David.

-Son normales, Melissa. Confía en mí.

Le miro preocupada.

-No será ninguna banda de esas que venden órganos ni nada, ¿no?

Él ríe y me abraza.

-No, tranquila.

-No me gustaría verte implicado en nada de eso, ¿vale?

Él sonríe y toma mi mano.

-A penas me veo con ellos.

-¿Seguro?

Asiente.

-¡Qué bueno está!- exclama Sandra, interviniendo entre los dos- David, dame su teléfono.

Ruedo los ojos, observo a mi amiga y le pego un leve codazo.

-¡Salida!

Ella ríe y bebe de su vaso.

-¿Has visto a Hugo?- me pregunta —. Ha vuelto con Leire. Ella estaba aquí de fiesta también.

Abro los ojos sorprendida y alzo las cejas mientras siento mi corazón pararse. No puede ser. Relamo mis labios y rastreo el lugar en su busca, pero no veo a nadie conocido.

Susúrrame "te quiero". [Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora