ESPEJISMOS

Capítulo 3

El hermoso viaje de luna de miel estaba por llegar a su fin. Es terrible como el tiempo juega en tu contra cuando estás disfrutando de la vida, la compañía o el amor. En un abrir y cerrar de ojos transcurrieron las hermosas semanas en Seychelles.

Han sido días inolvidables junto a David. Me ha llevado a conocer tanto como le ha sido posible, todo sin duda ha sido exquisito e inmejorable. Uno de los días que más recordaré fue cuando visitamos Praslin, cuya vegetación es tan extraordinaria que la Unesco ha nombrado patrimonio de la Humanidad su Vallée de Mai, del que se dice fue donde debe haber estado el Jardín del Edén. Dicha isla tienen playas divinas como Anse Lazio, considerada una de las más bellas del mundo, y yo no podría decir lo contrario.

A 30 minutos de Preslin pudimos ir en ferry a la isla La Digue, en la que solo se logra movilizarse y recorrerla en bicicletas o en carretas de bueyes; ésta es un paraíso que te remonta a siglos atrás. Y así conocí junto a mi esposo muchas otras islas, todas con villas construidas con gran respeto a la ecología. En este paraíso se puede disfrutar de una enorme diversidad de paisajes, flora y fauna que sin lugar a dudas han dejado una huella imborrable en mi memoria, para toda la vida.

- Bella, despierta... - Susurró David en mi oído luego de dejar un camino de húmedos besos desde mi hombro hasta el lóbulo de la oreja.

Aún no amanecía pero teníamos planes para ir a ver el amanecer desde la maravillosa North Island. David no desea perder ni un solo segundo ya que éste sería el último día de luna de miel. Por desgracia debíamos regresar a Nueva York y volver para hacernos cargo de las molestas responsabilidades de la vida.

Había despertado antes que él pero permanecí a su lado, quieta bajo las sabanas recordando y repasando las experiencias de las últimas semanas, un poco nostálgica porque ya me había acostumbrado a tenerlo única y exclusivamente para mí. Sé que al volver a casa tendré que compartirlo con su odioso trabajo y por mi parte también deberé cumplir con mis obligaciones laborales.

- Mi hermosa Eileen no quiere despertar. - Dijo al tiempo que acariciaba mi espalda desnuda.

Las yemas de sus dedos me hacen cosquillas, una soportable. Aún así me esfuerzo por no reír y seguir fingiendo que permanezco dormida.

- Mi bella, dulce y deliciosa esposa no me hará la tarea fácil...

Su aliento acaricia mi mejilla pero sus labios no tardan en acariciar todo aquello que esté a su alcance, sus manos inquietas son una dulce tortura.

- Veamos cuánto tardas en reaccionar... - Murmuró en mi oído.

Apreté mis labios para comprimir la sonrisa. Amo estos amaneceres, toda mujer merece una vida entera llena de perfectos y placenteros amaneceres.

- Sé que estás completamente despierta. Tu cuerpo habla por si solo. - Dijo burlón al instante que acariciaba mi entrepierna.

No logré contenerme y solté una risita. Una vez que estuve en evidencia no pude y mucho menos quise escapar de él.

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"La playa, el sol y arena ya pronto quedaran atrás". Pensaba con nostalgia mientras observaba por la ventanilla del jet.

- Tenemos que regresar en otra oportunidad. - Dije sin apartar la vista de la hermosa isla que empezaba a desaparecer al tiempo que el jet ascendía cada vez más.

- Así será. Lo prometo. - Respondió David quien está a mi lado.

Tomó una de mis manos y depositó un beso en el dorso de ésta. En segundos mi atención se dirigió hacia él. Su mirada es dulce, sincera y adorable, me hace sentir amada y segura.