Capítulo 19

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David se encuentra completamente distraído. Su cuerpo está junto al mío pero no podía asegurar lo mismo respecto a su mente. El silencio empezaba a ser perturbador cuando sin poder seguir conteniendome lo abordé.

—¿Se puede saber por qué tanto silencio?—pregunté.

Fue entonces cuando me miró.

—Lo siento. No era mi intensión incomodarte —dijo.

—No haz dicho ni una palabra desde que nos subimos al auto.

—Me distraje pensando.

—Sí, lo noté.

—¿Hace cuánto conoces a ese hombre?—preguntó.

—¿Te refieres a Alexander Doyle? 

—Sí.

—No sé nada sobre él. Hoy apenas supe que su madre fue una de las creadoras de la Fundación One Planet One Future. 

David me escuchó atento pero se encuentra dubitativo. 

—¿Pasa algo que deba saber?

Negó con la cabeza.

—No me prestes atención—pidió y esbozó una sonrisa—. Ven aquí—dijo y me abrazó acercándome hacia su costado.

Aquella noche nos reunimos en la mansión Christensen. Mi padre y Janneth se nos unieron más tarde ese día. Estábamos todos con excepción de Alyssa quién ya había hecho planes con un grupo de amigas. Después de la cena, Camilla me invitó al estudio para conversar sobre la fiesta de compromiso de su hija. Por su parte, Ben, David y su hermano se instalaron en la sala de estar frente a la enorme pantalla de televisión para ver un partido de béisbol. 

—Los hombres y los deportes —me dijo Camilla poniendo los ojos en blanco cuando dejamos a mi padre y a los dos hermanos disfrutando del partido. 

Ninguno parecía prestar atención a nada más que no fuese la televisión. Incluso dudé que se hayan percatado cuando decidimos retirarnos. Janneth no pudo sentir más conveniente la invitación de su anfitriona y sin dudar también nos acompañó. 

—¿Deseas una taza de té, Janneth?—le preguntó Camilla.

—Sí, me encantaría. 

—¿Lo sirvo con leche?

—¿A caso existe otra manera de servirlo?—preguntó Janneth esbozando una sonrisa.

Camilla se dispuso a servir el té como particularmente Janneth lo prefería. Dado que yo nunca me he considerado una fanática del té, lo rechacé amablemente. Tomé asiento en el sofá de terciopelo blanco y ellas me siguieron. 

—¿Cómo te haz sentido estos días?—me preguntó Camilla.

—Bien, dentro de lo que cabe.

—David me estuvo diciendo que esto de reforzar la seguridad te inquieta.

—Lo que realmente me inquieta es el delincuente psicópata que nos ha obligado a contratar hombres que custodien la casa y también a nosotros las veinticuatro horas del día. 

—A todos nos mortifica eso—dijo ella.

—¿Creen que es el momento apropiado para una celebración?—intervino Janneth

—Quizás parezca tonto, pero tal vez gracias a lo que estamos viviendo es el mejor momento para hacerlo.

—Eileen tiene razón. Todos hemos estado bajo cierta tensión estos últimos días. 

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