Capítulo 12

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Cuando aterrizamos en el London City Airport, en la ciudad de Londres, Reino Unido, un automóvil de alquiler ya estaba esperando por nosotros para llevarnos directamente al Hospital Saint Thomas. No había vuelto a comunicarme con Janneth, por lo que no tenía ninguna otra noticia acerca del estado de salud de Ben. Me resultaría imposible tratar de explicar cuanta angustia he sentido las últimas horas y la lentitud con la que transcurre todo. Me reprocho a mi misma por no haber visitado a mi padre mucho antes, por no hacerlo con frecuencia y por no ser más atenta; me atormenta la idea de que sea muy tarde para mejorar todo aquello. Detesto que haya tenido que ocurrir un accidente como éste para que surgiera un motivo que me hiciera pisar suelo londinense por primera vez. Aunado a todo ello, no dejo de imaginar lo peor; mi cabeza está hecha un caos y la preocupación me carcome.

- ¿Cuánto falta para llegar? - le pregunté a David quien se encuentra a mi lado.

- Estamos a unos veinte minutos. - respondió y yo continué mirando a través de la ventanilla del automóvil, perdida en mis pensamientos.

- Debes intentar calmarte. - sugirió al cabo de un par de minutos.

Él se ha mantenido callado, creo que no quiere pecar de imprudente. Sabe que es inevitable que sienta preocupación y ha sabido darme mi espacio sin hacerme sentir sola.

- No puedo evitar estar nerviosa.

- Ven aquí. - me pidió, cariñoso.

Entonces, se acomodó en su asiento para abrazarme e inmediatamente me acurruqué entre sus brazos. Debo admitir que eso fue de gran ayuda porque mi cuerpo se fue relajando de a poco, sentí que varios kilos de tensión fueron drenados. Minutos más tarde llegamos a las instalaciones del Saint Thomas y al encontrar a Janneth a mitad de la sala de espera, me contuve para no correr hacia ella; sus ojos llenos de rastros de lágrimas se abrieron de golpe y enseguida se puso de pie.

- ¿Eileen? - dijo la mujer con su característico acento ingles.

- ¿Jenneth cómo está Ben? - fue lo primero que pregunté al dirigirme a ella y abrazarla con fuerza.

- Está en cuidados intensivos. Eso me dijeron a noche. - respondió.

La mujer tiene un aspecto demacrado y sus ojos están enrojecidos, bajo estos una sombra oscura pone en evidencia el agotamiento físico y emocional. Mi corazón se encogió al verla así; al notar la tristeza que trasmite su semblante y al descubrir que no he sido la única que se ahoga en un mar de preocupación.

- Hola Janneth. - saludó cordialmente David.

- Hola David. Gracias por venir tan pronto.

- ¿Qué han dicho los médicos? - le preguntó él.

- Solo sé que sufrió una fractura en uno de sus brazos y otras laceraciones. - su voz débil y sollozante se quebró y tuvo que detenerse para poder continuar diciendo. - No sé nada desde ayer en la noche.

- Debes calmarte, Janneth. - dijo David mientras le frotaba un hombro para intentar darle consuelo.

El llanto deseaba escapar pero lo reprimí tanto como pude. David le extendió un pañuelo blanco a Janneth, ella lo aceptó enseguida al tiempo que mi esposo me rodeó con sus brazos y me apretó contra su pecho, entonces no logré contenerme y un par de lágrimas resbalaron por mi rostro.

- Todo estará bien. - susurró en mi oído mientras acariciaba mi cabello.

Hundí mi cara en su pecho y lo abracé con fuerza. Agradecía tanto tenerlo conmigo. Todo este caos es mucho más fácil de sobrellevar estando junto a él. Nos quedamos así un momento hasta que pude retomar la compostura.

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