Epílogo.

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"Estamos hechos de la misma materia que los sueños." Willian Shakespeare.

***

Hugo.

Abrazo a Darío para después darle una palmada en el hombro y hacer un movimiento de cabeza a modo de saludo.

-¿Qué tal por Galicia, hermano? — pregunta con una media sonrisa — ¿Alguna titi* a la que meter mano?

Río y niego con la cabeza.

-Sabes que no, Darío. ¿Por qué me torturas?

-Es que tienes dieciséis y sigues siendo virgen — contesta con evidencia —. Es flipante.

-Tampoco pasa nada — ruedo los ojos —. Además, yo no voy a ser como tú.

Él ríe. 

-Si yo soy el mejor.

Sonrío y peino mi pelo marrón.

-Para nada.

-¿Qué pasó con Leire?

Le miro con mala cara y ruedo los ojos.

-No quedé con ella, la dejé planta.

Darío ríe.

Observo el rostro cuadrado de mi amigo para después fijarme en el piercing que se ha hecho en el labio inferior.

-¿Al final te lo has hecho?

Asiente y pasa la lengua por él.

-Pues sí, tenía las ganas — confiesa —. También me he tatuado.

Levanta la manga corta de su brazo izquierdo y me enseña el tatuaje que le llega desde el principio del hombro hasta antes del codo.

-¿Te dolió?

Niega con la cabeza.

-Son tontos los que lloran.

Niego con la cabeza con una sonrisa.

-¿Y tú? ¿Alguna chica?

Asiente con orgullo.

-En estos tres meses me he tirado a unas doce, por ahí.

Alzo las cejas sorprendido.

-Más que en Semana Santa*.

-Pues sí, la verdad. Pero todo esto se debe a las guiris que vienen aquí.

Río.

-¿Y cómo te comunicas con ellas? No sabes inglés.

-Por el método de la lengua, Hugo.

Niego con la cabeza mientras una media sonrisa asoma en mis labios.

Tomamos asiento en un bar de la Plaza de las Tendillas y pedimos algo para beber.

-¿Y cómo llevas lo de Melissa? — pregunta en un tono más bajo, siendo cauteloso — Ella no ha vuelto a hablar de ti.

Cuando la nombra, una serie de corrientes se forman en mi interior y mi corazón late con rapidez mientras su rostro aparece en mi mente.

-Bien, supongo -respondo, actuando con indiferencia -. Tampoco me importa mucho.

Darío ríe.

-Venga, Hugo, conmigo no te hagas el duro.

El camarero nos trae las bebidas junto un aperitivo, llevo el vaso  a mis labios y pego un trago.

-Es duro -confieso-. Ella me pidio aquello y después de la pelea que tuvimos...

-¿Pero por qué no le dijiste nada? Eres un idiota -me riñe -. Incluso yo, hasta el que más usa a las mujeres, no ignoraría lo que Melissa te dijo aquella noche de junio, Hugo.

-Pero...

-Nada de "pero", hermano — me interrumpe, haciendo un movimiento de mano. Está bastante mosqueado —. ¿Sabes lo que te pierdes? Por no decir que te pasaste tres pueblos vacilándola.

Asiento con la cabeza con disguto y tomo una aceituna.

-Solo es una amiga.

-Deja de decir eso, Hugo — resopla —. Tus sentimientos hacia Melissa no son los que se suelen tener por una amiga.

-Lo sé, Darío, pero ya la he cagado. Melissa me dijo aquello y yo huí como un cobarde, nos hablamos mal y la hice llorar.

Observo a Darío mirarme con resignación mientras bebe de su Coca-Cola y toma una aceituna.

-Hugo, no sé qué quieres que te diga.

-Melissa ya no me quiere. Lo sé -suspiro-. Este verano habrá encontrado a otro y...

-¿La quieres?

Asiento.

-Estoy enamorado de ella.

***
*titis: chicas, mujeres.

*Semana Santa: conmemoración anual cristiana de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. Da comienzo el Domingo de Ramos y finaliza el Domingo de Resurrección, aunque su celebración suele iniciarse en varios lugares el viernes anterior (Viernes de Dolores) y se considera parte de la misma el Domingo de Resurrección.

La segunda parte: Hugo, te quiero.

Susúrrame "te quiero". [Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora