En el ascensor de nuestra casa no se subía o se bajaba así, simplemente. No. Se viajaba. El edificio era tan alto y el ascensor tan lento, que tomarlo suponía un largo viaje.
En nuestro ascensor no se entraba de cualquier manera, ni mucho menos. Primero entraban las "señoras", luego los "caballeros" y solo al final las "empleadas", las cholitas que trabajaban en las casas, cargando con paquetes, niños o perros de raza.
En el ascensor las empleadas clavaban la mirada en el suelo, y creo que algunas de ellas no respiraban en todo el viaje.
Los demás viajeros, si no se conocían, jugaban a espiarse por el rabillo del ojo. Creo que la gracia del juego era mirar al otro sin ser visto, porque en cuanto se cruzaban sus miradas desviaban la vista y disimulaban ajustándose el nudo de la corbata o quitándose una pelusilla de la falda.
Cuando los viajeros se conocían un poquito, hablaban del tiempo, que siempre ha sido el tema más socorrido para tratar en ascensores.
- Menuda tormenta la de hoy, ¿eh?
- ¡Uf! Tremenda
Lo malo es que en aquellos viajes tan largos había demasiado tiempo para hablar del tiempo, y había que estrujar el tema hasta el final para que no hubiera silencios incómodos.
- Antes no había tormentas tan fuertes en Octubre.
- Si. Dicen que está cambiando el tiempo.
- Será por la capa de ozono.
Y patatín y patatán.
Aquella mañana me toco como compañera de viaje a la señora del piso once, más conocida por Padre y por mí como la Cacatúa del Doce. La Cacatúa era muy buena hablando del tiempo. Y de cualquier otra cosa. Nunca había silencios incómodos cuando ella viajaba en el ascensor. Iba subida en unos tacones muy altos y llevaba los labios pintados de un rojo tan fuerte que hacía daño mirarla a la cara. Le gustaba hacerme interrogatorios: que si mi papá era aquel señor español tan alto, que donde estaba mi mamá...y cosas así. Y yo era una chica demasiado educada para mandarla a paseo.
Pos suerte aquella mañana había otra vecina esperando el ascensor, de modo que Cacatúa no se ocupo mucho de mí. También había una empleada que volvía de pasear a un pequinés muy maleducado, que se lanzo dentro del ascensor arrastrando detrás a la cholita, sin esperar a que pasaran las señoras.
Entre el bajo y el octavo las dos señoras hablaron de "hay que ver lo que ha llovido"
En el octavo bajo el pequinés tirando de la cholita. En cuanto se cerró la puerta tras ellos, la Cacatúa empezó a hacer aspavientos:
- ¡Has visto que grosera! ¡La primera ha entrado! Ni respeta a las señoras.
- Es la empleada de la Doris – explico la otra señora – Le voy a hablar para que le llame la atención. ¿Y has notado cómo olía?
- ¡Puf! – la Cacatúa se dio aire con la mano en las narices – Las cholas son sucias por naturaleza. Son como animalitos. Hay que enseñarles. Yo a mi empleada le he hecho cortar las trenzas y le he puesto vestido. ¡Ya estaba harta de esas polleras inmundas!
- Mejor sucias que ladronas, hija. Yo tuve una con unos dedos...
- Ah, bueno... Todas roban lo que pueden, eso ya se sabe...
Se abrió la puerta en el piso doce.
- Bueno, Gladys, que sigas bien, da recuerdos a tu esposo.
- Lo mismo. Chao, Fufita.
- Adiós, niña – esto iba para mí – Me lo vas a saludar a tu papá.
"Que te lo has creído, cacatúa chismosa. ¿Y tú te dices señora? En vez de cortar trenzas a la gente, te podrías cortar esa lengua de víbora. Bruja, más que bruja..."
Todo eso dije...para mis adentros. Cuando Casilda me abrió la puerta de casa, aun me rondaban en la cabeza los insultos de las dos señoras: animalitos, sucias, ladronas...De pronto me quede mirando a Casilda y me entro el sofocón. ¿Quién había dicho que Casilda olía mal? ¿Quién la había bautizado como el Ratoncito? ¿Quién había sospechado que cuando perdió sus pendientes de plata?
- Bns días, siita – murmuró Casilda mirando el suelo.
- Bns días, Casilda – murmuré yo aun más bajito y con la cabeza aun más inclinada.
Y huí corriendo a mi cuarto.
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La Tierra de las Papas - TERMINADA
RandomA María que ha nacido y vivido siempre en Madrid, se le cae el mundo encima cuando su padre le dice que se van a vivir a Bolivia. Lo primero que hace es declararle la guerra fría; lo segundo, consultar en un atlas: ¿dónde queda Bolivia? Lo tercero e...